Redacción/CDMX
Tener la capacidad de recordar todo parece ser una habilidad que a todos nos gustaría tener, para Funes el Memorioso fue más una maldición.
A los 19 años se dio un gran golpe en la cabeza al caer de un caballo. Este suceso lo dotó con la capacidad de recordar todo.
Funes es una ficción que nació de la mente de Jorge Luis Borges.
Sin embargo, quien realmente existió y contó con la habilidad de recordar un discurso completo palabra por palabra fue el mnemonista profesional ruso Solomón Shereshevski.
El caso de Solomón lo estudio el neuropsicólogo Alexander R. Luria, escritor del libro La mente de un mnemonista» (1968).
La memoria de Shereshevski era prodigiosa, puesto que, podía recordar con precisión largas series de letras, números y palabras que solo le eran mostradas una vez.
La capacidad de retención de la información de Shereshevski perduraba a pesar de las décadas, era una memoria fotográfica, de modo que, cosa que veía, leía o escuchaba se transformaba en un recuerdo que percibía con total claridad.
Por otro lado, contaba con la incapacidad de obtener información después de leer textos largos, comprender los dobles sentidos de la poesía, los chistes, los refranes, los razonamientos lógicos y matemáticos.
Pero lo que más sorprendía era la dificultad que tenía para recordar las caras y las voces de otras personas.
Otro caso similar al de Solomón Shereshevski es el de Jill Price, una mujer norteamericana que esta dotada con la capacidad de poder recordar no solo de manera clara, también de manera vivida, sus recuerdos y los experimenta con la misma intensidad emocional como cuando lo vivió.
Lo que ella experimenta es un condición llamada hipertimesia, lo que quiere decir que cuenta con una memoria autobiográfica que le es disfuncional y patológica.
La problemática de contar con esta memoria es que Jill no controla el acceso a esos recuerdos.
Jill, mencionó, “la mayoría de la gente lo considera una bendición, pero yo lo llamo carga. Cada día repaso mi vida entera en mi cabeza y me está volviendo loca”.
Los test de inteligencia que se le realizaron a Jill revelaron que tiene un capacidad cerebral normal, pero, detectaron que tiene carencias en el pensamiento abstracto y en otras funciones ejecutivas.
Caso contrario al anterior es el de los mnemonistas profesionales, son personas que se dedican a memorizar largas listas de números, palabras o fechas rápidamente.
Ellos, cuentan con la misma capacidad de memoria que cualquier persona promedio, pero la diferencia radica en que ellos adquieren esta capacidad mediante entrenamiento.
A pesar de todo el arduo entrenamiento, los mnemonistas comenten errores de memoria como el resto de personas. Se olvidan de dónde dejaron las cosas, o de alguna fecha y es que la memoria es algo que no se puede tomar como un registro histórico de los hechos.
La memoria es algo incierto, no es reproductiva sino reconstructiva: abstrae, resume, esquematiza, construye y generaliza desde el momento en que recibimos la información.
Lo que leemos o escuchamos lo olvidamos, desmenuzando la información y quedándonos únicamente con aquello que es de relevancia.
Por eso nuestra memoria se convierte en una atracción de nuestras experiencias, así es como debe de trabajar una memoria sana.
Nuestra memoria sirva para que con base a los recuerdos podamos prever el futuro y saber actuar en situaciones similares.
Olvidar las cosas o no recordar los hechos es una forma de sanar la propia mente, descartar información que no es necesaria es fundamental, olvidar es necesario para poder seguir recordando.
(Con información de BBC Mundo)