Redacción/CDMX
Chile está recuperando la vida de sus aguas, después de endurecer la legislación sobre la pesca.
Desde hace casi una década, el país sudamericano apostó por el máximo rendimiento sostenible, una forma de reconocer que los recursos no son infinitos y que la rentabilidad y la protección de la biodiversidad marina son compatibles.
Lo hizo a partir de la utilización de requisitos internacionales, mucho más restrictivos que otras leyes de la región, y de escuchar a la opinión científica.
Todo inició en 2013 cuando aumentó la preocupación por la sobreexplotación de las aguas de esta región del mundo, que abarcan 6 mil 435 kilómetros de costa, y se observó que sus poblaciones marinas se redujeron como nunca antes.
De acuerdo con la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca), el país más largo y angosto del mundo generó durante las 2021 exportaciones totales de más de mil 840 millones de dólares, un 4% más que el año anterior, se trata de la cuarta economía más potente de esta nación.
Para recrudecer sus leyes en la materia, los tomadores de decisiones de Chile aprobaron una norma que se centró en la pesca industrial, principalmente, y que permitió dos elementos claves de gobernanza que han sido un punto de inflexión en la paulatina recuperación de la costa chilena.
Por una parte, se crearon comités científicos, responsables de asesorar sobre la cuota pesquera y de guiar en la respuesta a las preguntas ¿cuánto? y ¿qué se puede pescar?; Y, por otra, le dieron forma a los comités de manejo, en el que participan todos los actores involucrados, desde las instituciones públicas hasta las plantas de procesado y los propios pescadores.
También se fomentó la fiscalización de las prácticas y los observadores a bordo.
Después de aplicar este tipo de normas, los resultados de una pesca sostenible y responsable comenzaron a dar frutos, aunque es un proceso lento.
Rodrigo Polanco, encargado de pesquerias del Marine Stewardship Council (MSC) en América Latina, aseguró que “cuando empiezas a hacer bien las cosas, tomará tiempo. Pasa lo mismo con la recuperación de las poblaciones más afectadas. No es automático. Pero de las 16 pesquerías mencionadas en las cifras oficiales, 10 están en los niveles deseables de biomasa en el agua. Lo más importante es observar cómo se han ido recuperando en el tiempo. Y el caso de Chile es notable”.
Hasta ahora, dos de cada diez pesquerías industriales de Chile, tienen el visto bueno de MSC, debido a que cuentan con unas exigencias que van más allá de las ya rigurosas normativas.
Además, la certificación respecto a los estándares globales de Marine Stewardship Council para garantizar la sostenibilidad de los productos del mar, recibió recientemente el reconocimiento en la COP-15 como una herramienta científica para revertir el alarmante declive en la biodiversidad del mundo.
A pesar de que los beneficios de la pesca responsable son infinitos, el marco legal no siempre es suficiente, pero sí imprescindible.
De acuerdo con Polanco, “no siempre se tiene la certeza absoluta de cuántos peces hay bajo el agua, los efectos del cambio climático, si los pescadores cumplen… Hay miles de factores que no controlamos, pero esto es un ciclo de mejora continua. Y este es el único indicador para constatar las buenas prácticas y sus resultados. Así sean a largo plazo”.
Otro de los retos es la pesca ilegal. En Chile, el año 2020 la incautación de productos del mar extraídos de manera ilegal alcanzó las 228 toneladas.
Por su parte, en el año 2021 esta cifra aumentó a 456 toneladas. Esto, según los expertos, es apenas la punta del iceberg. En el mundo, ese “desajuste” corresponde a uno de cada cinco pescados.
La búsqueda de métodos selectivos que no aprisionen indiscriminadamente, la protección de los juveniles y de especies amenazadas o sin valor comercial que justifique su pesca permiten mantener ecosistemas, dentro y fuera de los océanos, los principales capturadores de carbono. La falta de equilibrio bajo el mar, pone en jaque también la vida en tierra.
(Con información de El País)