Por qué los debates son estúpidos y peligrosos, según Platón

Redacción/CDMX

Para Platón, una persona que tiene por prioridad la verdad, era un espécimen raro.

Normalmente cuando se entra en un debate, es decir, el discutir sobre alguna temática, hay un factor que prevalece en ese tipo de análisis y que es una debilidad que aqueja a la humanidad desde tiempos remotos: el orgullo.

Es por ello que la mayoría de las personas que participan en un debate solo se preocupan por ganar.

La diferencia filosófica entre dialéctica y debate es que en la primera, en donde dos personas –con puntos de vista opuestos-, discuten cuál es la mejor posición, su preocupación será qué es lo correcto y en la mejora de las posiciones, por sí sola.

El debate, sin embargo, tiene que haber un ganador y un perdedor.

Es como una especie de deporte, puedes entrenar para mejorar en el debate, con la intención de que los argumentos de tu oponente parezcan débiles.

Es por esta razón que Platón pensó que los debates eran cosas muy estúpidas y peligrosas.

En la Grecia de Platón, los sofistas eran considerados una especie de filósofos, de maestros de la retórica (que es el arte del habla persuasiva), sino también de la erística.

La erística es la voluntad que tiene una persona de usar cualquier medio que encuentre a la mano para ganar en un debate.

Por ejemplo, en un debate sobre política económica, el erista podría decir: «Bueno, por mi parte, no aceptaría consejos económicos de alguien que compra su traje en Wal-Mart».

Y es que el tema de la sofistería ha adquirido una mayor relevancia en la era de las redes sociales, de los videos en línea, de los podcasts.

En este sentido el sofista contemporáneo y experimentado no se preocupará por la verdad, sino por el espectáculo.

(Con información de BIG THINK)