El inicio del libro es fuerte:
¿Cómo un niño que apenas tiene cinco años es obligado a bajar a la tumba número
7 de Monte Albán? Con esa experiencia comienza Alejandro Caso el relato de sus
memorias en Siguiendo mis huellas, libro
editado por Conaculta como parte de la colección Memorias Mexicanas 2013.
¿Cómo un niño que apenas tiene cinco años es obligado a bajar a la tumba número
7 de Monte Albán? Con esa experiencia comienza Alejandro Caso el relato de sus
memorias en Siguiendo mis huellas, libro
editado por Conaculta como parte de la colección Memorias Mexicanas 2013.
Alejandro fue hijo de uno de los
historiadores mexicanos más reconocidos, Alfonso Caso, y de la escritora María
Lombardo Toledano. Desde ahí se puede suponer que ya tiene bastantes historias
qué contar, pero por lo mismo, debió saber escoger cuáles son las mejores para que se
presentaran en un escrito que llevará al lector hasta los momentos más íntimos.
historiadores mexicanos más reconocidos, Alfonso Caso, y de la escritora María
Lombardo Toledano. Desde ahí se puede suponer que ya tiene bastantes historias
qué contar, pero por lo mismo, debió saber escoger cuáles son las mejores para que se
presentaran en un escrito que llevará al lector hasta los momentos más íntimos.
Guillermo Arriaga afirma en la «Presentación» del libro que Alejandro Caso cumple con un prerrequisito necesario:
“cuenta una vida interesante” y si a esto se le suma una redacción bastante
digerible en primera persona, la lectura se vuelve más un deleitable.
“cuenta una vida interesante” y si a esto se le suma una redacción bastante
digerible en primera persona, la lectura se vuelve más un deleitable.
Arriaga
dice que no conoció a Alejandro Caso, pero después de leer sus memorias es
como si desde siempre lo hubiera conocido.
En el libro también se habla de
la caza, actividad que disfrutaba el arquitecto, y traslada al lector hasta
África, lugar que visitó y en donde cazó un leopardo, suceso que pudo terminar
en una tragedia; sin embargo, sólo vio desde las ramas de un árbol, cómo la
fiera devoraba a una manada de babuinos.
la caza, actividad que disfrutaba el arquitecto, y traslada al lector hasta
África, lugar que visitó y en donde cazó un leopardo, suceso que pudo terminar
en una tragedia; sin embargo, sólo vio desde las ramas de un árbol, cómo la
fiera devoraba a una manada de babuinos.
Como éstas y más historias,
Alejandro Caso da a conocer, de una manera coloquial y expresiva, anécdotas que
marcaron su estancia en este mundo. “Toda vida es fascinante, pasen, pasen
ustedes. La visita al arquitecto Alejandro Caso y a su vasta memoria les
producirá sin duda una perdurable, aleccionadora y gratísima memoria a
ustedes”, dice Hugo Hiriart. (Perla Velázquez).
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