Casa de las Muñecas Tiresias A.C. y Casa Hogar Paola Buen Rostro, espacios de apoyo a poblaciones históricamente discriminadas

Ambos proyectos de la activista y defensora de los derechos de la comunidad LGBT+, Kenya Cuevas

Ireli Vázquez / Ciudad de México

Al norte de la Ciudad de México se encuentra un espacio dedicado a la lucha por los derechos de la comunidad LGBT+, un lugar en el que protegen vidas, pero sobre todo, se cumplen sueños.

Casa de las Muñecas Tiresias A.C. y Casa Hogar Paola Buenrostro, surgen a partir de la necesidad de tener un lugar que resguardara la integridad física y emocional de las personas trans.

«Fundo la Casa de las Muñecas el 2 de abril de 2018. Cuando la fundo, empezamos a brindar acompañamientos integrales a las poblaciones vulnerables, atendemos personas de la calle, trabajadoras sexuales, personas privadas de la libertad, personas que viven con VIH, migrantes y todo el colectivo LGBT, mientras vivan una situación de vulnerabilidad», explicó en entrevista Kenya Cuevas, activista y defensora de derechos humanos.

Detrás de todo este proyecto se encuentra la historia de la fundadora [aquí puedes leer su historia completa]. Cuando era tan solo una niña comenzó en el trabajo sexual, a su vida entraron las drogas, fue detectada con VIH y años después fue detenida injustamente y llevada a prisión por más de diez años. Allí, comenzó a hacer acompañamiento a personas que pasaban por la misma situación que ella, las apoyó y les brindó información. Al salir de la cárcel y volver al trabajo sexual, su compañera y amiga Paola Buenrostro fue asesinada ante sus ojos.

Pero eso no la estigmatiza, al contrario, eso la ha hecho luchar contra las injusticias y por los derechos de todas.

«El gobierno de la Ciudad nos entrega el inmueble por medio de un convenio y a nosotras nos taca la organización, armarlo y operarlo. Hasta el día de hoy puedes ver a las chicas, en un proceso de acompañamiento integral a la reinserción social, económica, laborar, donde se les brinda varias vías como la educación, la cultura, derechos de identidad, el derecho a la salud, a la vivienda, a la libre personalidad, a la expresión. Aquí se les enseña desde abajo, desde clases de alfabetización, primaria, secundaria, le entran a la escuela, sí o sí, le entran a los talleres de autonomía económica, sí o sí, le entran al psicólogo, sí o sí. ¿Por qué?, porque todo es un proceso integral que acompañado de todo esto logramos que ellas adquieran responsabilidades, compromisos, metas, sueños que se perdieron en el camino», explicó Cuevas.

El apoyo que se da aquí es integral. Aquí tienen un espacio seguro dónde vivir y estudiar, conocer más sobre sus derechos, pero también comprender las responsabilidades que como ciudadanas tienen.

«Cuando me dicen que se quieren ir, que ya quieren trabajar, que están desesperadas, les contesto, “¿y de qué vas a trabar?, ¿cuántos papeles tienes?» Se quedan calladas, porque lo que buscamos es que estén preparadas para la vida, porque si no tenemos estudios, o no sabemos hacer nada, y luego con la discriminación, adónde van a ir a parar. Al menos con papeles podemos acudir a consejos o instituciones que las pueden defender si te niegan el derecho al trabajo.»

«Así como tenemos derechos, tenemos responsabilidades. Sí somos víctimas históricas, pero no podemos ser víctima toda la vida. Tratar de meterles la idea de “yo quiero ser una persona productiva, que no me vean como víctima y por lástima”; que digan, “ay, mira se empoderó, creció, hizo esto, hizo el otro, y ahora está haciendo esto”. Por eso se crearon Casa hogar Paola Buen Rostro, con este objetivo. Ahora tenemos a veinticinco chicas que ya certificaron algunas primaria, algunas secundaria, siguen estudiando, otras se fueron a la prepa, otras ya están atendiendo al área de salud. Ahí vamos, poco a poco con los procesos; obvio cada persona tiene necesidades específicas y hay que irlas cubriendo todas», explicó.

Hasta el momento han ingresado cerca de 86 mujeres; algunas han egresado por motivos de droga o por no estar conforme al reglamento interno de las casas. Sin embargo, han egresado alrededor de treinta, ocho de ellas favorablemente y que se encuentran estudiando, trabajando y que siguen apoyando a la casa.

Dentro de Casa de las Muñecas Tiresias A.C. y Casa Hogar “Paola Buenrostro”, la confianza, el trabajo constante y el compromiso con una misma son las bases sobre las que se asientan nuevos proyectos de vida. El camino para reiniciar.

«Ellas mismas se van motivando, unas están estudiando dibujo, otras están estudiando costura, quieren ser diseñadoras, quieren ser artistas, otras modelos, ¿y por qué no? Lo que hacemos es inyectarles esas ganas. Yo creo que es algo que nadie ha hecho en la sociedad, ni en su propia familia, yo creo que darles un voto de confianza, de creer; ellas de eso se agarran y eso les funciona», concluyó Kenya Cuevas.