Vivir en la calle… por tres generaciones

Redacción/CDMX

En su adolescencia, Mayra vivió violencia en casa y huyó, ahora tiene 36 años.

Sobrevivió en las calles de la Ciudad de México, consumió drogas y a veces, por temporadas, familias de amigas la albergaban.

Su primer hijo quedó al cuidado de su mamá.

Cuando se embarazó por segunda vez, se mudó a casa de los padres de su pareja.

Cuando este terminó en la cárcel, ella regresó a las calles porque sus suegros la maltrataban.

Salió del hospital con Karla (como llamó a su recién nacida) para arrullarla en la calle, recuerda que “solo éramos ella y yo. Tenía que comprar alimentos, pañales, leche”.

Este fenómeno es cada vez más frecuente, según la organización El Caracol, que busca la inclusión social de las poblaciones callejeras.

Aseguran que no hay cifras oficiales, pero algunos investigadores hablan de hasta cuatro generaciones que han habitado la calle. Pero ellos aún no lo han documentado.

Luis Enrique Hernández, director de El Caracol explica que la primera generación está formada por personas que no han vivido afuera de manera permanente.

Por eso han sobrevivido, pues la esperanza de vida en las calles es de entre 30 y 40 años.

Las razones para que se perpetúe por generaciones es la pobreza e inexistencia de políticas de apoyo para familias en desventaja cultural, social y económica.

Refiere que no están en la calle por gusto, pues que una persona viva tanto tiempo en la calle, al grado que tenga hijos y ellos tengan descendencia, es decir, tres generaciones en la vía pública “es porque falla todo el sistema de protección de derechos humanos del Estado”.

Karla crecía y Mayra intentó rentar un lugar permanente, pero no lo consiguió,  vendía dulces o trabajaba como conserje.

En tanto Karla que buscaba terminar la primaria con la ayuda de albergues fue regresada con su mamá por un conflicto en su última casa hogar.

Mayra no deseaba que su hija regresara a la calle pero la pandemia complicó todo trámite.

Entonces tuvo a otra bebé, su pareja es faquir y limpiaparabrisas.

Con el tiempo, Karla comenzó a drogarse, al principio a escondidas, después ya no le importó que su madre supiera.

Con apoyo de El Caracol, Mayra pudo dar el depósito para alquilar una vivienda al norte de la Ciudad de México.

Karla, aún menor de edad, tendrá un bebé en febrero, y probablemente se convertirá en otro habitante en situación de calle.

El padre es también limpiaparabrisas y dejó el consumo de sustancias ante tal responsabilidad, el embarazo es de alto riesgo por la edad y complexión de Karla.

El Caracol ubica a distintas familias conformadas por tres generaciones que han vivido en la vía pública, en zonas como Garibaldi, Centro Médico y La Raza, donde se ha identificado a abuela, hijas y nietos.

(Con información de Milenio)