La velocidad a la que come, tan importante para la salud como lo que se come

Redacción/CDMX

¿Cuántas veces has desayunado rápido sin darte unos minutos para disfrutar lo que tienes en el plato?

El ritmo vertiginoso de la vida diaria y a veces la costumbre nos lleva a comer muy rápido, si estamos viendo la TV, sentados en el escritorio, parados frente a la mesa de la cocina o incluso caminando.

Muchas personas se preocupan por el alimento que consumen, ya sea por el cuidado del peso o de salud, pero olvidan pensar en la velocidad a la que comen.

Comer rápido o despacio “cambia no solo la velocidad a la que la comida entra en el estómago, sino también a la que entra al tracto gastrointestinal, y eso es muy importante porque es como un efecto dominó en la liberación de hormonas que te dicen qué tan lleno estás”, explica la doctora Sarah Berry, experta en nutrición del King’s College de Londres.

La diferencia más visible es que las personas que comen más rápido tienden a tener sobrepeso, mayor acumulación de grasa en la cintura y niveles elevados de colesterol.

Esto se debe a que consumen entre 100 y 200 calorías más que aquellos que comen más despacio.

“Al comer más lento, se produce un aumento en las hormonas de la saciedad, y al mismo tiempo hay una reducción en las llamadas hormonas del hambre que limitan el deseo de comer más” añade la investigadora.

¿Cómo es posible que una misma comida tenga un impacto tan distinto cambiando solo la velocidad de la ingesta?

Sara comenta que hay dos razones: la primera es que las señales de la saciedad tardan entre 5 y 10 minutos en llegar al cerebro, al comer rápido las señales no llegan y puedes seguir comiendo sin darte cuenta de que ya comiste lo suficiente.

La segunda es que, al comer despacio, la liberación de nutrientes en el intestino es más lenta, por lo que hay una liberación más prolongada de las hormonas que te hacen sentir lleno.

Sara Berry y James Gallagher, corresponsal de salud y ciencia de la BBC,  realizaron un estudio en donde le pidieron a una persona que comiera lo mismo por dos días, la única diferencia fue la velocidad para consumir los alimentos.

Al analizar los resultados se dieron cuenta que cuando se come rápido, los carbohidratos estimulan la liberación de insulina, pero no lo suficiente para remover la glucosa del torrente sanguíneo.

Cambiar el hábito de comer rápido no es sencillo, pero un truco efectivo consiste en hacer el esfuerzo por masticar más la comida o reducir la cantidad de alimentos ultraprocesados en favor de los menos procesados.

(Con información de BBC Mundo)