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Un mes después del sismo del 19 de septiembre el MUAC organizó una jornada de análisis y reflexión sobre la acción y logística ciudadana detonada por la emergencia
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Imagen: Warp / Oscar Adame
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Ciudad de México (N22/Ana León).- De pie en la sala. Un minuto de silencio. Así inicia una jornada de análisis, una autopsia del desastre. Como parte de la construcción de una mirada multidisciplinaria orquestada por el MUAC, la institución universitaria abrió sus puertas para realizar una jornada de conferencias o, mejor dicho, recuento de daños, de lo sucedido el pasado 19 de septiembre cuando, 32 años después, un sismo nos volvía a cimbrar física y socialmente.
Un mes después de la catástrofe viene la autopsia: Arquitectura y desastre: Autopsia urbana y logística ciudadana tras el 19s, es el nombre que se le dio a esta jornada que inició con un análisis de las pérdidas de inmuebles. Se habló de lo que ya se sabía: la información sobre zonas de riesgo y las cualidades del suelo en la Ciudad de México, existe. El Atlas de Riesgo, que usa la SHCP y las inmobiliarias, y la tecnología para determinar el grado de afectación después de diez minutos de ocurrido el sismo, se tiene, de acuerdo a lo dicho por el Dr. Eduardo Reinoso, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, a cargo de la primera de cuatro mesas que integraron la orden del día. Se tiene también un reglamento de construcción producto del sismo de 1985 cuya aplicación se relajó a partir del 2004. ¿Qué pasó? Diferentes intereses se pusieron en juego. Tras el sismo se vio que varios de los edificios afectados sustituyeron su planta baja por espacios de estacionamiento lo que debilitó la base de la estructura y potencializó el colapso.
Evidente ha sido la irresponsabilidad de las autoridades en materia de construcción para otorgar permisos y licencias, dar por buenas obras que no cumplían con los requisitos mínimos de calidad. Pero, ¿y la responsabilidad de los ciudadanos para con los espacios que habitan?, se pregunta Reinoso al mostrar un par de fotos del edificio C1 del Multifamiliar Tlalpan, una estructura de cinco pisos que quedó reducida a su planta baja. Al analizar la imagen del colapso de este edificio, el especialista duda sobre si la negligencia, en este caso, se produjo por parte de los inquilinos pues por la forma en que se produjo el derrumbe es probable, dice, que éstos hayan hecho modificaciones internas de la estructura sin los estudios debidos para no dañar la misma, debilitarla. La pregunta es válida y pertinente, pues si bien se ha obviado la negligencia y falta de capacidad de acción y respuesta a desastres naturales por parte del gobierno y se ha destacado, a la par, la capacidad de organización ciudadana, es necesario, también, cuestionar qué es lo que nosotros como responsables de los espacios que habitamos, hemos hecho o dejado de hacer. Tras el terremoto de 1985 hemos estudiado la naturaleza de los sismos, pero no ponemos la misma atención a la naturaleza de las construcciones que habitamos en nuestro día a día, reflexiona Reinoso,
El grado de nuestra responsabilidad como ciudadanos de los efectos del sismo y las posteriores acciones de ayuda emprendidas fue el tema de la segunda mesa de esta jornada centrada en el trabajo de #Verificado19s, colectivo multidisciplinario reunido en Centro Horizontal que por medio de Twitter y Google Maps informó la localización de puntos de ayuda, centros de acopio, derrumbes, riesgo de derrumbes y necesidades de víveres, recursos humanos, material médico y de construcción, todo en tiempo real. ¿Cómo se organizaron tan pronto? Un día después de la tragedia ya había gente trabajando para, como su nombre lo indica, “verificar” todo el cúmulo de información que inundaba las redes sociales y que más allá de informar, desinformaba y llevaba a la generación de pánico y caos. Arelí Carrión, que junto a Alberto Serdán, estuvo presente en esta charla, señaló la razón por la que este grupo se organizó de manera tan rápida: la construcción previa de relaciones de confianza y de trabajo.
La especialista en temas de movilidad pidió no mitificar la acción ciudadana activa en esos días. La red de redes de organización ciudadana no surgió de la nada, es una organización que se ha construido años atrás a través de actuar en diferentes iniciativas, desde 2009, y pelear por diferentes causas en temas sociales como derechos humanos, acceso al agua, elecciones, entre otros. Uno de esos vínculos fue el trabajo realizado para la conformación de la Constitución de la Ciudad de México. Es decir, toda la gente involucrada en este proyecto comparte intereses comunes de establecer planes de acción desde la ciudadanía. Esa misma red de redes funcionó para responder a la emergencia desde ese mismo nivel, explicó. El tema es la conciencia ciudadana, un ejercicio que precisa de trabajo diario, constancia y responsabilidad, del poder de estar informado, de ejercer ese poder para eliminar burocracias rancias y verticalidades, actuar de manera horizontal, procurar la tolerancia, buscar una mejor ciudad, desechar estructuras paternalistas y sobre todo, la responsabilidad de conocer nuestros derechos y hacernos responsables de ellos.
El acceso a la vivienda es uno de esos derechos. Y en materia de vivienda y su reconstrucción se basó la tercera de estas charlas en las que participaron Gabriela Carrillo, de Taller Rocha-Carrillo, que inició la propuesta Reconstruir México; Isadora Hastings y Arturo Ortiz, moderados por Alejandro Hernández Gálvez, director de contenidos de Arquine. Si bien Reconstruir México ha planteado el análisis puntual de casos para no demoler lo que aún sirve y poder reutilizar materiales para reducir los costos de la reconstrucción, también plantea que en lugares como Morelos, donde se ha desarrollado su actividad principalmente, el Istmo de Tehuantepec y Chiapas, se priorice una estrategia de trabajo que permita mantener y combinar tipologías constructivas características del lugar así como el uso de materiales de la región como el adobe, en el caso de Morelos, por ejemplo. Contrario a esta postura, Reinoso que participó en la primera mesa, habló de lo poco efectivo que sería la implementación de dicho material y Arturo Ortiz, que sí formó parte de ésta, señaló que habría que «romper con esa relación de romanticismo con el adobe».
En su participación, Hastings también habló de la importancia de preservar este aspecto del patrimonio cultural de las comunidades del Istmo, con base en su experiencia de trabajo en dicha región: «Iniciar el trabajo para la autoconstrucción e incluir a la gente en el proceso constructivo de su espacio para promover la reconstrucción no sólo estructural sino de la misma comunidad. Lograr la reconstrucción, además, de las redes comunitarias a través de la organización y la toma de decisiones». Una vez más, el tema de la responsabilidad y la implicación ciudadana en la organización y toma de decisiones se pondera como punto base para la transformación.
Si bien #Verificado19s funcionó también como fuente de información para instancias gubernamentales y desde la perspectiva de Ortiz, Reconstruir México, sería una especie de mediador entre los damnificados y el gobierno -aunque hasta el momento este grupo no ha explicado si busca tender estos puentes y la forma en que lo haría-, Antonio Martínez, parte del equipo de Horizontal, que junto a el periodista Salvador Camarena, participó en la última mesa, reflexionó sobre la desvinculación de la organizaciones y la sociedad civil con el Estado, y la calificó como “una nociva indiferencia de no exigir lo que se tiene que exigir al Estado y su responsabilidad”, acción que a un mes del sismo no se ha dado.
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