Jaime Moreno Villarreal dedica casi cinco años de investigación en archivos de Francia y México para reconstruir la experiencia poco documentada de la artista en Francia
Huemanzin Rodríguez / Ciudad de México
En 1939 Frida Kahlo expuso en París. La muestra, organizada por el escritor y teórico del surrealismo André Breton se tituló Mexique, y resultó ser un éxito entre los grandes artistas del surrealismo, pero escasos son los testimonios de la prensa francesa. Ese viaje significó para Frida un punto y aparte con el resto de su vida. Jaime Moreno Villarreal, escritor, traductor y diplomático que lo mismo ha puesto su atención en la obra de figuras como Stéphane Mallarmé, André Breton, Diego Rivera, Rufino Tamayo o Francisco Toledo; se enfoca en ese viaje de Kahlo a París para enriquecer lo que hasta ahora sabemos de Frida, un lapso de desencuentros y rupturas.
«Es curioso, fue otra investigación sobre André Breton la que me condujo a Frida. Revisaba el archivo de Diego y Frida de la Casa Azul, donde encontré algunas conferencias inéditas que Breton había dado en México en 1938. Eso me llevó a las cartas compartidas de Diego y Frida, de algunos meses después de la estancia de Breton, cuando Frida se fue a París. Pensé que la invitación de Breton a Frida era un paso que continuaba mi investigación.
»Es un hecho que en 1939 Frida tuvo muchos desencuentros, sobre todo con André Breton. Y, sin embargo, ella sobrellevó la situación. A los desencuentros se sumó su salud inestable que la llevó a una hospitalización, pero al final esos poco más de dos meses que estuvo en París tuvieron buenos resultados. La exposición Mexique, donde Breton presentó la obra de Frida entre objetos mexicanos de arte popular, precolombinos y la obra de Manuel Álvarez Bravo, fue muy bien recibida, al menos en el medio intelectual cercano al surrealismo.
»Gente como Pablo Picasso, Yves Tanguy, Vasili Kandinski y, desde luego, el propio Marcel Duchamp, quedaron encantados con la obra de Frida. Eso a ella la llenó de orgullo, con la posibilidad de que su obra fuese más reconocida.»
Hablas de lo bien recibida que fue su obra entre estos artistas muy importantes en esa época de París. Pero no hay una repercusión grande en medios de comunicación. De los pocos artículos que existen y que dan cuenta de esta exposición, tú los recuperas. No solamente revisas el archivo de Breton, también vas a las fuentes en Francia. Muchas de las epístolas te permiten reconstruir la necesidad de Frida por ser una artista por cuenta propia, más allá de ser la esposa de Diego.
De hecho, es en el tránsito entre Nueva York en noviembre de 1938 y París, en enero de 1939, cuando la señora Frida Kahlo de Rivera decide por sugerencia de su galerista en Estados Unidos, Julien Levy, convertirse en Frida Kahlo y ya no ser la señora de Rivera. Por eso va a París, no sólo para hacerse de ese nombre, si no para independizarse económicamente de Diego. Ha tenido éxito en Nueva York, vendió ocho cuadros en su exposición y piensa vender más obra en París, aunque finalmente allá vendió sólo un cuadro. Hubo una falta de comprensión por parte de la prensa francesa, los artículos que aparecen a propósito de la inauguración y de la obra de Frida, no le dan al clavo, no captan muy bien quién es esta mujer emperifollada, vestida de una manera bastante diferente a la que se ha visto en Francia, cuya obra tiene, por un lado, acentos cercanos a los franceses de carácter naíf; y por otro lado, terribles llenos de sangre y violencia. No acaban de captar realmente quién es esta artista. Frida fue presentada en el contexto del arte popular mexicano, con piezas precolombinas, había también por ahí en la galería un trabajo de José Guadalupe Posada. Además de la figura inmensa de Diego Rivera, todavía pesada. Diego había hecho una leyenda en París.
No tuvo una resonancia en la prensa francesa y, efectivamente, hubo otros desencuentros. Diego en esos meses rompe definitivamente con Trotski, quien por medio de una carta acude a Frida para pedirle que le ayude a arreglarse con Diego y que éste no abandone la Cuarta Internacional. Ella responde en una carta con tonos agresivos, que desde luego que no. Que se acabó.
Tiene otros choques a su regreso a Nueva York a finales de marzo, principios de abril de 1939. Ella también se separa de su amante, el fotógrafo Nickolas Muray, y desea al volver a México poder recuperar la Casa Azul, para tener ahí una vida independiente y ser una artista que viva sus propios medios. Pero ahí todavía está Trotski, y va a ser hasta mayo que él deje la Casa Azul.
En este lapso Frida conoce a otros artistas que posteriormente también veremos aquí en México, como es el caso de la española Remedios Varo o el austríaco Wolfgang Paalen, entre otras figuras. ¿Esta experiencia te parece que se refleja en la obra de Frida posterior a 1939?
