Leticia enfrentó a Colombia y Perú, pero unió a Gabo y Vargas Llosa

Redacción/CDMX

Lo que para Colombia representó la única guerra que haya librado contra otra nación de América Latina, para Perú fue un conflicto de menor escala.

Se le conoce como “la guerra colombo-peruana” o “el conflicto de Leticia”.

A Gabriel García Márquez, el conflicto que duró ocho meses le valió el comentario: “Difícilmente se puede concebir una fábula más inverosímil y desternillante que este esperpento histórico”.

Tenía la idea de escribir con el peruano Mario Vargas Llosa para que cada uno contara la versión de su país.

En una entrevista de 2010, Vargas Llosa recordó que planearon escribir una novela a cuatro manos sobre la guerra peruano-colombiana pero ya nos se concretó.

Y abundó, “hablábamos de ello, cambiábamos ideas: se trataba de una guerra fatochesca por un pedazo de la Amazonia, pero era más divertido hablarlo que realizarlo”.

¿Cuál era el contexto?

A principios del siglo XX, los límites de los países de América Latina no eran del todo claros.

Colombia y Perú reclamaban sus territorios apelando a jurisprudencia propia.

En 1931, un año antes del conflicto, Colombia publicó su mapa oficial.

Al tener como antecedente que Perú había perdido Tecna y Arica en guerra con Chile, el sentir peruano estaba exaltado.

El 1 de septiembre de 1932, soldados y oficiales peruanos llegaron a Leticia, hoy capital del departamento del Amazonas de Colombia.

Arribaron disparando a las casas de habitantes colombianos, sin herir a nadie, tomaron como prisioneros a seis funcionarios y a 19 colonos-policías colombianos.

La noticia de la toma de Leticia llegó a Bogotá al día siguiente, Enrique Olaya Herrera, presidente colombiano de la época, intentó la vía diplomática, sin descuidar el fortalecimiento del ejército.

Pues se encargó de adquirir barcos y material militar en Europa y adaptó aviones comerciales para el combate.

Aunque al inicio del conflicto, Perú tenía ventaja militar, al terminar la guerra Colombia había logrado superarlos en equipamiento.

En un principio, Lima no había autorizado la toma de Leticia, sin embargo, al ser infructuosos sus esfuerzos de disuadir los ánimos de la población guerrerista, decidió respaldarlos.

El conflicto no tuvo muchos enfrentamientos, pero lo que marcó el desenlace fue el asesinato del presidente peruano Luis Sánchez Cerro el 30 de abril de 1933, por las tensiones políticas que vivía su país.

Óscar Benavides, el nuevo mandatario buscó una solución al conflicto con sus vecinos y el 23 de mayo de 1933 se firmó un acuerdo de paz en Ginebra.

Un año después, el 24 de mayo de 1934, se ratificó que Colombia tenía el dominio de Leticia.

Aunque no llegó a escribirse la novela de los dos premios Nobel, Vargas Llosa recordó el hecho en “Pantaleón y las visitadoras” donde puede leerse la siguiente conversación:

Qué graciosa esta noticia en El Comercio–hace una mueca Pochita–.

En Leticia un tipo se crucificó para anunciar el fin del mundo. Lo metieron al manicomio pero la gente lo sacó a la fuerza porque creen que es santo ¿Leticia es la parte colombiana de la selva, ¿no?

(…)—Ahora es Colombia, antes era Perú, nos lo quitaron…

(Con información de BBC Mundo)