Distrito Federal, 09/04/13 (N22).- Un mayor acercamiento de los niños con el patrimonio cultural mexicano, tanto a sus monumentos y piezas históricas, como a sus fiestas y tradiciones, fue posible a través de la charla que sostuvo Yolanda Santaella, restauradora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con alumnos de la escuela primaria “Diego Rivera”, ubicada en la delegación Coyoacán.
Como parte del proyecto Los niños y la conservación del patrimonio cultural y natural, luego de su implementación como temática obligatoria de la asignatura de Historia para niños de sexto año, a partir del Plan de Estudios de 2011, la especialista de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH ha ofrecido pláticas a estudiantes de diversas escuelas de esta demarcación, con la finalidad de que identifiquen, valoren y protejan el patrimonio cultural.
A lo largo de la conversación con los alumnos de dicho plantel, los infantes escucharon con atención a la restauradora Yolanda Santaella López, quien les explicó qué es el patrimonio cultural tangible e intangible, sus principales formas de deterioro y elementos de conservación.
Entre gritos y manos alzadas para pedir la palabra, los niños expresaron lo que entienden por patrimonio cultural, y tras una lluvia de ideas, una de las pequeñas —a petición de la restauradora— leyó la definición: “Son todos los monumentos, objetos y tradiciones ligados a la cultura de México, que nos permite conocer nuestro pasado, ayudándonos a entender nuestra forma de vida y proyectar un mejor futuro”.
Más adelante, luego de que los infantes identificaron entre una serie de fotografías piezas emblemáticas del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, como la carroza utilizada por Maximiliano de Habsburgo durante su estancia en nuestro país, la restauradora refirió que todos aquellos objetos y el Castillo mismo son ejemplos de patrimonio tangible o material.
“Son los monumentos, edificios y sus objetos contenidos, los lugares históricos y zonas arqueológicas”, explicó la especialista y detalló que dichos elementos sufren degradación al paso del tiempo, sin importar que sean de materiales aparentemente duros como piedra o cerámica, todos ellos pueden padecer daños.
“Ya que estamos frente a piezas únicas, irrepetibles y muchas de ellas de cientos o miles de años de antigüedad, es primordial que desde pequeños todos tengan conciencia del valor histórico o arqueológico que tienen, su vinculación con la identidad nacional y, por tanto, se debe fomentar su cuidado”, recomendó la restauradora del INAH.
Los niños expresaron sus dudas sobre la labor de los restauradores, preguntando si ellos arreglan lo roto. Yolanda Santaella les aclaró que en realidad muchos de los objetos y edificios, principalmente los arqueológicos, desde que son descubiertos están deteriorados, ya sea fragmentados, con exceso de humedad o desvanecidos y con faltantes.
Al respecto, dijo, “arqueólogos y restauradores trabajan en conjunto para —sin alterar las piezas ni descontextualizarlas de sus entornos— integrar aquellas que estén rotas, estabilizar las que padezcan de humedad, y cuando es posible, reintegrar los faltantes creando reproducciones”.
Sin embargo, la labor del restaurador va más allá, anotó la experta. “También se encarga de dar mantenimiento constante a los objetos de los diversos museos del INAH, además de intervenir piezas bajo resguardo de comunidades, como retablos, pinturas o esculturas, muchas de ellas religiosas”.
Posteriormente, el sociólogo Ernesto Ramírez, quien realiza servicio social en la CNCPC, luego de definir al patrimonio cultural inmaterial como “las costumbres y tradiciones, lo que no podemos tocar pero sí apreciar y percibir”, motivó a los niños a citar varios ejemplos de este tipo de patrimonio, y cómo han estado inmersos en él.
En ese sentido, los niños preguntaron qué hacer para conservar este tipo de patrimonio, a lo que el sociólogo respondió: “Podemos preservar las tradiciones al conmemorarlas, registrarlas y estudiarlas”.
Finalmente, Yolanda Santaella habló sobre los deterioros en los bienes culturales tangibles, algunos de ellos producto de agentes físico-químicos, que los niños identificaron como “el paso del tiempo, las lluvias, los huracanes o accidentes e incendios”.
También se refirió a los deterioros ocasionados por el hombre, cuyas acciones llegan a alterar, degradar o modificar la naturaleza de los objetos. Para ilustrar esa parte, la especialista platicó a los niños el caso de un lienzo del siglo XVIII de la Virgen de la Asunción, de Izúcar de Matamoros, Puebla, el cual se destrozó en 2006 al momento en que fue enrollado para intentar robarlo. La CNCPC trabajó en su restauración durante tres años, a cargo de la experta Cristina Noguera, quien unió cada fragmento por la parte posterior, estabilizó y tensó el lienzo, y reintegró colores.
Al término de la plática los niños agradecieron la información que les fue proporcionada y tuvieron la oportunidad de tocar diversos objetos de cestería, fragmentos de textiles contemporáneos realizados a la usanza prehispánica, además de reproducciones de cerámica.
Tanto la directora del plantel como la profesora del grupo, Mercedes Velázquez y Erika Colula, respectivamente, señalaron que trabajar con los pequeños la temática de patrimonio cultural ha sido benéfico, porque no sólo les ayuda a identificarlo, sino también a valorarlo y disfrutarlo, y a relacionarlo como parte de ellos mismos. “Esto a su vez —concluyó la directora— se ve reforzado con esta plática que de forma gratuita el INAH nos ha dado como apoyo”.