Redacción/CDMX
De un tiempo para acá parece que las personas están atadas a su celular usándolo la mayor parte del tiempo.
Existen muchas razones para explicar esto, pero una de las más impresionantes es que las aplicaciones que más consumen nuestro tiempo están diseñadas deliberadamente para engancharnos porque así es como sus creadores ganan dinero.
Estas aplicaciones son parte de lo que se le conoce como la “economía de la atención” en la que efectivamente lo que se vende es nuestro interés y los datos a lo que es probable que le echemos el ojo.
En este tipo de economía no somos los clientes de estas aplicaciones, lo son los anunciantes. Nosotros somos esencialmente el producto; manipulados para regalar nuestro activo más valioso, nuestra atención.
¿Por qué esto es importante? Porque a fin de cuentas solo recordaremos a lo que le ponemos atención, solo experimentamos aquello a lo que le ponemos atención.
Claro que hay muchas razones por las que podemos o necesitamos prestarle atención a nuestro teléfono, pero también es importante recordar que al igual que el tiempo, nuestra atención es finita; cada minuto que pasamos inmersos en el celular es tiempo que no dedicamos a algo que realmente nos pueda importar.
Conforme se va haciendo más repetitivos se suman minutos, horas, días, semanas y meses que no se recuperan.
Si quieres comprobarlo por ti mismo, busca tu tiempo frente a la pantalla y saca el cálculo para ver cuántos días sumas en un año. Como ejemplo es común que una persona use cuatro horas diarias el celular, eso equivale a poco más de 60 días completos cada año.
La forma en que los creadores de aplicaciones nos enganchan es imitando las técnicas utilizadas por las máquinas tragamonedas de los casinos, estas están diseñadas para desencadenar la liberación de dopamina (un neurotransmisor que ayuda a nuestro cerebro a registrar cuándo vale la pena repetir un comportamiento y nos motiva a repetirlo).
Este neurotransmisor es esencial para nuestra especie ya que es la que garantiza que sigamos haciendo cosas como comer o reproducirnos, lo complicado con esta es que no es discriminatoria con ninguna actividad que la libere.
Si un comportamiento causa la liberación de esta, estaremos motivados a repetir ese comportamiento sin importar si es bueno para nosotros como el ejercicio o dañino como el consumir drogas o perder una hora viendo Tik Tok.
Mientras más a menudo se haga estas actividades es más probable que se haga un hábito, o en casos extremos: una adicción.
Esto quiere decir que, si quieres crear un producto o algoritmo que enganche a la gente el secreto es bastante claro: incorpora tantos desencadenantes de dopamina como puedas en tu diseño de producto.
Exactamente eso es lo que han hecho los diseñadores de tecnología; nuestros teléfonos están llenos de tantos desencadenantes que hasta el experto Tristan Harris, cofundador y director ejecutivo del Center for Humane Technology, se refieren a los teléfonos como máquinas tragamonedas que guardamos en nuestros bolsillos.
Por ejemplo, algo que nos genera esa liberación de dopamina son los colores brillantes, también la novedad, la imprevisibilidad y la anticipación, todo lo que experimentamos casi cada vez que revisamos el celular.
Otro gran desencadenante son las recompensas, en el caso de las maquinas tragamonedas obviamente es el dinero, en nuestros celulares suelen venir en forma de afirmación social, como un me gusta o un comentario en alguna publicación, esta es la razón por la que es más fácil perder el tiempo en aplicaciones como las redes sociales, noticias, juegos, compras y correo electrónico.
Es importante percatarse de que esto ocurre, ya que de lo contrario podemos condicionarnos tanto a buscar dosis de dopamina en nuestros dispositivos cual ratones de laboratorio entrenados para jalar una palanca para obtener comida.
Harris escribió: “Nunca antes un puñado de diseñadores tecnológicos habían tenido tanto control sobre la forma en que miles de millones de nosotros pensamos, actuamos y vivimos nuestras vidas”.
La dopamina nos ha condicionado tanto que creemos que revisar nuestros teléfonos es un comportamiento que vale la pena repetir, y cuando no podemos revisar nuestros teléfonos a menudo sentimos ansiedad, esta es desagradable e incómoda entonces ¿Qué hacemos para aliviarla?
Exacto, revisar el celular y al hacerlo nos encontramos con un disipador de dopamina lo que refuerza la idea de que revisar el dispositivo es un comportamiento que vale la pena repetir, creando un circulo vicioso.
(Con información de The Guardian)