Por Irma Gallo (@irmagallo)
Distrito Federal, 02/05/13 (N22).-
En 1524, Hernán Cortés impulsó la construcción de la Capilla de la Inmaculada Concepción en Coyoacán. En su testamento, el conquistador pidió que sus restos y los de su madre reposaran en este barrio. En el siglo XVIII la Capilla sufrió la primera transformación importante y en el XIX pasó a ser propiedad de la orden franciscana. Hace poco más de cinco años aparecieron grietas y fisuras en su fachada, por ello se dejaron de prestar servicios religiosos y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) comenzó los diagnósticos para su remodelación. La primera etapa del plan de restauración de este inmueble inició en 2011.
«Las obras de las que nosotros queremos compartirles y darles cuenta consisten básicamente en dos fases: una de recimentación, y otra de refuerzo de la superestructura de la parte que se mira por arriba del suelo de la construcción», comentó Raúl Delgado Lamas, director general de Sitios y Monumentos del Conaculta.
En conferencia de prensa, Delgado aseguró que están a punto de concluir la primera etapa, la fase de la cimentación, e iniciarán con «los trabajos de consolidación de muros y de la colocación de un cincho especial de acero en la cúpula para consolidar todas las grietas. Hasta donde los especialistas nos informan en el Conaculta, el edificio ha conjurado el peligro inminente que tenía de un colapso».
Durante el proceso de salvamento arqueológico previo a la intervención del inmueble, un grupo de arqueólogos del INAH coordinado por María de la Luz Moreno hizo descubrimientos importantes que datan del periodo Epiclásico, o sea, posterior a la caída de Teotihuacán.
«Se encontraron vestigios de 600 a 650 d. C., y también tenemos evidencias de 1000 a 1050 d. C. Estas evidencias se ubican al exterior del Templo de La Conchita. Estamos hablando de la esquina noreste, pegado a la calle de Fernández Leal. También hay vestigios que encontramos en lo que ahora se llama la sacristía, también se encontraron al exterior. Estos vestigios son restos de lo que forma parte de una plataforma, seguramente de una plaza.», comentó la arqueóloga responsable del salvamento, María de la Luz Moreno.
Y finalizó: «un material asociado muy importante fue el único entierro prehispánico que se encuentra en la sacristía. Ese entierro es de esta temporalidad, de 1050 d. C., en la fase Mazapa, y se encuentra asociado precisamente a estas estructuras».