Redacción/CDMX
Alguna vez se han preguntado ¿cómo influye el idioma que hablamos en nuestras emociones? Y ¿cómo cambia la forma en que percibimos la realidad?
Diversos estudios en psicolingüística, psicología cognitiva y antropología lingüística indican que el idioma nos permite comunicarnos, pero también moldea nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos.
Otros estudios han demostrado que las personas bilingües se comportan de diferente manera, dependiendo el idioma en el que se están expresando. También los interlocutores lo perciben de una forma distinta.
La lengua materna suele tener una mayor intensidad emocional sobre la segunda lengua, por ejemplo, al contar una experiencia o recuerdo, las personas lo describen con más emotividad en su lengua nativa, por ser el idioma con el que etiquetaron ese momento.
En cambio, si lo expresan en su segundo idioma, existe cierta distancia emocional, por lo tanto, se reduce la ansiedad o el estrés al contar momentos no gratos.
Además, usar uno u otro idioma, puede influir en la construcción del discurso y revelar aspectos culturales y sociales propios de las comunidades lingüísticas a las que pertenecemos.
De acuerdo con un estudio realizado a bilingües chino-inglés en Estados Unidos, los participantes indicaron que sentían mayor comodidad al expresar sus emociones en inglés, aunque experimentaban más intensidad emocional al externarlas en mandarín.
Nuestras experiencias de vida, la edad de adquisición de los idiomas y el contexto de uso, influyen en cómo procesamos y expresamos nuestras emociones en diferentes lenguas.
Quienes estudian otro idioma, si se sienten felices o identificados al aprenderlo, será clave para saber si se sienten extraños cuando lo hablen. A mejor actitud, habrá también una mayor satisfacción en el proceso y una mejor conexión emocional con la lengua.
(Con información de The Conversation)