El dolor crónico se puede medir usando señales cerebrales

Hasta hoy, las investigaciones sobre dolor crónico utilizaban medidas indirectas de la actividad cerebral como la resonancia magnética o la electroencefalografía

Redacción/CDMX

El dolor es una de las experiencias subjetivas más importantes y básicas que una persona puede tener.

Sabemos que la percepción del dolor se da en el cerebro y hasta ahora no se podía ubicar dónde y cómo se procesan las señales de dolor en el cerebro.

No había una forma de medir objetivamente su intensidad.

Prasad Shirvalkar, profesor Asociado de Anestesia de la Universidad de California en San Francisco encabezó un equipo de investigación que localizó objetivos biomarcadores de la gravedad del dolor crónico en cuatro pacientes con dolor crónico en su vida diaria.

Para ello ha usado un implante cerebral -el cual puede registrar señales neuronales durante muchos meses-.

El estudio fue parte de un ensayo clínico más amplio destinado a desarrollar una nueva terapia de estimulación cerebral para tratar el dolor crónico intenso.

Su equipo implantó quirúrgicamente electrodos en los cerebros de cuatro pacientes con dolor posterior a un accidente cerebrovascular y dolor de miembro fantasma para registrar señales neuronales en su corteza orbitofrontal, un área del cerebro asociada con la previsión y la expectativa, y la corteza cingulada, un área asociada con la emoción.

Este experimento proporciona la primera evidencia directa de que el dolor crónico involucra áreas de procesamiento de información del cerebro distintas de las involucradas en el dolor agudo.

El dolor crónico, -aquel que dura más de tres meses-, afecta hasta 1 de cada 5 personas en los EE. UU.

En 2019, la incidencia de dolor crónico fue más común que la de diabetes, presión arterial alta o depresión.

El dolor neuropático resultó del daño al sistema nervioso, como un accidente cerebrovascular y el dolor del miembro fantasma, a menudo no responde a los tratamientos disponibles y puede afectar significativamente la función física y emocional y la calidad de vida.

Una mejor comprensión de cómo medir la actividad cerebral para rastrear el dolor podría mejorar el diagnóstico de las condiciones de dolor crónico y ayudar a desarrollar nuevos tratamientos como la estimulación cerebral profunda.

(Con información de THE CONVERSATION)