Ciudad feminista

Una entrevista con la arquitecta y urbanista argentina Zaida Muxí sobre la ciudad feminista y la ciudad del cuidado

Ana León / Ciudad de México 

Las ciudades tienen género.

¿Qué significa analizar la ciudad desde una perspectiva feminista? ¿De qué hablamos cuando hablamos de ciudades feministas y de ciudades del cuidado? ¿Urbanistas y arquitectes ponen la vida en el centro cuando diseñan los espacios públicos y privados donde ocurre nuestro día a día? ¿Por qué es importante hablar del cuidado y la reproducción de la vida cuando se habla de hacer ciudad, del diseño de la ciudad, de la construcción de la ciudad? 

Zaida Muxí es una arquitecta argentina afincada en Barcelona que si bien señala que el urbanismo y la arquitectura no cambian las cosas, sí que pueden hacer que éstas vayan hacia a un lado o hacia otro. Es decir, introducir la perspectiva de género tanto en la arquitectura como en el urbanismo, posibilita la construcción de un «método analítico de la realidad que permite incorporar unos datos que desde la perspectiva de género masculina no tienes, que son las experiencias de género femenino. Por eso, es importante que cuando empezamos estudios sociológicos y observamos qué pasa en la ciudad, separemos por hombres y mujeres, seguro que hay muchas más capas de interseccionalidad pero, al menos, ésa nos aporta mucho.» 

Entendiendo esto podemos pensar por qué es importante hablar del género de las ciudades. De acuerdo a los estudios de Zaida, a partir de esta lógica, la movilidad y el transporte se articulan en torno al vehículo privado, al traslado de mercancías, al modelo de una economía neoliberal. La arquitectura entonces, reduce al mínimo el espacio disponible para el cuidado. Se introducen así muchos más factores que nos permiten entender que cuando se habla de urbanismo y arquitectura no sólo se hace referencia a lo construido y a cómo eso es diseñado, sino que, atravesado por la perspectiva de género e incluso por la ecofeminista, se habla poner las vidas —humanas y no humanas— en el centro. Una ciudad feminista y una ciudad del cuidado son las que colocan esa vida en el centro. 

Las ciudades tienen género, es algo que has mencionado en conferencias y de lo que has escrito, pero de qué hablamos cuando hablamos de que las ciudades tienen género. 

Cuando hablamos de la ciudad de género o por qué decimos que la ciudades tienen género, es porque en realidad todo tiene género. Nuestra sociedad está organizada de una manera binaria, excluyente, en donde hay unas tareas que han sido asignadas socialmente, históricamente, y que continúan siendo asignadas a los hombres de sexo masculino y hay otras que han sido asignadas a las mujeres del sexo femenino, en este binarismo. 

¿Qué quiere decir esto? Las tareas del género masculino son aquellas a las que la sociedad da importancia, aquello que se ve, que esté en el espacio público, que marca las estrategias en todas las escalas y las que son remuneradas, las que marcan las normativas. Desde esa experiencia (masculina) se arregla el mundo. Además de que es una experiencia interseccionada en el sentido de que también le atraviesan pobreza, raza, edad, capacidades, etc. Entonces, los que terminan decidiendo son una pequeña capa que además de tener el rol de género masculino, mayoritariamente ser hombres, son de clase alta, etc. Y desde su experiencia, que no digo que no sea válida, pero es una muy parcial, se arregla todo, tanto las reglas sociales, las reglas legales y también las reglas espaciales y de la ciudad. 

Al género femenino es al que se le han asignado las tareas de cuidado, que son tareas que la sociedad ha invisibilizado, que menosprecia, pero que si no se hacen, no hay nada más, es la base. Y es que sin vida no hay nada más. 

Así también nuestra sociedad ha llegado adonde ha llegado, porque nunca ha mirado por la vida, la vida en completo, la vida del planeta, la vida de la naturaleza, la vida de las personas y de todos los animales. Pensando que salvándose el que está arriba ya, vale. No, no vale. No se puede salvar solo. 

Por otro lado, cuando hablamos del feminismo, del urbanismo feminista, reconciendo esta desigualdad que no la queremos; reconociendo las diferencias que no nos tienen que traer desigualdades, queremos como mujeres tener el derecho a ser personas y que por ello se nos respete. Un urbanismo feminista iría más allá, lo que buscaría es esa —y si me apuras más, econfeminsta— ciudad que respete las vidas, que ponga en el centro todas las vidas de todos los seres humanos y de otros seres vivos y de nuestro planeta, entendiendo que si no cuidamos las vidas no hay nada después. 

Implica un cambio muy importante en nuestro modo de todo, de relacionarnos, de producir, de consumir, es un cambio muy profundo que empieza por uno mismo, por una misma.

¿Cuál son esos factores que denotan que no hay una perspectiva de género, que las ciudades ni se piensan ni se organizan con perspectiva de género? 

Uno es la organización territorial, la zonificación territorial que fue muy importante a partir de los años treinta que se empieza a hablar del zoning, es decir, separemos la ciudad por funciones, pero a esas funciones le agregamos desgraciadamente en muchos contextos, además, una segregación económica, con lo cual hay una doble fragmentación territorial o una doble zonificación territorial. Aparte esa zonificación, por usos, se ha simplificado, se ha pensado que donde se vive solo hay casas, y en otros sitios están las escuelas, y en otros sitios están los centros de salud y en otros sitios están las zonas donde se hacen las compras cotidianas. Eso es imposible. No hay manera de gestionar la vida cotidiana con las distancias que nuestras ciudades proponen, con la separación de funciones. La ciudad debería estar pensada para que la mayoría de las movilidades sean a pie. Porque muchas de las movilidades —el trabajo reproductivo tiene que ver con el trabajo productivo—, se podrían hacer a pie.

