Se inauguró el pasado domingo el Pabellón Reina Roja, el cual a partir de ahora forma parte del discurso museográfico del Museo de Sitio «Alberto Ruz L’huiller”, adyacente a la Zona Arqueológica de Palenque
Redacción / Ciudad de México
El primer domingo de este mes, el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Cultura y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), inauguró este domingo el Pabellón Reina Roja, el cual a partir de ahora forma parte del discurso museográfico del Museo de Sitio «Alberto Ruz L’huiller”, adyacente a la Zona Arqueológica de Palenque.
El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, explicó que el descubrimiento de la tumba de señora Ixik Tz’aka’ab Ajaw se dio en 1994; su sarcófago de piedra estaba acompañado de ofrendas y un ajuar acorde a su rango. Se determinó que se trataba de un entierro femenino, con recubrimiento en cinabrio de color rojo intenso, por ello, se le conoció como “Reina Roja”; ahora se sabe que su nombre es Ixik Tz’aka’ab Ajaw, a quien las evidencias señalan como consorte de Pakal ‘el Grande’, el gobernante más importante de la ciudad entre los años 615 y 683 d.C.
Según fuentes epigráficas, agregó, «la señora Ixik Tz’aka’ab Ajaw falleció el 13 de noviembre de 672 d.C. y sus restos fueron depositados en la subestructura conocida como Templo XIII, junto al Templo de las Inscripciones, donde 11 años después de la muerte de la señora, sería inhumado Pakal ‘el Grande’, el 28 de agosto de 683 d.C., cuya tumba fue encontrada por Alberto Ruz L’huiller en 1952, en uno de los hallazgos más importantes de la arqueología mundial».
También agregó que la reina fue sepultada con un tocado; probablemente lucía el peinado que era de uso común en la nobleza. El tocado está conformado por 103 teselas hechas principalmente de un mineral conocido como onfacita, 11 de concha y 37 de caliza, finamente talladas, las cuales en su conjunto componen una representación del llamado “dios narigudo”, probablemente, Chaac.
Debajo del tocado se halló una diadema doble constituida por pequeños discos, un collar y dos orejeras; debajo del tocado y la diadema, colocada parcialmente sobre el rostro, se encontraba la pieza principal del ajuar de la reina: la máscara, que consta de 116 piezas, de las cuales 110 son teselas de malaquita, dos de obsidiana y cuatro de jadeíta blanca, en ella destaca la naturalidad de los rasgos faciales. Sobre el tórax se encontraba una prenda distintiva de la realeza maya: el k´ub, una capa tejida que el cubría el pecho y los hombros; en este caso, decorado con más de 170 pequeños discos de jadeíta, onfacita y albita, rematando en la parte central inferior por un pequeño rosetón, complementado con una pequeña cabeza de mono.
De acuerdo con una nueva transcripción de los textos glíficos, a cargo del epigrafista Guillermo Bernal, ahora se plantea que el nombre de quien fuera consorte de Pakal ‘el Grande’ no era Ixik Tz’akbu Ajaw, “Señora Gobernante de las Sucesiones”, sino Ixik Tz’aka’ab Ajaw, “Señora Gobernante de las Generaciones”.
Esta relectura es, en realidad, un perfeccionamiento del nombre anterior, ya que no hay una diferencia diametral entre las voces “sucesión” y “generación”, sin embargo, para el académico, la raíz tz’aka’ab (sucesión u ordenación generacional) realza la asociación divina que tuvo el personaje, al tiempo que es un término que también tiene el sentido de “cosa eterna o imperecedera”, concepto afín con la idea de “continuidad generacional”.
“El ‘Gobernante de las Eternas o de las Innumerables Generaciones’, entendidas estas como dinastías, fue una deidad patrona de la familia gobernante de Palenque, así como de toda la colectividad del señorío”.
A esa figura se le concibió como un gobernante primigenio y paradigmático, ligado con la fundación mítica o legendaria de los jerarcas, y como un rector sobrenatural de las sucesiones o relevos del poder a través de las eras.
Ello indica que, a pesar de que Ixik Tz’aka’ab Ajaw no era oriunda de Lakamha’ sino de Oox Te’ K’uh, una provincia sujeta al poderío de Palenque, se le asignó ese nombre tras contraer matrimonio con K’inich Janaab Pakal, el 19 de marzo del año 626 d.C.
“Pakal —señaló Bernal Romero— fue un personaje muy sacralizado, pero también su esposa. La tumba de ella es tan compleja como la de aquel; sabemos que fue sacralizada al morir por la propia composición de su ajuar, cuyo tocado contiene una advocación al dios Chaak”.
Incluso, antes de su fallecimiento en 672 d.C. —once años antes que su longevo esposo—, debió dársele un tratamiento de divinidad a Ixik Tz’aka’ab Ajaw, “ya que dio a luz a los hijos y sucesores de Pakal: K’inich Kan Bahlam, entronizado en 684 d.C., y K’inich K’an Joy Kitam, quien accedió al poder en el año 702”.