Desde luego, la experiencia de París y el trato con los surrealistas va a marcar a partir de entonces la obra de Frida —aunque años antes Frida ya había tenido contacto con el surrealismo— por la experiencia de haber conocido al núcleo fundamental, el cual rechazó. André Breton, aunque al principio le quedó mal con la organización de la exposición, siempre tuvo para ella un trato amable. De hecho, una vez que Frida regresa a México, Breton se preocupa por ella y le escribe a sus amigos exiliados en México para pedir noticias de Frida y manda decirle que la estima.
Al mismo tiempo, Frida dice que rechaza el surrealismo, pero empieza a aceptar que su obra se muestre en exposiciones internacionales, ya sea comisariadas por surrealistas o donde se incluye obra de surrealistas, sobre todo de mujeres surrealistas.
Frida es reacia a las ideas surrealistas pero asimila las imágenes, que guarda en un librero junto a su cama. En un rincón de ese librero están libros con la obra de los surrealistas. De alguna manera eso permea en su obra y no se diga en su diario. Y algunos de sus cuadros tienen referencia de su viaje a París, específicamente cuadros que hablan de sus visitas al Museo de Louvre. Porque ella vivió en un hotelito frente al Louvre durante más de una semana y visitó el museo por lo menos dos meses, donde fue tocada por algunas obras.
Ahora se reconoce mejor la obra de mujeres involucradas en el desarrollo artístico mexicano del siglo XX, Frida era una de ellas. ¿Cómo ves la no relación que tuvo con otras artistas de la época asimiladas en México como Tina Modotti, Remedios Varo o Leonora Carrington?
Una de las cosas interesantes que fui encontrando fueron aspectos de la relación entre Frida, Remedios Varo, Tina Modotti y muy escasamente con Leonora Carrington. Frida conoció en París a Remedios Varo, quien le pidió ayuda para exiliarse en México. Frida no fue muy receptiva a la pintura de Varo. Y ya que Remedios llegó a México con su compañero Benjamin Péret, no intentó acercarse a ellos. La pregunta es, ¿sentía Frida una competencia con las mujeres surrealistas que estuvieron en México, específicamente Remedios o Leonora? ¿Por qué Frida fue tan refractaria a estas dos artistas? Ésa me parece una pregunta importante. En los hechos no se acercó, no quiso acercarse. Y, finalmente, a pesar de llevar una importantísima amistad con Tina Modotti en México, en sus inicios como artista, en París Frida se entera que Tina está ahí. Renato Leduc es quien le informa: –Aquí está Tina. ¿La quieres ver? –¡De ninguna manera! Frida rechaza en ese momento a Tina Modotti porque la considera estalinista. En París, a pesar de haber roto con Trotski, Frida era una militante antiestalinista.
¿Qué tanto se puede decir sobre un personaje tan importante como Frida de quien se ha escrito mucho y a veces, manoseado demasiado?
La bibliografía sobre Frida es amplísima, pero al mismo tiempo, muy redundante. Yo creo que a partir de la biografía de Hayden Herrera, que es la obra clásica sobre Frida, muchos investigadores se han ceñido a describir o reescribir lo que está en el libro de Hayden, cada uno con su punto de vista con algunos nuevos descubrimientos pero, al mismo tiempo, han aparecido cosas muy interesantes como la correspondencia completa con Nick Murray, que hizo Salomón Grinberg (I Will never forget you. 2004), quien también hizo otro libro con la crónica de una amiga psicóloga de Frida, con documentos y testimonios directos de Kahlo (Confidences. 2008). Ese tipo de obra es valiosísima. De repente, aparece un dato por aquí, otro por allá, en revistas, en buenos artículos, en catálogos y se va construyendo este edificio sobre quién era Frida Kahlo, sobre el valor de su obra y la recepción de ella en el mundo.
A mí me interesó buscar tanto en el archivo de André Breton como en el archivo de Benjamin Péret y el de Wolfgang Paalen, que están en Francia, además del archivo de la Casa Azul. Pero también tenía que investigar la relación real con Lev Trotski, eso no está en esos archivos, está sobre todo en los libros que escribió el secretario de Trotski, Jean van Heijenoort (Con Trotsky, de prinkipo a Coyoacán. Testimonio de siete años de exilio, 1979). Y también busqué publicaciones periodísticas en Francia, que son pocas. Me puse a rastrear fotografías de Frida en París, sólo hay dos. Si alguien llegara encontrar fotografías de Frida en París, va a ser un gran logro porque todo mundo se queja de que no hay. Una mujer tan retratada que, sin embargo, allá sólo hay un par de fotos. Yo creo que esto me llevó aproximadamente poco menos de cinco años.
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Imagen de portada: Detalle de Autorretrato con pericos (Frida Kahlo, 1938). Musée National d’Art Moderne, Centre Georges Pompidou, París