Alumnos del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México, diseñaron el proyecto Ya’ax, que significa “Verde que trae una nueva vida»
Ciudad de México (N22/Karen Rivera).- Si voltea a su alrededor se dará cuenta que está rodeado de plásticos, entre ellos las cotidianas bolsas que tardan en desintegrarse hasta 150 años, según datos de Greenpeace. Y si a esa bolsa le agrega basura orgánica, probablemente estos residuos llegarán a un vertedero y se almacenarán ahí hasta por setenta años. Bajo este contexto, alumnos del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México, diseñaron el proyecto Ya’ax, que significa “Verde que trae una nueva vida” en maya, y que busca acelerar el proceso de descomposición de este tipo de desechos.
Paula Gómez, estudiante del TEC de Monterrey:
«Ya’ax es un biomaterial inteligente que se asimila mucho al plástico. Lo que nosotros desarrollamos es un producto similar al bioplástico, pero fuimos un paso más allá, este biomaterial no sólo no contiene nada plástico, sino que es cien por ciento hecho de material orgánico.»
Víctor Flores, ingeniero Biotecnológico: «Esto es un material inteligente, hecho cien por ciento de materia orgánica, de hecho, el 80% es carbohidrato y el otro 20% es proteína.»
Para el proceso de fabricación de Ya’ax se utilizan las propiedades del almidón, un hidrato de carbono, presente en el reino vegetal, como en los tubérculos: la papá, el rábano, el maíz o la cebolla. Como el almidón es considerado un polímero natural, sólo requiere de un manejo determinado de temperaturas y de factores plastificantes para ser transformado en una malla y, con ayuda de moléculas de proteínas, podrá crearse una bolsa.
«La parte de proteína que está añadida a esta fórmula lo que va a hacer es darle mucho más soporte a la estructura de las moléculas orgánicas, esto para que puedan aguantar temperaturas mucho más elevadas y también para que pueda, de alguna forma, abrigar los microrganismos que van a estar dentro de la malla», señaló el biotecnólogo.
A lo que Paula añadió: «Este material se puede reintegrar cien por ciento al medio ambiente, además de que reduce nuestra huella de carbono, cuando la basura orgánica se pudre genera gases invernadero como es el metano o lixiviados, que contaminan nuestros suelos. Con este material evitamos que eso pase ya que no sólo se degrada, sino que también degrada todos los residuos orgánicos con los que este en contacto. […] La mayoría de los bioplásticos son compostables, esto quiere decir que tienen que irse a una composta para poder degradarse, nuestro material no requiere ese proceso, ya que contiene unos microrganismos que aseguran su degradación en cualquier situación.»
Los residuos orgánicos que sean colocados en esta bolsa se pueden descomponer en un periodo de dos semanas a un mes, y una vez concluido este proceso es posible obtener una composta que puede ser utilizada como abono para plantas y cultivos.
«Nosotros nos centramos en la economía circular, no solamente queremos sustituir al plástico, sino, también, este biomaterial se puede crear a partir de residuos de diferentes industrias como la alimenticia, dándole una segunda vida a estos residuos que al final se vuelven a reintegrar a los suelos», señaló Paula Gómez.