Científicos del Centro de Investigación Genómica en Barcelona, España, desarrollaron una nueva metodología que permite delinear un mapa de los “botones secretos” para activar o desactivar algunas funciones de las proteínas
Karen Rivera / Ciudad de México
Un grupo de científicos del Centro de Investigación Genómica en Barcelona, España, desarrolló una nueva metodología que permite delinear un mapa de los “botones secretos” para activar o desactivar algunas funciones de las proteínas, lo que puede ayudar en la fabricación de fármacos más eficientes y seguros.
Para conocer más sobre el tema, en esta ocasión nos acercamos a André Faure, investigador del Centro de Regulación Genómica y Júlia Domingo, investigadora del Centro del Genoma de Nueva York.
«Lo que hemos logrado con este estudio es descifrar un método para encontrar todos los interruptores, todos los sitios donde puedes controlar la función de una proteína. Y hasta ahora no se sabía cómo encontrar ese tipo de mapa tan completo, tan global de cualquier tipo de proteína», explicó André Faure.
Por su parte, Júlia Domingo mencionó que el método o la metodología que han diseñado es una combinación: «Le llamamos experimentos de fuerza bruta, o sea hacemos todos los cambios posibles en estas proteínas, centenares o miles de estos cambios, que normalmente cambiamos las secuencias de aminoácidos de las proteínas, que son estos componentes que forman las proteínas, y las combinamos, a veces les hacemos una mutación o les hacemos dos, y analizamos los efectos de todas estas mutaciones en un solo experimento. […] Esto es lo que nos permite saber exactamente, por ejemplo, qué mutaciones o qué regiones de la proteína están involucradas en funciones vitales».
Las células del cuerpo humano funcionan como fábricas y las proteínas son las máquinas que hacen el trabajo pesado dentro de éstas.
Como cualquier máquina, para que las proteínas funcionen requieren de un sitio activo. Imagínelo de la siguiente manera: el sitio activo de su auto es el motor y para arrancarlo o componerlo, necesita su control particular o activar los comandos ocultos en la carrocería, lo mismo pasa con las proteínas, para que realicen su labor, se requiere encontrar aquellos sitios alostéricos, es decir la región específica que produce la activación o inhibición de la misma.
El alosterismo es lo que el Premio Nobel Jacques Monod, uno de los fundadores de la biología molecular, llamó el segundo secreto de la vida.
«Lo que hace a estos sitios alostéricos especiales es que, cada uno de estos, son muy específicos para cada proteína, evolucionan de una manera distinta a como han evolucionado los sitios activos», agregó Domingo.
«Nuestro método te da toda la información de este mapa, de dónde están los sitios más importantes o que tienen más probabilidad de funcionar», afirmó Faure.
La metodología, que hace uso de la inteligencia artificial, sirve como un control remoto para cada proteína y a su vez, este control puede ayudar a desarrollar medicamentos que ubiquen los sitios alostéricos de las mismas y no las intervengan de manera general.
«Los sitios activos son muy específicos para cada proteína y los hace bastante únicos, si nosotros sólo queremos modular la actividad de una sola proteína, utilizar como diana un sitio alostérico nos hará que este fármaco sea mucho más específico que cualquier otro», concluyó Domingo.
Sin duda, un método que será la base de la biotecnología del futuro.
Imagen de portada: Una imagen tridimensional que muestra una proteína humana con otra molécula (en amarillo) en el sitio activo, con un gradiente de color azul a rojo que muestra un potencial creciente de efectos alostéricos. ANDRÉ FAURE/CRG