El autor israelí conversó con la escritora mexcana Guadalupe Nettel como parte del Hay Festival Digital
Ohmar Vera / Ciudad de México
David Grossman, uno de los principales escritores israelíes contemporáneos, presentó en una conversación con la escritora mexicana Guadalupe Nettel, su más reciente novela La vida juega conmigo. En la obra, Grossman analiza a tres generaciones de mujeres cuyos lazos han sido fracturados por historias de inquietud y de guerra. La historia está inspirada en la vida de uno de los confidentes del autor, una mujer que sobrevivió el holocausto y en las atrocidades de la prisión Goli Otok, en la antigua Yugoslavia.
«Nunca conocí a una persona como Eva Panic-Nahir, toda persona es singular, pero Eva era única de una manera diferente como yo nunca había conocido, esa extremidad de tener ese poder y firmeza en sus ideas, y también esa empatía, esa ternura cuando se trataba de los seres humanos; tuvimos esa amistad que me enseñó mucho acerca de su historia de la humanidad, de las relaciones de la gente, la relación entre madre e hija, mi resultado fue este libro.»
En la novela los personajes transitan entre el amor, el egoísmo, la traición y el odio, por lo que Guadalupe Nettel cuestionó a Grossman sobre la posibilidad de que en todo ser humano exista un monstruo en potencia.
«No creo que en todo ser humano haya un monstruo, conozco muchas personas que, aun en las situaciones mas extremas, no expresan esa crueldad hacia los demás, ese mal, es más fácil ser malo en el mundo, eso es lo que cree la gente, pero si haces el bien tienes que trabajar, ser decisivo para hacer algo en contra de ese extremo de la crueldad, del odio, del mal. Siempre va a haber gente que se va a ver tentada por el mal porque te da ese sentido de pertenencia y poder, de brutalidad, pero creo que cada uno de nosotros nos debemos preguntar si queremos ser parte de esa corriente, de esa inundación de odio.»
Además de su vasta obra literaria y ensayística, Grossman, se ha destacado como un activista por la paz frente a las convulsiones en Oriente Medio. Él, que sufrió la muerte de su hijo ante un ataque del grupo paramilitar Hezbolá en 2006, insiste que, a pesar de el odio y la desesperación en el mundo, necesitamos luchar por alcanzar la paz.
«La paz nos va a permitir comenzar a vivir la vida que merecemos, porque si no buscamos la paz y solamente vivimos de un momento a otro, vamos a vivir vidas paralelas a la vida que deberíamos vivir, no viviríamos una vida auténtica, sería como un eco de tu vida real y el eco no es suficiente.»