Redacción/CDMX
El 15 de abril de 1874, fue inaugurada la exposición de obras impresionistas francesas en Paris, La cuna realizada en 1872, es una obra maestra de gestos absorbentes de Berthe Morisot quien fue la única artista del género femenino, invitada a participar en dicha exposición.
Aunque es menos conocida que las obras de sus homólogos masculinos que contribuyeron a esa exposición que definió una era –incluidas pinturas de Claude Monet y Edgar Degas, Camille Pissarro y Paul Cézanne–, La cuna de Morisot es clave para apreciar cuán revolucionaria fue la conciencia del impresionismo.
La pintura retrata la imagen de la hermana de Morisot, llamada Edma, con su bebé recién nacida, Blanche, en una cuna mientras duerme, mientras que las manos de su madre hacen una correlación (la mano derecha ubicada en su mejilla en señal de cansancio y la otra en la bebé en señal de dependencia hacia su hija).
Edma había aspirado también a pintar, deseo que aparentemente su maternidad el impidió.
Es sin duda, un retrato que expresa una energía nerviosa que trae consigo la perdida en la contemplación hacia la cuna, expresada como “una cebolla de pintura”: su esencia seductora, aunque inalcanzable, envuelta en capas de velos semitransparentes que nuestros ojos nunca serán capaces de despegar por completo.
(Con informciión de BBC)