Conoce este espacio flexible realizado por el Colectivo C733
Redacción/ Ciudad de México
A finales de marzo del 2019, la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, convocó a un grupo de académicos-practicantes a participar en un concurso para desarrollar proyectos de obra pública replicable para la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (SEDATU), en contextos de alta vulnerabilidad, específicamente ese año en ciudades fronterizas del norte del país.
El tiempo de desarrollo para estos proyectos serían sólo de tres meses y tres meses más para ser ejecutadas las obras; con presupuestos acotados (este espacio se construyó de diciembre del 2019 a marzo del 2020 y se habría inaugurado el 4 de abril, de no haber estado en contingencia por el COVID 19).
Para esta convocatoria, el Colectivo C733, integrado por Gabriela Carrillo, Carlos Facio, Eric Valdez, Israel Espín, y José Amozurrutia, diseñaron el mercado de Matamoros donde la mitad de los elementos son prefabricados para construir con rapidez y coste reducido. La estructura arquitectónica se ubica en un espacio antes residual en un área residencial de la periferia de la ciudad. El edificio se remete sutilmente del paramento para rodearlo de espacio verde y plazas.
El proyecto evoca al Parián, el antiguo mercado de Ciudad de México construido en 1688 que estaba ubicado donde actualmente se encuentra El Zócalo.
Cuarenta locales y el área de servicios perfilan el conjunto. Una piel de baja altura compuesta por ladrillos de tonos rojizos cierra el exterior a modo de muralla.
Con una estructura metálica, un sistema de paraguas formado por módulos inclinados trapezoidales da lugar a un pórtico perimetral, propiciando el deslizamiento de las aguas pluviales por las chapas corrugadas. Las “linternillas” generadas facilitan la ventilación y la iluminación naturales de los locales.
Por último, el oasis, es un jardín sensible a las condiciones locales, en este caso un jardín-ciénega de bajo mantenimiento que se riega a partir de la captación de agua y que se despliega en las fachadas principales penetrando en el edificio. Un espacio flexible que en el tiempo irá incrementando su verde para promover sombras naturales, colchones térmicos y espacios de silencio.
Todas las imágenes: Rafael Gamo