Con una ceremonia en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor, se inauguró esta exposición que exhibe al monolito encontrado en el corazón de la Ciudad de México en 2019
Karen Rivera/Ciudad de México
«Hace dos años la Ciudad de México nos reveló otro más de sus secretos, otro espejo enterrado. Se encontró conjuntamente con un vestigio de los antiguos mexicas, una escultura de mármol jaspeado que representa al Dios de Xochipilli», señala Vanessa Bohórquez, titular de la Secretaría de Cultura CDMX.
Con una ceremonia en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor, se inauguró la exposición El hallazgo de Xochipilli en el antiguo barrio de Santa María, Cuepopan. Muestra que exhibe al monolito encontrado en el corazón de la Ciudad de México en 2019, relacionado con el patrono de las flores, la música, la poesía, la fertilidad y la aristocracia de los mexicas.
«Ahora contamos con esta otra hermosa, no demasiado grande, versión que presenta en la cabeza una diadema con cuatro elementos circulares intercalados, posiblemente chalchihuites, ojos ovalados, pupilas resaltadas y una boca que nos deja ver siete dientes y una serie de líneas onduladas alrededor de ella que significan la flor o la mano», detalló el director general del INAH, Diego Prieto.
La pieza de Xochipilli se encontró en la calle de Violeta, casi esquina con Galeana, mientras se realizaban obras de sustitución de tuberías de agua potable y drenaje, el 17 de julio de 2019. Los detalles de la escultura permiten identificarla como el dios Macuilxóchitl-Xochipilli, que moraba en el Tamoanchan, lugar de la fertilidad y humedad, y tiene como nombre calendárico 5 Flor. Se trata de un dios joven también relacionado con el amanecer. Es probable que esta pieza sea un “penate”, es decir un elemento que se colocaba en los altares y al que se le presentaban ofrendas y flores.
«La pieza era de mármol jaspeado, el mármol jaspeado no es una materia prima que se consiga en la cuenca de México, sino que se consigue en Oaxaca, por esa zona se encuentra el lugar donde posiblemente fue extraído este material», comentó el arqueólogo del INAH, Daniel Santos y continuó. «Posteriormente, lo más probable es que se haya traído a un taller lapidario en Xochimilco, donde fue labrada, y mediante vía comercio llegó a Cuepopan. La temporalidad que se está manejando para la pieza es posiblemente del periodo Axayácatl, estamos hablando que 1467, 1470 d. C.
La pieza formará parte de la colección permanente del Museo del Templo Mayor.