Una breve aproximación al líder militar y campesino en palabras del historiador Felipe Ávila Espinosa
Ciudad de México (N22/Óscar Cortés).- Emiliano Zapata (1879-1919), una mirada al líder militar y campesino desde la voz del historiador Felipe Ávila Espinosa, parte de la Dirección General Adjunta de Servicios Históricos del Instituto Nacional de estudios Históricos de las Revoluciones de México:
«Emiliano Zapata es uno de los personajes más importantes en la historia de México. Es el personaje que mejor simboliza la lucha de los campesinos por la tierra, la justicia, la libertad y la dignidad.
Era un líder auténtico, natural, un campesino de una clase media rural a la que pertenecía su familia. Zapata no era un campesino sin tierras, Zapata tenía pocas tierras, pero eran suyas, y las trabajaba. Tenía animales, tenía caballos —eran su fascinación los caballos—, tenía un grupo de mulas con los que transportaba mercancías en el territorio Morelense.
Era un rebelde que tenía problemas con la justicia desde muy joven porque no se dejaba, dos veces fue sometido por el ejército por la fuerza, por la leva de la etapa porfirista en donde a los pobres, a los vagos, a los presos y a los rebeldes se les obligaba a engrosar las filas del ejército.
Zapata fue un representante popular elegido por los viejos de su pueblo, Anenecuilco, en 1909, como presidente del consejo y los ancianos le encomendaron la custodia de los títulos de propiedad que le acreditaban que el pueblo de Anenecuilco era propietaria de sus tierras desde la época colonial, para ellos eran sagrados, y habían sido custodiados de generación en generación por una especie de mayordomo que se hacía cargo y pagaba con su vida el mantener esos títulos en custodia.
Era un campesino con el que la gente se identificaba porque, además, fue un líder que no dejó de ser un líder sencillo, un líder humilde, un líder que nunca aceptó venderse, el mismo Madero le ofreció haciendas, cuando le pide que deje sus armas, le ofrece una hacienda y le dice que él no entró a la revolución para hacerse hacendado, al contrario, él entró a la revolución para acabar con los hacendados.
Creo que debe ser el líder más auténtico de la Revolución Mexicana, el más congruente con sus ideales. El que nunca dio un paso atrás para traicionar la confianza que habían depositado en él. Por eso es que muchos campesino, muchos obreros, muchos estudiantes, muchos profesores, muchos sectores populares en la medida que se ven obligados a luchar por sus demandas se identifican con Zapata, lo esgrimen como estandarte y por eso, vemos que ha sido una figura icónica que los ha acompañado en la mayoría de las movilizaciones y las luchas populares importantes al menos de 1968 hasta la fecha.»