Un disco iniciado en Coyoacán y terminado en Centro Habana
Redacción / Ciudad de México
El cantautor cubano publica Silvio Rodríguez con Diákara, el disco “perdido” que comenzó a grabar hace treinta años en México junto al grupo de jazz-rock Diákara.
Silvio Rodríguez (La Habana, 1946), es una de las figuras más influyentes de la canción de autor latinoamericana de todos los tiempos y máximo representante del movimiento Nueva Trova; su producción discográfica abarca casi cinco décadas y más de cuarenta álbumes incluyendo colaboraciones, pero aún existía una joya que llevaba más de treinta años gestándose y que hoy por fin ve la luz.
Según un comunicado de prensa de la agencia Altafonte, el propio Silvio Rodríguez explica que este álbum fue grabado en 1991, en los estudios del sello PolyGram de la avenida Miguel Ángel de Quevedo, Coyoacán, en lo que antes era el Distrito Federal.
«Lo grabó el joven ingeniero Francisco Miranda, con la asistencia de Miguel Ángel Bárzagas, quien nos hacía el sonido en vivo. Llegamos allí algo cansados, con deseos de llegar a nuestros hogares, ya que acabábamos de terminar un periplo por ciudades aztecas. Fueron apenas tres o cuatro sesiones matutinas en las que alcanzamos a grabar diez temas, gracias al entrenamiento de la gira. En una mañana puse ocho de las voces que aquí se escuchan. Las otras dos conseguí ponerlas veinte años después, en los estudios Ojalá de La Habana, cuando retomé este trabajo para al fin publicarlo», se puede leer en el comunicado.
Asimismo, Rodríguez comenta que estos registros pasaron por muchas tribulaciones generando muchas aventuras, pues originalmente fueron grabados con reductores de sonido muy específicos, equipo que se conectaba a las grabadoras que se https://beachyspharmacy.com/ usaban entonces. «En Cuba no existía esa tecnología y siempre que reproducíamos las cintas escuchábamos un desagradable gis en primer plano. Esto nos hizo ver la necesidad de buscar lo que nos faltaba, para mezclar con la mayor calidad posible».
«Desde mediados de los años ochenta yo venía proponiendo en Cuba la idea de construir estudios de grabación con tecnología de punta. A fines de 1989 nos autorizaron a crear un fondo con ese propósito, que fue inaugurado con los honorarios del memorable concierto en el Estadio Nacional de Chile de 1990. Después de concluir mi colaboración con Diákara, adquirimos una multipista de 24 canales y el escurridizo reductor de sonido. Como aún nuestros estudios eran un proyecto, prestamos ambos equipos a la EGREM, que los usó durante varios años. Gracias a eso, en la calle San Miguel, en Centro Habana, logramos completar la grabación que habíamos comenzado en la avenida Miguel Ángel de Coyoacán».
Por último, Silvio menciona que la razón que durante treinta años lo ha animado a volver una y otra vez a este trabajo ha sido su calidad musical. «Diákara fue un grupo excepcional que en pocos meses consiguió una solidez y originalidad notables. […] Después de treinta años sin cejar en la realización de este proyecto, al fin lo puedo dedicar a la memoria del fundador de Diákara —uno de los más grandes bateristas que ha dado Cuba—: Oscarito Valdés (Jr.). A él, en su eternidad, agradezco el haberme invitado a inaugurar juntos esta rica experiencia».