La lágrimas no solo son para humedecer los glóbulos oculares, sino también brindan una gran información debido a el contacto vascular, nervioso y glandular
Redacción/CDMX
Consideramos las lágrimas como un fluido que sirve para mantener húmedo el ojo y transmitir sentimientos.
Así, podemos llorar cuando se nos mete algo en el ojo o cuando estamos muy tristes o muy alegres. También pueden faltar si padecemos el síndrome del ojo seco.
Pero cuando las examinamos con detalle utilizando las tecnologías que tenemos a nuestra disposición, como los análisis de proteínas (proteómica) o de las grasas que tienen disueltas (lipidómica), nos proporcionan datos sobre el funcionamiento de nuestro organismo.
Incluso nos podrían ayudar a diagnosticar enfermedades de forma precoz.
Un grupo de investigación de la Universidad del País Vasco, que trabaja en el sistema visual, lleva investigando las lágrimas desde hace más de 20 años, por lo que ahora sabemos que:
Aunque el componente fundamental de la lágrima es agua salada, contiene otras muchas sustancias disueltas; fundamentalmente, una capa grasa secretada en la base de las pestañas por las llamadas glándulas de Meibomio, que están en el interior del párpado y desembocan en la superficie ocular.
Este componente se mezcla con el acuoso, excretado por las glándulas lacrimales y, al parpadear, se organiza de tal forma que la grasa queda en la zona superficial, lo cual, impide la evaporación de la parte líquida.
Asimismo, la lágrima está en contacto con la superficie ocular gracias a unas moléculas denominadas mucinas, que anclan la lágrima a la córnea (la parte transparente del ojo).
Precisamente, la córnea es la parte más inervada del organismo –es decir, a donde llegan más terminaciones nerviosas–, por lo que las lágrimas tienen un contacto casi directo con el sistema nervioso.
Y, por último, la conjuntiva (parte blanca del ojo) está muy vascularizada, tiene abundancia de vasos sanguíneos.
Por eso, si se liberan sustancias del sistema vascular, las podemos detectar también en las lágrimas, que bañan esta parte del órgano visual.
En resumen, podríamos decir que la lágrima está en contacto con los sistemas vascular, nervioso y glandular. Una gran fuente de información, pero en un volumen muy reducido.
Los biomarcadores son moléculas biológicas que se encuentran en la sangre u otros líquidos o tejidos del cuerpo, y su presencia avisa de si el organismo funciona normalmente o no.
Por tanto, se utilizan para predecir enfermedades. Cuanto antes tengamos información sobre la alteración de algún marcador, antes podremos corregir o curar lo que la causa.
Todos entendemos que unos niveles altos en sangre de glucosa pueden ser indicativos de diabetes; los de colesterol, de enfermedades cardiovasculares; y los de PSA, de problemas prostáticos.
En estos momentos, el análisis de la lágrima está en desarrollo para disponer de lo que se denomina point of care (diagnóstico inmediato), dispositivos que permiten analizar de forma sencilla y rápida alguno de esos marcadores.
El grupo de investigación acaba de publicar un artículo donde se han detectado varias moléculas candidatas a ser biomarcadores de párkinson.
La esperanza es explorar otras que nos permitan identificar precozmente más dolencias neurodegenerativas, como el alzhéimer.
Y en el apartado oncológico, varias publicaciones recientes indican la posibilidad de analizar las lágrimas para diagnosticar el cáncer de mama.
Un paso importante en este campo ha sido el diseño de un tipo de lentillas que se colocarían sobre el iris (la parte coloreada del ojo) de la persona. Disponen de unos pocillos microscópicos donde se deposita el líquido y que permiten hacer el test diagnóstico directamente en el ojo.
Tras ponerse a prueba en el laboratorio con lágrimas de pacientes, los investigadores han identificado marcadores relacionados con el cáncer de mama, aunque no han sido testadas directamente en personas.
(Con información de rtve.es)