Mapear mosaicos venecianos en la Ciudad de México

¿Qué experiencias estéticas contiene aún una ciudad tan releída como lo es la Ciudad de México? Al parecer, todavía muchas 

Ana León/Ciudad de México

En el capítulo “The Fanatico’s Choice” del libro Falsa guerra (Sexto Piso, 2021) de Carlos Manuel Álvarez, Fanático, por azar, recorre el Museo del Louvre solo. Ha perdido —momentáneamente— a su novia, así que decide empezar a transitar por las salas aunque ella no esté, aunque ella no pueda “explicarle” las grandes obras del arte universal que está a punto de ver. La mirada ingenua, pero no indiferente, hace de ese recorrido algo completamente nuevo. Esa otra sensibilidad de quien mira, entrega una nueva lectura de ese museo, de esas salas, de esas obras, completamente diferente a lo que conocemos. La posibilidad de esa experiencia no especializada ni académica refresca las obras, les da vigencia, las actualiza al hacerlas dialogar directamente con el tiempo presente. Las resignifica en la experiencia de ese otro extraño, ajeno, migrante. 

¿Cómo lograr que esas ciudades, esos museos, esos espacios públicos (turísticos) que han sido mapeados desde la narrativa y la fotografía hasta el cansancio tengan una nueva lectura? 

De izquierda a derecha: Veka Duncan, Dulce Martínez, Israel Ramírez (Belafonte Sensacional) y Andrés Gómez Servín en la presentación de Mosaicos de México en Buen día Pan y Café el 17 de octubre

En un ejercicio profundo de mirar, Andrés Gómez Servín, diseñador y artista tapatío radicado en la Ciudad de México desde 2007, ha dado una nueva lectura a la ciudad a través de los mosaicos venecianos. Como lo había hecho ya en Puertas de la Ciudad de México (2016), en Mosaicos de la Ciudad de México (Mixmedia.press, 2021), Gómez Servín nos acerca a otra experiencia de la ciudad: una estética. 

¿Cuánto miras de la ciudad mientras andas, mientras te mueves en transporte público o en bicicleta? ¿Cuánto miras de la ciudad mientras estás atrapado en tu auto en el tráfico? Los detalles, ¿aprecias esos detalles? Si bien esa figura del flâneur, término utilizado por Baudelaire o Benjamin, que se refiere al paseante, responde a cierto lujo, al lujo que implica el tener tiempo libre en estos días, la posibilidad de salir a caminar aún es un recurso para despejar la mente, para resistir a la hiperconexión, a la tiranía del eterno presente. La calle se abre así a los pasos de quienes, sin prisa, quieran cruzarla por algunos minutos o, en el mejor de los casos, algunas horas.

Precisamente son horas, el tiempo en sí mismo atrapado en esas paredes, lo que registra en este libro Gómez Servín. 

Sin más texto que el que refiere a las calles donde se pueden ver los mosaicos que retrata y aquel que refiere también a que esta práctica de recubrir las paredes con mosaicos venecianos, que se puede ver en fachadas e interiores de casas y edificios de la ciudad, fue característica de la arquitectura de mediados del siglo XX en la Ciudad de México, el libro nos entrega un nutrido archivo de imágenes, un registro del diseño anónimo que bien pudo responder al ánimo creativo o a la economía de materiales. De cualquier manera, lo que vemos en las páginas es parte de la identidad de la ciudad y es, también, una propuesta para leerla de otra manera, para entenderla de otra manera, para mirarla de otra manera. 

Este registro cromático es también la propuesta de un viaje en el tiempo a través de la arquitectura, un viaje para el que sólo necesitamos un par de horas y el ánimo de trascender el mero acto de caminar. 

Sobre el autor

Andrés Gómez Servín es diseñador y artista. Nació en Guadalajara, pero reside en México desde el 2007. En 2015 fundó Mixmedia.press. Su trabajo se ha mostrado en el ESPAC y en el Mexican Cultural Institute de San Antonio. 

Todas las imágenes: © Ana León