- Es interesante ver como estos intelectuales que han surgido, han vuelto a su origen y aplican lo aprendido en sus pueblos
Distrito Federal, 30/10/13, (N22).-
Benzulul lo escribió a los 20 años, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas y en Xalapa, en ese entonces Eraclio Zepeda no imaginó el alcance que tendría su primera obra literaria publicada en 1959.
Traducido a distintos idiomas como francés, inglés, ruso, polaco y húngaro, Benzulul reaparece en Tzeltal, lengua indígena hablada en Chiapas. La noticia causó gran satisfacción a su autor, quien platicó en entrevista para Agencia N22.
Como escritor universal ¿Cuál es su sentir de que Benzulul pueda leerse en su lengua natal, puedan leerlo sus paisanos?
Yo creo que la única manera de ser universal es ser profundamente local, tener los pies enterrados en tu propia tierra. Este año la Biblioteca Mínima tradujo Benzulul a la lengua que le enseñó su madre, al Tzeltal. Tener a Benzulul en Tzeltal fue como el regreso a casa, como recoger los pasos, como volver a empezar, me causó una gran satisfacción. Tuve la fortuna de conocer al grupo de jóvenes que lo tradujo y quiero seguir manteniendo contacto con ellos. Creo que Rosario Castellanos, que es la otra chiapaneca traducida, tendría el mismo sentimiento de felicidad de que esto hubiera ocurrido.
Escritor, político y actor, ¿Cómo observa el panorama actual de los indígenas en nuestro país?
Si alguien va por primera vez a las regiones indias de Chiapas y de todo el país, se sentirá impactado por la diferencia que hay entre cómo vivimos el resto de los mexicanos y ellos. En cuestión académica, aunque el grado de analfabetismo sigue siendo de los más altos entre los mexicanos, hay intelectuales y universitarios entre los indígenas, no hay una sola carrera de la UNAM en la que no haya presencia india chiapaneca. Es interesante ver como estos intelectuales que han surgido, han vuelto a su origen y aplican lo aprendido en sus pueblos.
¿Cuál sería la mejor técnica para fomentar la lectura en estas comunidades?
Yo creo que lecturas colectivas, leer en voz alta, podría ser un camino. Si se camina con los dos pies, el pie del libro impreso y el pie de la obra grabada en un disco, el camino será más rápido. Esta publicación de Benzulul al Tzeltal podría ir acompañada con discos grabados en Tzeltal, porque considero que hay mucho más gente que escucha a que lee. Como decía una gran escritora chiapaneca indígena “en mi pueblo pocos leen, pero todos oyen”.
Toda su obra está basada en Chiapas, ¿Escribirá algo sobre los chiapanecos del presente?
Acabo de terminar una serie de cuatro novelas. Lo que estoy escribiendo en este momento son dos libros en forma paralela. Uno es de crónica, sobre cosas que he visto en el mundo y en México, cosas que tenido la fortuna de ver y digo fortuna porque siempre fui caminador y andariego. El otro libro es de cuentos sobre Chiapas, de gente que vive en Chiapas, pero que no nació ahí, cuentos sobre chinos, japoneses, árabes, judíos.
¿Cómo observa la salud del cuento y de la literatura mexicana, en general, en la actualidad?
Está en una época formidable, el cuento y la poesía han sido siempre las formas literarias por antonomasia en la literatura mexicana, tenemos magníficos novelistas, magníficos ensayistas, muy buenas gentes en dramaturgia, pero la poesía y el cuento siempre han estado presentes. Actualmente hay una enorme cantidad de jóvenes con nuevas voces y caminos a pesar de que van pisando sobre lo ya recorrido, pero lo que más me entusiasma, en los últimos tiempos del siglo XX para acá, ha sido la aparición en bloques de mujeres escritoras.
La tercera novedad que encuentro es la aparición de escritores en lengua india, eso no existía. Yo creo que esa es la nueva riqueza de la literatura mexicana: jóvenes, mujeres e indios.
Benzulul en Tzeltal forma parte de la Biblioteca Mínima de México, que organiza la Universidad Intercultural de Chiapas en colaboración con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.