Bordeamos por la Paz es un colectivo que surgió en febrero de 2014, en Ciudad Juárez, Chihuahua; un juego de palabras entre la frontera, el borde y la memoria
Ireli Vázquez / Ciudad de México
Según la Secretaría de Gobernación, desde que México le declaró la guerra al crimen organizado, en el 2006, y hasta abril de 2021, se tenían contabilizadas a 85 mil 053 personas reportadas como desaparecidas y no localizadas. La cifra, a la fecha, puede ser mayor.
En 2020 se registraron 977 feminicidios, mientras que, en el primer trimestre de 2021, la cifra alcanzó 508 víctimas de este delito, según el informé dado por la organización Causa en Común, a principios del mes de agosto.
Para los familiares de estas víctimas, de las diferentes violencias que se viven en el país es un golpe duro. Pues como lo comentó en entrevista Libni Miranda, integrante del colectivo Bordeamos por la Paz «es algo a lo que todas estamos expuestas».
Bordeamos por la Paz es un colectivo que surgió en febrero de 2014, en Ciudad Juárez, Chihuahua. La idea de crearlo fue a raíz de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón, que, desde el entendimiento de las integrantes, «no fue más que un baño de sangre específicamente contra la población civil, y sin ningún resultado», expresó Hazel Dávalos, fundadora del colectivo Bordeamos por la Paz.
«Bordeamos formó y forma parte de una red de colectivos. Parte de las acciones ciudadanas que comenzaron a gestarse fueron a través de esta Marcha por la Justicia y la Dignidad, de Javier Sicilia, en 2012, donde un grupo de ciudadanos que se organiza como Fuentes Rojas, sus primeras acciones fue pintar de rojo el agua de las fuentes públicas con la intención de mostrar este baño de sangre, pero como era una acción que continuamente era fácil de eliminar, comenzaron con otras acciones y la que más perduró fue la del bordado; esa iniciativa otras personas lo observan, les gusta, la apropian y forman otros colectivos», explicó Dávalos.
Es a partir de esa acción que Hazel comienza a organizarse para desarrollar el colectivo en la frontera norte del país. Ella contó que para diferenciarse de los otros colectivos que utilizaban la palabra bordar o bordaremos, deciden modifícalo a «bordeamos», en un juego de palabras entre la frontera, el borde y la acción de desarrollar estos tejidos.
«Para nosotras como mujeres fronterizas es significativa, en prácticamente todas las dinámicas el papel de la frontera. […] parte de nuestro posicionamiento era estar en los lugares públicos y reapropiarnos de esos espacios que incluso habían sido prohibidos para la ciudadanía. Al principio comenzamos con unos tendederos muy pequeñitos, no teníamos prácticamente nada, de hecho Fuentes Roja nos hizo el favor de proporcionar parte de su material para que nosotras pudiéramos contar con más», agregó Hazel.
Sin embargo, al ser una de las ciudades más golpeadas por este enfrentamiento, como integrantes decidieron cambiar la dinámica, pues tanto Dávalos como Miranda, cuentan que al comenzar a exponer y montar los bordados en diferentes zonas de la ciudad, les comenzaron a llegar más casos; «la gente se acercaba y nos empezaba a decir “ahí está una de las mamás que tiene una hija desaparecida”; o había gente que decía “ella es la nieta de mi esposo” y entonces nos daban datos complementarios; o casos que no conocíamos, y fue así que nos comenzamos a convertir en trascriptoras».
A partir de ese momento comenzaron a trabajar de manera más cercana con los familiares. Sí bien su trabajo se trataba de sensibilizar a toda la ciudadanía por la violencia que se estaba viviendo, en la parte de ser transcriptoras se dieron cuenta que era una situación más emotiva, pues los padres, madres, parejas o amigos dejaban pequeñas notas, describirán el suceso, o la familia describa el dolor que sentían por su desaparición, pero sobre todo se dieron cuenta que eran mensajes para no olvidar. Para seguir teniendo presentes a sus familiares.
