Esta serie surge a partir de la emergencia y de la necesidad de saber. Pedimos a algunas personas que nos compartieran sus experiencias de vida en estos días de crisis y algunas fotografías
Ciudad de México (N22/Redacción).- Daniel, por motivos de trabajo, salió de la Ciudad de México a Brasil el día martes 10 de marzo. Su viaje de negocios consistía en dar algunas conferencias en Brasil, Perú y Colombia. Viendo que la situación sobre el Covid-19 no era tan grave, decidió emprender el recorrido planeado sin saber que en el extranjero se encontraría con la decisión del cierre de fronteras de aquellos países, lo que provocó que su estancia se viera interrumpida. Decisión que lo llevó a vivir una de las experiencias, que como él lo dice, más complicada que ha vivido para poder regresar al país.
A continuación compartimos su testimonio.
-Salí de la Ciudad de México el martes 10 de marzo. En esta ocasión salí del país por mi trabajo. Salgo, en promedio, dos semanas por mes para visitar a algunos de los clientes. Yo trabajo en un empresa alemana que fabrica unos sensores, distribuidos de fibra óptica, lo que significa que se convierte el cable de fibra óptica en un sensor, como si fuera un nervio, y por medio de ese cable puedes censar temperatura o señales acústicas. Tiene diferentes aplicaciones, una de las más grandes es poder censar temperatura y poder monitorear incendios.
En Brasil estuvo todo bien. Di una conferencia y después me regresé a Perú, en teoría el martes 17 de marzo iba a tener mi primera conferencia, sería un evento en el que iban a estar alrededor de treinta personas para ver todo lo de la tecnología que maneja la empresa, pero cancelaron todos los eventos, el que tenía el día martes 17. El miércoles 18 tenía otro evento en Colombia, iba a hacer escala en esos países, pero al final como todo esto cambió de manera repentina, a partir del sábado 14 para acá tuve que hacer todos estos cambios, mi viaje original era regresar de Perú luego a Colombia y luego a México.
El lunes 16 tomé un vuelo a Bogotá, Colombia, llegué en la madrugada, y a las 8 de la mañana del día martes 17 salí para México, regresé después de mediodía. Estaba preocupado por no saber cuál sería el protocolo de regreso, esperaba que me revisaran. Cuando llegué a Perú yo venía de Brasil, y me revisaron la temperatura bajando del avión con “una pistola” de tipo laser, y ya, pero a final del día eso no mide nada, según entiendo los síntomas puede durar de cuatro a cinco días o más, y no sabía cómo sería en México, por lo que me decían, no revisaban a nadie. Yo me voy a revisar porque estuve en Brasil, estuve en Perú, y la verdad no me gustaría contaminar a alguien.
Mi experiencia en el aeropuerto fue complicada. Esta es la quinta vez que estuve en el aeropuerto de Lima, Perú, y siempre ha sido muy rápido, de hecho considero que es un aeropuerto “nuevo” en Latinoamérica, y no me refiero al tamaño, sino en calidad de servicio, pero el día lunes se convirtió en una central de camiones, en algo muy complicado porque había mucha gente con prisas, con problemas de salud, gente con familias que no tienen dinero para quedarse más días por el cierre de la frontera. Más que la crisis por la pandemia había mucha crisi emocional, todo mundo se quería ir. Si te puedo dar un resumen, era como la película de Titanic, en la escena donde todos quieren ofrecer dinero, quieren pagar rápido para subirse a la lancha de rescate, así estaba el aeropuerto ese día. Era demasiada gente, algunos con reprogramación de vuelos para otro días, o como yo, que logré cambiarlo. Otros, que no tenían ningún vuelo y que simplemente fueron buscando o esperando comprar su boleto, que estaban carísimos; por ejemplo, si su precio es normalmente de cinco mil pesos u ocho mil pesos, estaban en cuarenta mil, cincuenta mil pesos, y hubo gente que pagó eso para poder irse.
Entonces fue yo creo que la experiencia más complicada, de no saber si te vas o no, si te quedas atrapado en ese país quince días, o te puedes ir porque alguien no llegó al vuelo y tú tomas su lugar, que fue algo parecido a lo que paso en mi caso.
En mi trabajo me dijeron que encontrará la manera de salir de ahí, y que viera la posibilidad de regresar a México lo antes posible. Realmente como la empresa donde trabajo es alemana, toda la gente está allá, y ahorita ellos también están muy aislados, todo mundo ya esta haciendo home office. Es una empresa no muy grande, somos como ochenta personas en todo el mundo, y en Alemania son alrededor de cincuenta empleados. Hasta el momento no sé de alguien que esté contagiado allá, pero sí están en un estado de seguridad, de no salir, de estar aislados totalmente, todos trabajando desde su casa. Por eso también me quería regresar, para hacer lo mismo, no salir. Y si voy a estar aislado, mínimo sea en mi país y no en el extranjero, donde no conozco a nadie.
En la Ciudad de México vivo solo ya desde hace varios años, actualmente rento cerca del Parque Bicentenario. No me preocupa porque sé que no contagiaría a nadie. Pero aun así, en el camino tuve contacto con otras personas. Voy a salir a comer o hacer mi súper, entonces quiero saber qué pasa con eso. Hasta el momento no tengo nada, me siento muy bien. Quizá sea más el pánico mental, como uno ve tantas cosas a su alrededor, gente con tapabocas, en caos, en pánico, gente vaciando tiendas, pues como que te vas causando ese miedo.
Llegando a la Ciudad de México
Llegué a la ciudad de México después de mediodía, no me revisaron nada. Al menos en el aeropuerto de Perú o Colombia nos midieron la temperatura, o nos preguntaban de dónde veníamos. Aquí nada. Me sorprende, la verdad.
Imágenes: © Daniel Vázquez Monsivais