El día 8 de marzo, que cae en domingo, se realizará la marcha para pedir que pare la violencia contra las mujeres; el 9 se ha convocado a un paro nacional, que ninguna mujer esté en las calles, en las escuelas, en los trabajos…
Ciudad de México (N22/Ana León).- En una entrevista hecha a Leila Slimani, escritora y periodista franco-marroquí, en La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, le preguntaba sobre su texto Sexo y mentiras donde habla de que la sociedad nos niega el derecho a desear y en su novela Canción dulce esa negativa del derecho a desear se extiende a lo profesional, a las aspiraciones de vida. En el segundo libro, Slimani plantea cómo el deseo profesional se convierte en una historia casi de terror. Y ella respondía:
«Sí, quería explorar, qué significa para una mujer querer explorar todo, tener este deseo de ser todo, ser una mujer, ser amante, una profesional, ser madre, ser solamente un individuo. Y muy a menudo, si lees novelas clásicas, Madame Bovary o Anna Karenina, las mujeres ahí quieren todo: pasión, amor, hijos, dinero y siempre son castigadas, siempre van a morir, porque se supone que las mujeres no deben quererlo todo. Se supone que deben estar satisfechas con lo que tienen: un esposo, un hijo y una casa. Deben ser felices y no deben de pedir por nada más.
Pienso que los hombres siempre se han sentido temerosos del deseo de las mujeres, del deseo sexual de las mujeres, porque no saben cómo manejarlo y, también, de la ambición de las mujeres, ¿qué pueden hacer ellos con la ambición de las mujeres? Ellos nos dicen “Ok, si quieres trabajar, trabaja. Haz lo que quieras”, pero no nos ayudan, no nos dan la posibilidad de hacer todo para hoy tener todo. Todo el mundo dice que las mujeres tenemos que luchar para tener más, pero algunas veces pienso que tal vez debemos luchar para hacer menos, porque hacemos demasiado. Y algunas veces yo sólo quiero hacer menos.»
Y traigo esto a colación, a propósito de los múltiples cuestionamientos sobre el paro del 9 de marzo. ¿Por qué molesta tanto que paremos? ¿Por qué se crean teorías conspirativas sobre la organización de la marcha y la organización del paro para descalificarlos? Coincido con Leila Slimani, las mujeres hacemos demasiado para “demostrar” que somos capaces, que nuestra opinión vale, que nuestro trabajo vale, que nuestra presencia en este mundo vale. Y vale y cuenta igual que la de cualquier otro ser humano en este planeta. Ese “extra” no debería existir. Esa “diferencia” que hoy es necesaria, no debería existir. Tendríamos que «luchar para hacer menos, porque hacemos demasiado».
Es por eso que se invita a parar un día. Podría pensarse que es un gesto mínimo parar un día. No es así, es un gesto enorme.
El 24 de octubre de 1975 el 90% de las mujeres en Islandia decidieron demostrar su importancia yéndose a huelga. Tomaron las calles y exigieron igualdad de derechos respecto a sus pares masculinos. Éste fue un momento decisivo. Muchas fábricas, tiendas y bancos cerraron; y muchos padres no tuvieron otra opción que llevar a sus hijos con ellos al trabajo. Esto sirvió también para unir a mujeres de diferentes clases sociales.
La lucha no ha cambiado mucho, en México seguimos exigiendo igualdad en la paga, en las horas de trabajo, en la carga de trabajo, en las labores de cuidado. Seguimos exigiendo se legisle con perspectiva de género, se enseñe con perspectiva de género. Que no pase más que en un hombre «la historia sea historia y en una mujer la historia sea histeria».
Y, aún más, que paren los feminicidios en un país y un gobierno que se han quedado estáticos e inoperantes frente a una «emergencia feminicida» en donde 10 mujeres son asesinadas al día.
Escribe Brenda Lozano en su columna en El País titulada “Queremos quemarlo todo”:
«La emergencia feminicida que cruzamos en el país está ligada a un Estado que ignora la emergencia que no se resuelve con dar con los asesinos de un caso, sino con atender el problema de fondo».
Una emergencia a la que el presidente de este país respondió en su conferencia de prensa matutina, que se necesita «que haya bienestar material y bienestar del alma». Ante el silencio de ellos, la ambigüedad y la falta de una postura concreta, las acciones nuestras.
Manifestarnos es nuestro derecho. Elegir la forma, también.
«El feminismo es encontrar el camino para vivir juntos y ser iguales. Y ser feminista no es sólo luchar contra la desigualdad entre hombres y mujeres, es estar en contra de todas las desigualdades entre pobres y ricos, entre razas, toda clase de desigualdades. […] Por supuesto que no quiero hacer la guerra. Quiero vivir en un mundo donde mi hijo no sea mi enemigo, donde mi hermano no sea mi enemigo y que sea un mundo que pueda compartir con él […] Es por eso que peleo, que muchas de nosotras peleamos hoy, porque no queremos que nuestras hijas enfrenten las mismas cosas. Y espero que para mi hija no sea problemático ser una mujer, que para ella sea sólo ser “un ser humano”»: Leila Slimani.