Un diálogo en diferentes direcciones bajo la idea de movilidad que ha permeado el trabajo de la artista se presenta en Caminanta, exposición en el Museo del Chopo
Ciudad de México (N22/Ana León).- Dice Lourdes Grobet que Caminanta, la exposición que aglutina casi cinco décadas de trabajo y que revisa obras hechas desde 1960 hasta ahora, es una especie de retrospectiva, pero enfatiza que aunque se puede pensar así, esa idea se difumina porque «los trabajos escogidos hicieron temática, porque se trata de desplazamientos, de viajes, de movimiento y por eso le pusimos Caminanta, porque casi la mayor parte de los trabajos son hechos en movimiento o implican traslado, viajes.»
Tal vez la obra que más se identifica o que permanece con más fuerza en nuestra memoria de esta artista plástica es la que hizo en torno a la lucha libre, de figuras como El Santo, del folclore y el color y lo cotidiano de ese ambiente al que le dedicó tanto tiempo que bien dice «lo podría considerar como uno de sus trabajos documentales». Pero su obra apunta a otras direcciones, «en mis viajes voy documentando cosas, siempre sobre una idea. No es una documentación turística, sino voy desarrollando ideas. Hay unas fotos que se llaman Tomadas con las patas, porque me puse la cámara en la pierna, entonces no vi yo las fotos que estaba tomando y dejé que la cámara encuadrara y todo, claro, siempre desde cierto control técnico. […] Ahorita estoy trabajando en el Estrecho de Bering, tengo tres proyectos hechos que también implican movimiento, traslado, viajes, y esas obras son producto de todo este tipo de movimiento.»
Volvemos a hablar de Caminanta. Además de la suma de una obra de casi cincuenta años, Grobet presenta obra nueva, «hice una obra comunitaria, es una obra nueva que va a estar en la exposición, convoqué a gente de aquí del barrio y a gente conocida e imprimieron sus huellas en dos mantas que espero que el día de la inauguración estén colgadas en las torres del museo.»
Previo a este encuentro leí que su trabajo no es el resultado de una búsqueda sino de encuentros, pero ella me dice que no, que no es así, que trabaja por ideas «y así lo desarrollo. Sería lo equivalente a la prensa donde una cosa es ser columnista y otra cosa es ser editorialista. Cuando tengo una idea, la reflexiono, leo, la trabajo. No es así nada más salir a sacar fotos. Claro que también hay encuentros, pero vienen ya desde un punto de vista y de una reflexión anterior donde ya trabajé la idea de lo que voy a desarrollar. No es solamente encuentros, sino son encuentros organizados, encuentros planeados.»
De la misma forma me dice que un tema o un proyecto se agota hasta que las ideas se agotan. Ahora termina el segundo documental en Bering porque había ideas, pero abstractas, entonces «una vez más tirarse al abismo». Nuevas ideas suceden a otras y a otras, y es sólo cuando se agota el tema que la artista abandona un proyecto. Pero siempre el fin es el principio de un comienzo nuevo, y la maquinaria creativa no para porque no hablamos de inventarse algo, pues para esta artista la relación con el mundo es por los ojos, como nos dice. Lee, «me encanta leer», pero la manera de dar salida a las ideas es por los ojos: «mi relación con el mundo es visual».
La misma Grobet se mantiene en un movimiento contínuo, «así a mí me gusta trabajar y el peligro me entusiasma y me provoca.» Y ese riesgo y ese peligro no sólo se acota a los espacios en los que se aventura, sino también en cuanto a reinventarse en técnicas y estrategias de comunicación que transforma conforme a su tiempo:
«Empecé pintando porque yo desde chica supe que mi relación con el mundo era a través de los ojos. Gracias a Mathias Goeritz que fue mi maestro fundamental, con él empezamos a hablar de los medios, te estoy hablando de los sesentas, ahí me di cuenta que no tenía ningún sentido pintar, y creo que mi generación fuimos los primeros en concebir la multimedia y que empezamos a trabajar con multimedia, en ese momento yo trabajaba con cosas muy rudimentarias, como transparencias. También usé sensores, usé luces, usé proyecciones. Luego llegó en el 96 un momento donde me di cuenta que ya la foto fija, no quisiera ni decir la clásica, pero la fotografía de principios de siglo XX para mí ya estaba agotada. En ese momento, en una residencia que hice me dediqué justamente a tratar de entender las computadoras y cambiar todo mi discurso al discurso digital, porque para mí mi trabajo implica lenguaje, es mi forma de decir las cosas, entonces si no te pones al momento y no hablas como se está hablando en ese momento, pues te quedas muda.»
Caminanta se inaugura este jueves en el Museo del Chopo.