¿El diseño rediseña al humano?

Con esta pregunta como eje, la arquitecta Beatriz Colomina y el arquitecto Mark Wigley hacen un puntilloso recorrido a la historia del diseño unida a la historia de la humanidad en el libro ¿Somos humanos? Notas sobre una arqueología del diseño

Ana León / Ciudad de México 

Necesidad y valor de uso son dos ideas que surgen cuando se habla de diseño en nuestras vidas. Pero lejos de esa primera lectura está también la significación y la prestación social de los objetos. Todo a nuestro alrededor está diseñado. Desde lo más básico como una cuchara hasta la más alta tecnología.

«El diseño es lo que nos hace humanos», señalan en el libro ¿Somos humanos? Notas sobre una arqueología del diseño (Arquine, 2021), les arquitectes Beatriz Colomina y Mark Wigley. Y para dar respuesta a esta idea, hacen un recorrido puntilloso de la historia del diseño y de la historia de la humanidad. ¿Nosotros modificamos nuestras herramientas o es la herramienta la que nos modifica a nosotros? 

Hacerse preguntas sobre el valor y los efectos del diseño es relevante. Diseñamos nuevas tecnologías, pero también nuevas necesidades. El diseño nos modifica físicamente y mentalmente. Estamos rediseñando nuestra vida constantemente en redes sociales. En un presente hiperdiseñado: ¿es necesario más diseño?, ¿es necesario pensar en la moral y la ética de esos diseños? Si la conciencia es lo que diferencia la inteligencia humana de la artificial y la creatividad es una manifestación de conciencia y el diseño una manifestación de esa creatividad, el nivel que ha alcanzado el diseño hoy ¿nos hace más humanos?, ¿qué dice de nosotros como especie?

Para entender un poco más acerca de esta premisa de la que parte el libro antes citado, charlamos vía zoom con la arquitecta Beatriz Colomina.

«El diseño es lo que nos hace humanos». Me gustaría ahondar en esa idea que plantean en el libro, pues cuando se habla de la inteligencia artificial Vs. la inteligencia humana, se señala que lo que nos hace humanos es la conciencia. 

La conciencia, naturalmente. La conciencia es la que nos hace preguntarnos ¿somos humanos? Somos la única especie que se pregunta a sí misma ¿somos humanos? Pero el diseño realmente representa algo muy importante para el humano en el sentido de que el diseño siempre se presenta como algo que sirve al humano, pero en la hipótesis del libro es si el diseño rediseña al humano

Nos rediseñamos continuamente a nosotros mismos. La historia del diseño es la historia de esta evolución del concepto del humano en el que nosotros también participamos. 

Hablamos de conciencia y la conciencia se manifiesta en creación y el diseño es una manifestación de esa creación, manifestaciones de lo humano. Sin embargo, el libro también plantea que el exceso de diseño nos hace menos humanos. 

Es muy importante entender que quizá seamos el único animal que realmente diseña. Hay animales que hacen estructuras, pero nosotros realmente somos conscientes de esta actividad. Y ahora estamos en una situación en la que realmente todo el mundo está diseñado. Todo lo que ocupamos en la Tierra y fuera de la Tierra está diseñado. Tenemos el Voyager avanzando en el espacio. Quizá podríamos decir que nosotros somos una especie que, además de haber eliminado a muchísimas otras especies animales, estamos en el proceso de eliminarnos a nosotros mismos. Y eso es dramático. 

Es un momento para reflexionar hasta qué punto estamos diseñando nuestra propia extinción. Hemos diseñado nuestra propia extinción como humanos y vamos encaminados a ello sin hacer demasiados esfuerzos por controlarlo. 

Somos suicidas como especie. 

Se piensa que el diseño es un lujo, pero la cosa más básica que utilizamos en la vida diaria está diseñado. Frente a este exceso de diseño en la vida funcional, lo práctico, hasta la vida misma en las emociones y experiencias, surge la pregunta: ¿es necesario más diseño?

La especie humana es la especie que diseña. Lo que podemos es ser más conscientes de lo que estamos haciendo. En ese sentido, el diseño está abarcando todo, todo… se ha convertido en algo viral. Se habla de design thinking (pensamiento de diseño), las grandes corporaciones tienen diseñadores. El éxito de muchísimos objetos cotidianos de hoy como el móvil, como lo de Apple, etcétera, está basado en el diseño. 

Podríamos utilizar también nuestra inteligencia como diseñadores para pensar alternativas a la situación en la que nos encontramos hoy. No es una cuestión de dejar de diseñar, sino pensar en qué es lo que estamos diseñando y cómo diseñar un mundo que sea más equitativo, porque también el diseño crea muchas desigualdades. Se identifica como una cosa de lujo, pero de hecho si nos vamos al inicio de la humanidad, 200 mil años, es el momento en que existimos como humanos, ya existe el diseño. Instrumentos y utensilios que se han diseñado a lo largo de la historia y ahora nos estamos diseñando realmente a nosotros mismos con las nuevas tecnologías como el social media, por ejemplo, como los móviles que son realmente parte de nuestra vida cotidiana. 

Se habla del “buen diseño” y en este aspecto también entra la ética en lo que se diseña, en el sentido de aquello que mencionas que somo unos suicidas como especie. ¿Ahí qué tanto marca la ética en lo que se diseña? Porque se habla de diseñar para cumplir una función, se habla de diseñar para satisfacer un deseo. 

