Un migrante de primera generación nunca pertenece al país a donde llega, Francisco Goldman

Redacción/CDMX

El migrante de primera generación nunca pertenece a la nació que llega, asegura Francisco Goldman.

Goldman nació en Estados Unidos, de madre guatemalteca y padre estadounidense.

Narra en su novela “Monkey boy” la violencia que vivió en su natal Boston, los obstáculos que enfrentó su progenitora y los choques culturales de vivir entre México, Estados Unidos y Guatemala.

Esta obra ganó el American Book Award 2022, además fue finalista del Premio Pultizer de Ficción 2022.

Cuenta la infancia del escritor en Boston, sobre todo en un viaje de cinco días para visitar a su madre.

En entrevista con Crónica, asegura que en Bostón se crece con violencia “recuerdo que una vez que estaba en mi jardín y no sé qué pasó, llegó mi vecino y tuve que pelear con él, y mi papá estaba feliz porque pude golpear a aquel niño”.

Abunda que esa fue la cultura en que creció y todavía tiene las cicatrices de las peleas de aquellos años de violencia.

“En Boston había mucho racismo, a veces era antisemitismo, antilatino o simplemente si eras raro era como estar adentro de ese conformismo gringo”.

“Recuerdo esa enorme presión que había en la escuela a ser normal, incluso, su tú eras mujer, una niña como mi hermana que practicaba el violín, se burlaban de ella por practicar violín. Si eras hombre y querías participar en teatro, decían que eras homosexual y se burlaban de ti, era mucho de ese mundo de Trump, donde todo tenía que ser muy patriota, macho”.

En la novela, desde la ficción, el autor rememora cómo practicaba tener conversaciones normales y así reafirmar un lugar común en la escuela y en el vecindario y así protegerse.

Describe que su madre luchaba contra la violencia de su padre, y la invisibilidad por ser centroamericana en Boston.

Enfatiza que el migrante que pertenece a la primera generación siempre es un extranjero en Estados Unidos, siempre está aguantando insultos y la gente tiene clichés sobre quién eres.

Incluso, en sentido inverso, cuando su madre regresó a Guatemala, ya no pertenecía a aquel país.

“En mi caso, amo a México y es donde vivo, pero nunca voy a pertenecer del todo. Guatemala es un país que amo y que odio, donde quizás yo estaría muerto o en la cárcel o en el exilio, como muchos de mis amigos guatemaltecos”.

Monkey boy fue traducida al español por editorial Almadía.

(Con información de Crónica)