Redacción/CDMX.
Las tasas de mortalidad son altas entre las personas mayores, pero los primeros días y semanas de vida también son muy riesgosos.
Las tasas de mortalidad son más altas el día del nacimiento, aquí es cuando se introduce al bebé en un nuevo entorno, lo cual supone un cambio repentino. Algunos recién nacidos mueren por complicaciones en el parto, asfixia y traumatismos.
Durante los próximos meses, los riesgos disminuyen debido a que los órganos vitales y el sistema inmunológico del bebé se desarrolla más, lo que los hace más capaces de sobrevivir.
Después del primer año de vida, las tasas de mortalidad disminuyen durante la niñez. Por ejemplo, el riesgo de morir de un niño de diez años es casi cincuenta veces menor que el de un bebé.
A lo largo de la edad adulta la tasa de mortalidad sigue en aumento debido al incremento de las enfermedades que ocasionan la muerte.
A medida que envejecemos, nuestras células se dañan por lesiones, estrés y mutaciones del ADN.
¿Cómo han cambiado las tasas de mortalidad con el tiempo? Aunque son muy altas en la infancia y aumentan exponencialmente durante la edad adulta, estos riesgos son mucho menores que en el pasado.
El riesgo de morir al final del primer año de vida era aproximadamente 100 veces menos en 2021 que en 1921.
Los datos provienen de la Oficina de Estadísticas Nacionales de Inglaterra y Gales, que tiene datos históricos sobre la muerte durante el primer año de vida.
Los nacidos en 1980, tuvieron una tasa de mortalidad anual 36 veces menor que los nacidos en 1800 y los niños de 10 años tuvieron una tasa 50 veces menor que los nacidos en ese mismo año.
En conclusión, el día que nace un niño es el día más peligroso de la vida. Después del nacimiento, los riesgos de morir disminuyen, pero vuelven a aumentar de manera repentina durante la adolescencia.
Finalmente, en la edad adulta, las posibilidades de morir crecen exponencialmente.
(Con información de ourworldindata.org)