En esta ética entra también, en este momento, el entorno, lo que hablábamos antes de la destrucción ambiental en la que estamos todos embarcados y mucho el ignorar el problema por parte tanto de políticos como de diseñadores mismos. El mundo del diseño ahora no está solamente en nuestros objetos de buen diseño, que eso viene de la idea de diseño industrial que tiene solamente doscientos años, nosotros quisimos ampliarlo y extenderlo [en el libro] a la historia de la humanidad. No hablamos solamente del “buen diseño” que se originó con la industrialización y que había toda esta discusión de lo que es “el buen diseño”; había algo moral también ahí: el buen diseño, el buen diseñador. Ahora la moralidad también está en pensar en cómo contribuimos con todos estos objetos a la destrucción del entorno y eso es muy importante, porque la arquitectura y el diseño son dos de los grandes contaminadores del mundo. 

Mencionas cómo el diseño modifica a quien diseña no sólo físicamente sino mentalmente también. 

Fue una de las cosas en que hicimos más hincapié tanto en la exposición en Estambul, porque este libro se escribió en el contexto de preparar la exposición para la Bienal de Diseño de Estambul, la tercera, que fue en el 2016, y éste era un poco un libro de notas de todo lo que Mark Wigley y yo estábamos pensando en el momento de preparar la exposición, durante e incluso después. 

Y una de las cosas que empezamos a pensar es que la llegada del teléfono móvil inaugura una nueva era del humano que es el “hombre celular” y que realmente se ha convertido en una extensión de nuestro cerebro. De hecho hay estudios de los taxistas en Londres que tenían que memorizar una trama enorme de calles, tenían una parte del cerebro particularmente desarrollada. Bueno, esta parte, se viene cada vez más atrofiando precisamente porque no la utilizamos. 

Nosotros nos estamos rediseñando a nosotros mismos no solamente en el sentido de los teléfonos móviles y a través de los gifs, los mails y las fotografías que ponemos en Instagram, nos construimos a nosotros mismos, nos rediseñamos, nos presentamos al mundo en una manera que es diferente a la que somos normalmente. Y volviendo otra vez al tema de cómo el diseño nos diseña a nosotros mismos, nuestro cerebro se está atrofiando en cierto sentido y desarrollando en otros. 

Hoy somos ya casi incapaces de orientarnos en la ciudad. Antes lo hacíamos sin ningún problema. Hablamos de la manera en que el diseño de este objeto, el diseño físico, el aparato en sí mismo, nos rediseña a nosotros. 

Mencionan: «el implemento físico es primero y antes que nada, un instrumento del pensamiento». Me parece que en esta revisión súper minuciosa que hacen del diseño a lo largo de la historia del ser humano, concreta mucho de toda este mapeo. Y la pregunta iría en en este sentido: si vemos lo que se diseña hoy, ¿qué dice ese diseño de nuestro pensamiento?

Hay que hacer una distinción entre el diseño, digamos, industrial, nosotros insistimos que ésta es una parte muy limitada de lo que consideramos el diseño. El diseño, como decía antes, es lo que nos define como humanos, es una actividad que involucra a todos nosotros, no solamente a los diseñadores, sino a todos los humanos. Ahora hay muchos más teléfonos móviles que humanos y es un fenómeno global. Nos define a nosotros de una manera  mucho más radical que un sofá de un diseñador industrial italiano que quizá sólo unos pocos pueden permitirse comprarlo, pero la mayoría no. Y como decíamos hace un rato: hay bastantes más teléfonos móviles activos que personas en el mundo. 

Justo pensando en lo que mencionabas de los taxistas, esta vida hiperdiseñada ¿atrofia nuestras capacidades más básicas? Si ya no somos capaces de memorizar los cinco números que antes memorizábamos, ¿qué podemos pensar de esto? Si el diseño es una evolución del pensamiento y entre más sofosticado es el diseño en todos esos ámbitos estamos pensando que es una sociedad más evolucionada en cuestión de creación, de tecnología, pero a su vez, esa misma tecnología hace que en lo más básico seamos más ineptos. 

Bueno, más ineptos y más, de alguna manera, hábiles. Las dos cosas. En relación a lo humano hay también que pensar en todas las especies, porque realmente somos bolsas de bacteria. Solamente una parte pequeñísima del material genético nos define como humanos, un 1%. Y en términos de células humanas, solamente un 10% de nuestras células. Estamos muy cerca del mundo de los animales y hay que pensar también que el humano en ese sentido es una colaboración dentro de especies y una colaboración que tenemos que tener muy presente. Porque como humanos siempre hemos establecido una relación muy radical entre nuestra especie y todos los otros habitantes de la Tierra cuando, en realidad, nosotros también estamos involucrados. Entonces, más que el «buen diseño» o el discurso del buen diseño de otros momentos, ahora yo creo hay que pensar en una situación más sostenible y esa situación más sostenible también implica una colaboración más evidente y más intencional con el mundo de las plantas, con el mundo de los animales. Que, además, por otra parte, es mucho más saludable, porque en realidad todo este diseño —y también el tema de la enfermedad aparece en el libro—, nos ha creado un montón de problemas de salud. Es decir, hay una relación muy íntima entre la arquitetura y la salud desde el principio. Al construir espacios cerrados, en el momento que aparece la arquitectura aparece también la enfermedad; hay muchísimas enfermedades que no existían antes de la arquitectura. 

Y moviéndose ya a un momento más cercano, con la crisis de la tuberculosos nació la arquitectura moderna —y eso es relevante en este momento del covid—, con los espacios abiertos, la luz, la ventilación, etcétera. Y lo que está ocurriendo en este momento es que estos edificios modernos de cristal, herméticos, con aire acondicionado, han creado todos estas megabacterias que son resistentes a los antibióticos. En este momento está claro que hay que pensar la arquitectura de otra manera porque estamos creando realmente condiciones para enfermedades que no existían antes.