Redacción/CDMX
En la cima de las montañas del sur de Perú, se encuentra Machu Picchu, hoy una atracción turística mundial, pero alguna vez fue el palacio real de un emperador.
Un equipo de investigadores ha descubierto restos con una increíble diversidad genética de aquellos que llamaron hogar a Machu Picchu.
El imperio inca, formado en 1438 por el primer gobernante Pachacuti Inca Yupanqui, gobernó un extenso territorio de 2 millones de kilómetros cuadrados a través de la cordillera de los Andes en América del Sur.
El conocimiento de Machu Picchu se perdió, después de la colonización española, siendo redescubierto por aventureros a principios del siglo XX.
En 1912, la Expedición Científica Peruana de Yale documentó 174 personas enterradas en el lugar, además de encontrar artefactos de cerámica junto a algunas personas.
Los restos dejan ver una diversidad cultural con estilos de las regiones costeras y del norte de Perú, así como de las tierras altas de Bolivia cerca del lago Titicaca.
De todas las muestras analizadas, encontraron restos de individuos de ascendencia de Perú, Ecuador, Paraguay y Brasil.
Todos los individuos fueron enterrados juntos, sin importar su ascendencia, lo que podría implicar que se les consideraba iguales o que llegaron a Machu Picchu de forma independiente entablando relaciones y teniendo hijos.
Después de analizar los huesos, mencionaron que vivieron vidas cómodas, algunos llegaron hasta la vejez, no mostraron signos de desnutrición, enfermedad o lesiones por trabajo pesado.
Estos hallazgos pintan una imagen de Machu Picchu como un verdadero punto de acceso de diversidad dentro del imperio inca distinguido como un centro culturalmente rico dentro del paisaje antiguo.
(Con información de The Conversation)