Cuerpos de hule danzaron en el Palacio de Mármol

  • Se presentó Grovething para conmemorar el aniversario del Centro de Producción de Danza Contemporánea 

Por Arlette Palacios

Distrito Federal, 29/07/13, (N22).– Decenas de
personas de todas las edades acudieron ayer a la Sala
Principal del Palacio de Bellas Artes, con el objetivo de dejarse
seducir hasta ser cautivados por Groovething,
una coreografía del vietnamita Dam Van Huynh, en conmemoración del segundo
aniversario del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) y
dirigida por Raúl Parrao.
Eran
aproximadamente las 17:15 horas cuando las luces del
teatro se apagaron, anunciaban el inicio de la obra, los espectadores atentos al levantamiento del telón, era la escenografía de dos
grandes montañas que al subirlas cambiaron de color.

Inmediatamente
una canción comenzó a sonar, el escenario se iluminó con una luz
tenue, fue entonces cuando aparecieron nueve bailarines, todos ellos parados en
línea recta, formando una fila y con los pies ligeramente abiertos, dirigiendo
su mirada hacia el público, simulando ser soldados, uno de ellos anunciaba con
un megáfono de forma sarcástica y alegre las reglas que debe cumplir un artista. Después todos se
tiraron al suelo.

Minutos
después apareció un bailarín en el gran escenario, moviendo su cuerpo de tal
forma que parecía contorsionarse, piernas y
torso se volvieron de hule, se asemejaba a una liga de gran dimensión. 

Provocando
emociones y miradas de asombro, poco a poco fueron apareciendo cada uno de los
bailarines, juntándose en parejas, caminado, bailando, corriendo y aventándose
al piso como si fuera un colchón de algodón. Cada movimiento reflejaba la libertad de expresión, inspirándose en la vida
cotidiana, explorando su cuerpo y su relación con el tiempo y el espacio.

El escenario
del también llamado Palacio de Mármol
lució de tal forma, que la iluminación transportó al público a una atmósfera
moderna, a sentir e imaginar el baile más allá del arte, sin dejar atrás la
fascinante mezcla de la música de Jamie Hamilton, que se combinaba entre sonidos
lentos y rápidos.
Transcurrió el tiempo, que en realidad se convirtió en
minutos de entretenimiento y alegría, eran ya las 18:00 horas, cuando los
danzantes terminaron de bailar y cerraron el escenario con su agradecimiento
hacia el público, quien aplaudió incansablemente hasta el cansancio.
Imagen     http://bit.ly/1c55jpx
13MAG 

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