1985, el año de los límites naturales, políticos y mediáticos de la Ciudad de México

  • En el terremoto, Televisa y el partido, ‘el partidote’, confiaron en que la gente se quedara en su casa, que tuviera miedo, que no pueda pensar un imaginario colectivo, solidario, empático: Fabrizio Mejía Madrid

Por
Alizbeth Mercado (@alizbeat)


Distrito Federal, 15/04/13, (N22).-

“En 1985 se llega a varios límites. El primer
límite fue la devastación de la ciudad que es inédita en el siglo XX. El
segundo son las autoridades pasmadas, inmóviles que quieren que la gente se
quede en sus casas hasta que ellos decidan cómo resolver el asunto. Los medios
de comunicación son otro límite, el tercero: la antena de Televisa Chapultepec
se cae, mata a unos trabajadores y la televisora queda sin señal, de tal manera
que Pedro Ferriz Santa Cruz acaba prestando los estudios de Imevisión a
Televisa y Televisa sufre una crisis (como siempre) de credibilidad, y después no hablaron del número de muertos”,
relató el escritor Fabrizio Mejía a propósito de su nuevo libro Septiembre, zona de desastre.

El
título es una novela gráfica que relata el devenir de un joven ante el
terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México. El monero José
Hernández y Fabrizio Mejía realizaron en coautoría la edición.
“Televisa
y el partido, ‘el partidote’ confiaron en que la gente se quedara en su casa,
que tuviera miedo, que no pueda pensar un imaginario colectivo, solidario,
empático; ellos siempre van a atacar eso. Lo hicieron ahora con la imposición y
la construcción de una figura publicitaria que se llama ‘presidente de la
república’ casado con una figura que se llama ‘actriz de telenovelas’ y tienes
un país aparentemente gobernado por la ‘publicidad’ ”, agregó a su relato, en
cuanto al papel de los medios durante la catástrofe.
Zona de desastre,
destaca la organización civil emergente durante el desastre, que sin duda,
incentivó un nuevo paradigma democrático en el país.

El tiempo en que el pueblo se asumió como gobierno

“El canario sigue vivo y le pone una
nueva jaula, es esa la metáfora. La ciudad  es una cárcel pero cuando se cae queremos una
nueva”.
En
las páginas de la novela se advierte un canario amarillo que sobrevive, esto
simboliza la esperanza que persiste, el ave y un corazón son los únicos
detalles a color. Por otra parte aparece Carlos Monsiváis con fragmentos de las
crónicas que él escribió durante la temporada.
Para
José Hernández, Monsiváis tenía que aparecer, en Crónicas de la ciudad que se organiza, analiza esta reacción de la
gente y cómo asumió como suyo un poder de decisión. El pueblo se asumió como
gobierno y lo hizo de una manera muy eficaz, eso teníamos que mencionarlo;
había ese interés porque apareciera como un personaje, su análisis y visión era
indispensable.
“Monsiváis
habló de sociedad civil, retomando el concepto de Antonio Gramsci, en ese momento del
terremoto quiere decir todo lo que nos gusta, los movimientos apartidistas pero  éticos, que tienen un deber y no les importa la
situación personal y familiar, y se arriesgan por una vocación colectiva. En ese momento nace una nueva etapa no sólo
para la ciudad, dos años después el PRI pierde la capital y la elección, eso te
explica cómo se democratiza la ciudad al poder elegir representantes. En 1986
se abre una nueva etapa, el PAN gana Ciudad Juárez y empieza la democratización
que no se puede expresar sin el 1985”, agregó Mejía.
“Es como el protagonista, pero no tan
feo”

Fabrizio
Mejía señaló que el libro es 100% crónica, y que Hernández hizo todo una
investigación iconografía de las fotografías para ser lo más apegados a la realidad,
“de lo que se trata es darle a la nueva generación lo que fue el 85, sobre la
organización y que no es gratis que la Ciudad de México sea la
ciudad del matrimonio gay, del aborto y de los desnudos de Spencer Tunick”.
La idea
primigenia se trabajó de manera equitativa, no fue un proceso separado, el
texto y las ilustraciones parten de “una idea básica de Fabrizio, tenía varias
escenas que realmente le sucedieron, es como el protagonista, claro no lo hice
tan feo como es”, dijo Hernández.
Asimismo
ambos piensan que no existe novela, película u obra que trate como eje central
al terremoto, por lo tanto, buscaron realizar la novela gráfica, ya que “el sismo
dio una serie de conquistas, incluso desde la mentalidad, y esta concepción de
sentirse chilango, ya no como despectiva, sino con orgullo y de entender que la
ciudad es de todos; si algo sucede en Iztapalapa me interesa, aunque no viva ahí. Es el sentido de
solidaridad, porque siempre vemos la manera de organizarnos”.
El
final de la novela se refiere al último derrumbe que ocurrió en Circunvalación y
escenifica el rescate de Monchito, un niño enterrado entre los escombros, quien solicita ayuda. “Es la televisión que dice que no existe
ningún niño qué rescatar y ese día entran las máquinas a unos derrumbes, pero que la
mayor parte de los rescatistas estábamos seguros que había sobrevivientes. El argumento era de
que si los niños recién nacidos podrían vivir sin agua y sin alimento, los
adultos también. Lo que hizo Televisa es decir que Monchito era una caja fuerte
y provocaron un desánimo en la población como suele ser su costumbre”, concluyó
Mejía.
Septiembre, zona de desastre es
una edición de Sexto Piso.

13MAG 

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