Un gran porcentaje del trabajo productivo se basa en el reproductivo: que tiene que ver con la atención médica, la enseñanza, las compras del mercado, de la ropa… la vida misma necesita de un montón de servicios y de producción, de economía productiva para poder ser ejecutada. Entonces, una cuestión sería ésa: pensar las distancias a pie. No en guetos y barrios, sino también barrios que fueran mezclados socialmente. 

También otra cuestión que se ha exacerbado los últimos veinte o treinta años, de un neoliberalismo muy fuerte, los cuidados, no puede recaer el cuidado de nuestros ancestros y de los que nos siguen sólo en una familia. El Estado, la sociedad, tenemos que hacernos cargo. Y la sociedad moderna, la sociedad contemporánea ha tendido a separar todas las tareas remarcando lo individual y eso no es posible, y eso repercute aún más negativamente en la vida cotidiana de las mujeres porque no alcanza el día para trabajar y cuidar, y si alcanza es porque las mujeres dormimos menos, tomamos más pastillas, nos cuidamos menos, hacemos menos deporte, pero no porque no querramos, sino porque el día tiene 24 horas y ya lo tenemos ocupado en otras cosas.

Hay lago que mencionas que es muy importante que es el cuidado. Justo mencionas todos estos factores económicos invisibilizados relegados a la mujer en el cuidado. Me gustaría que explicaras un poco más en este rubro: ciudad del cuidado. 

Esa ciudad que antes decíamos, de distancias cortas, de la proximidad, de la mezcla, también es la más apropiada para el cuidado y también para hacer un cuidado más compartido. Porque si vivimos en barrios en donde las calles son más seguras, donde el comerciante, la comerciante, está en la puerta, hay una actividad de calle, nuestros menores y nuestros mayores estarán más seguros en las calles. Hay una comunidad, no es necesario que seas amiga de todo el vecindario, pero verte cotidianamente genera lazos. No son caras desconocidas y eso ayuda a un cuidado, a un inicio, o da las bases para un cuidado compartido.

Porque cuidar es esencial para la vida del ser humano. Necesitamos muchos años de cuidado. Necesitamos cuidados afectivos, que también son cuidados, y para eso necesitamos el tiempo y que la ciudad se adecúe para poder hacer y compartir esos cuidados. 

Esta idea de que el ser humano tiene de ser autónomo y entre más autónomo e independiente de otros, mejor, no existe. También es otra gran mentira.

Aquel ser humano “autónomo” seguramente tiene alguien que le resuelve todo porque siempre en su mesa hay comida puesta. 

Visibilizar los cuidados no porque es un rol que hacen las mujeres y que está infravalorado económicamente, que también, sino porque es la esencia de la vida. Si no hay cuidados no hay vida, no hay producción, no hay nada más. 

La Ciudad de México es una ciudad muy violenta con sus ciudadanos y con sus mujeres: calles mal alumbradas, el rey es el auto o cualquier tipo de vehículo, no el peatón. Qué ciudad hoy día está ya implementando estas perspectivas que mencionas y que sea un ejemplo que otras ciudades puedan tomar?

Sí, hay ciudades como Viena que es la que viene haciendo hace más tiempo estas políticas como muy hormiguita, poquito a poco. Peatonalizando más, mejorando los espacios del caminar. Haciendo las ciudades más caminables. Haciendo también la vivienda envidiable. Haciendo también, dentro de esas políticas, unos experimentos para ir probando otras maneras de habitar; haciendo parques seguros; haciendo también planificación con perspectiva de seguridad y de género. 

En París ahora está esta fuerte apuesta, unas políticas valientes de poner la vida al centro, la no contaminación en el centro.

Barcelona, en su escala, también lo está haciendo con progresivos procesos de participación y con una ciudadanía muy activa. Y desde hace seis años también con una política pública muy valiente y del lado de la ciudadanía más silenciada históricamente. Barcelona es una ciudad que es pluricéntrica, de lo cotidiano; es una ciudad muy caminable, pero también es una ciudad muy contaminada, entran muchos coches. 

Hay un proyecto que a mí me gusta mucho que se llama el de la ciuda jugable, pensar que toda la ciudad es un espacio de juego infantil. 

Una de las cosas que nos parece a quienes hablamos de esta cuidad feminista es que no se trata tanto de un modelo de ciudad, sino de prioridades. Es más profundo que decir hago una calle que se vea más bonita que otra. Es un cambio de prioridades y de posición política que es muy importante. Y tiene que ver, evidentemente, con los gobiernos, pero también tiene que ver con la ciudadanía. Pero es poco a poco. 

De hecho el urbanismo táctico que ahora están usando en muchas ciudades del mundo entre ellas Barcelona, Nueva York, seguro en México —de hecho yo estuve en alguna cosa hace un par de años de urbanismo táctico— empezó con acciones ciudadanas mínimas de pintar el parlet, de pintar el sitio donde estaban los coches, de sacar una silla, de sacar una maceta. Y empezar reivindicaciones cívicas que eran mínimas.

Creo que no hay que esperar a poder hacer la gran transformación sino que hay que ir transformando de a poco.

*Zaida Muxí formó parte de Seminario que durante julio lleva a cabo Arquine, Ciudad feminista, ciudad del cuidado, en el que también participan Tatiana Bilbao, Comunal, Anna Puigjaner, Rosalba González Loyde e Izaskun Chinchilla.