«Ese fue nuestro primer proyecto dentro del bordado. Bordamos casos de desaparición sobre todo de mujeres, obviamente consideramos a hombres. Trabajamos casos de crímenes de odio, por homofobia y denuncias, como el sistema de violencia que a veces no logra cuadrar en algo en específico, como la muerte de los migrantes al cruzar el Río Bravo o en el desierto; claro que es parte de un sistema de violencia que te obliga a migrar, ya sea por condiciones de precariedad, o por condiciones del narcotráfico, desplazados… hay un montón de cosas que te obligan a llevar estas acciones, entonces bordamos desde la forma de denuncia hasta feminicidios», comentó Miranda.
Otro proyecto que tuvieron durante varios años, y que está detenido momentáneamente es: “Adopta un desaparecido”. Aquí la intención fue generar una red de apoyo con un grupo de madres que tiene a familiares desaparecidos, en la que cada ciudadano, de cualquier parte de la República Mexicana, incluso del extranjero, podía hacer el acompañamiento a una familia, tanto de manera presencial como de manera virtual, en los diferentes momentos de su exigencia de justicia por parte de los familiares, como por ejemplo, acompañarlos a las fiscalías, a las marchas o compartiendo a través de sus redes sociales las acciones que realizaban.
Sin embargo, y por cuestiones de la pandemia de covid-19, las dinámicas tuvieron que cambiar, adaptándose a nuevas estrategias de acompañamiento, ¿el resultado?: “Desde casa yo te bordo”, proyecto que toma los casos de la cartografía digital de feminicidios: “Ellas Tienen Nombre”. Mapa que muestra la ubicación geográfica donde fueron asesinadas, abandonadas y/o encontradas algunas de las niñas y mujeres víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez desde 1993 a la fecha.
«Con la intención de crear un proyecto que estuviera mucho más unificado decidimos lanzarlo de manera pública y que cada persona que decidiera sumarse pudiera bordar un caso, pusimos unas medidas específicas, tú haces el bordado de manera libre, nombrando un caso de feminicidio», explicó Miranda.
Asimismo, agregó que «una de las cosas principales es nombrar, nosotras hemos visto que son más allá de números, son más allá de estadísticas, es decir, a través del bordado y a través de todo lo que se está haciendo, ¡no es un número más, es mi vecina, es mi hija, fue mi compañera de escuela! No nos vamos a acostumbrar a estas cifras.»
Por su parte, Dávalos explicó con el último proyecto únicamente se están enfocando en Ciudad Juárez; sin embargo, cree importante que «esta base de datos está constituida a través de las noticias de periódico digital, entonces muchas veces nos cuestionamos, ¿cuántas mujeres han sido víctimas de feminicidio y que no fueron una sola nota, que ni siquiera fue mencionada?. Esa es una de las cosas que hasta donde incide el fenómeno de la violencia, ¿qué podemos hacer?, yo creo que esa es la pregunta que a todo mundo le resuena y que no sabes cómo resolverlo, pero el simple hecho de sensibilizarte, de solidarizarte, yo creo que se está hablando ya de una sociedad que poco a poco se va construyendo».
La intención de esta última convocatoria es formar una manta que haga más visible los casos de feminicidio de Ciudad Juárez. Hasta mediados del mes de julio ya contabilizaban 500 bordados, sin embargo, la cifra será mucho mayor.
«Una de las cosas bien importes y a lo mejor va la parte dolida es como esta vorágine de emociones, siempre lo he dicho, nos alegra, nos pone felices, pero también es de infinita tristeza ver, nuevamente, cómo nos seguimos reconociendo en esas historias. Una de las cosas que decíamos sobre esta manta, es que se trata de un memorial, por la memoria, por la justicia y por la verdad, y eso es algo bien importe porque sabemos que, si algún día nos atraviesa, no vamos a quedar en el olvido», concluyó Libni Miranda.
Todas la imágenes: Bordeamos por la Paz