El cineasta Julio López Fernández construye una narración donde la violencia física, sexual y verbal contra las mujeres se ha institucionalizado
Julio López / Ciudad de México
Polvo de Gallo, del director Julio López Fernández, es una intrépida película sobre la violencia física, sexual y verbal contra las mujeres. En varios países de Centroamérica el título hace referencia a otra cosa, pero aquí, el director la utiliza como metáfora para hablar de actos violentos normalizados.
«En El Salvador y la región, las cifras son muy parecidas, ocurre una violación cada cuatro horas, el 70% de las víctimas son menores de edad, el 90% de los casos quedan en impunidad, nuca es juzgado, ese es un sistema de impunidad operado», comentó el cineasta, Julio López Fernández.
La historia se sitúa en Huachindango, la capital de un pequeño país centroamericano. La realidad es muy distinta, pues la violencia de género no solo es cotidiana, sino que esta institucionalizada. Las mujeres son citadas para ser violentadas, de no acudir o negarse podrían pasar el resto de su vida en la cárcel.
«La película aborda y ejerce violencia específicamente sobre las mujeres, es una película sobre violencia de género en El Salvador, manejada como si fuera una ciencia ficción distópica, pero por desgracia es una realidad», agregó.
En su narrativa visual la película combina muchos elementos, tiene una ficción tradicional, pero también incluye elementos de documental, tiene partes más cercanas al teatro y hay secciones de videoarte.
«Se trató de un trabajo de escritura colectivo y con cierta improvisación en los espacios, en los diálogos y las secuencias, no teníamos ninguna atadura para hacer lo que quisiéramos y crear las imágenes que pensamos que podían retratar lo que nosotros queríamos decir.»
Polvo de gallo fue un proyecto colaborativo creado en conjunto con el Teatro del Azoro, una compañía formada en ese momento por Alicia Chong, Egly Larreynaga y Paola Miranda, quien se encargaron de escribir la historia y luego protagonízala.