Redacción/CDMX
Desde el inicio de la pandemia, la incidencia de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) ha experimentado un aumento del 30%, manifestándose incluso a edades más tempranas.
Estos trastornos sirven como un mecanismo de supervivencia, una forma de lidiar cuando la vida parece incontrolable o se enfrentan situaciones abrumadoras.
Aferrarse al falso control sobre la comida, el ejercicio y el cuerpo proporciona una sensación de seguridad en medio de la incertidumbre.
Entre recetas y clases de entrenamiento en línea, se ha creado un entorno propicio para el desarrollo de TCA, velados bajo la aparente preocupación por el autocuidado en plena pandemia.
Según expertos, el 25% de las personas con TCA tienen intentos de suicidio, mientras que el 60% presenta pensamientos suicidas y autolesiones.
A pesar del creciente conocimiento sobre estos trastornos, persisten mitos que rodean a los TCA. Uno de ellos es la idea errónea de que los pacientes siempre tienen un peso muy bajo; en realidad, solo el 7% presenta bajo peso según el índice de masa corporal (IMC).
Otro mito común es la asociación exclusiva de los TCA con mujeres, cuando de diez casos, nueve afectan a mujeres y uno a hombres.
Esto implica que los hombres enfrentan mayores desafíos para buscar ayuda debido al estigma social.
Otro mito desmentido es la creencia de que quienes tienen un TCA lo eligen voluntariamente. Los factores de riesgo incluyen predisposición genética, ciertos rasgos de personalidad, la adolescencia, ser mujer, y relaciones con otras enfermedades mentales como depresión, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y ansiedad.
Contrario a la percepción de que los TCA son enfermedades exclusivas de adolescentes, afectan a personas de todas las edades, siendo incluso detectados en niños de tan solo 12 años.
Además, el 40% de estos trastornos alimenticios se desencadenan a raíz de dietas estrictas o de moda, subrayando la importancia de no poner en riesgo la salud al saltar de dieta en dieta.
Los TCA no discriminan por edades, género, etnia ni nivel socioeconómico, subrayando la necesidad de cuidar tanto de la salud física como mental sin adoptar enfoques restrictivos.
(Con información de El País)