Luego de la polémica suscitada acerca de la difusión libre de libros en pdf realizada por y desde Pirateca.com, conversamos con ellxs, con Irene Soria Guzmán, representante en México de Creative Commons y activista de la cultura libre; y con Quetzalli de la Concha, abogada y especialista en derechos de autor
Ana León / Ciudad de México
Entender la idea de cultura libre o una visión copyleft constituye cambiar toda una estructura de pensamiento capitalista, la oferta y la demanda, la compra y la venta, los modos de producción que conocemos, los bienes y servicios; la industria cultural, los creadores y su obra; el mercado en su conjunto. Luego de la polémica suscitada por la distribución digital de forma libre por la plataforma digital pirateca.com de la obra Abigael Bohórquez. Poesía reunida e inédita, publicada por el Instituto Sonorense de Cultura en 2016 y a la que se sumó un par de semanas después un debate acerca de la piratería en el mundo editorial a través de una mesa en la pasada Feria Internacional del Libro de Minería y una nota publicada en un boletín de la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM, buscamos tener un abanico más diverso de opiniones sobre este ejercicio político: la búsqueda de conocimiento de conocimiento libre, de cultura libre. Es por ello que nos acercamos a Pirateca.com, Irene Soria Guzmán, representante en México de Creative Commons y activista de la cultura libre; y a Quetzalli de la Concha, abogada y especialista en derechos de autor.
Esta primera entrega es parte de una serie de diálogos que buscan indagar en un campo más amplio en torno a la cultura y el conocimiento libre.
LOS LIBROS NO SE ROBAN, SE EXPROPIAN
Entrevista con Pirateca.com. Esta conversación sucedió en el ámbito de lo digital a través de varios días.
«Los libros no se roban, se expropian», es su lema. Me gustaría que iniciemos por aquí, profundizando un poco más sobre esta idea.
Ciertos dispositivos políticos insisten en llamar “robo” a toda línea de fuga que escapa a la materialidad mercantil del libro. Esos dispositivos se fundamentan en una confusión: creen que los aparatos legales y las estructuras fabriles que conforman al libro son lo que produce la experiencia del texto, y no el acto mismo de leer y escribir. Nada más falso. La palabra “robo” tiene su origen del alemán antiguo rauben, que significa despojar, privar a alguien de un objeto, desposeerlo. El texto —cualquier forma textual— se experiencia (sic) desde la sensibilidad: por eso está en las antípodas de ser un objeto mercantil. Multiplicar y difundir un texto, expandir sus capacidades afectivas y sensoriales no despoja a nadie de la posibilidad de generar nuevos afectos y emociones al relacionarse con él. Creemos que no hay despojo en liberar el texto sensible de la prisión del objeto-libro-mercancía para multiplicarlo y replicarlo en otros cuerpos. No hay robo en copiar y compartir un libro.
Hay otra palabra más acertada para referirnos a este acto de liberación y multiplicación de afectos textuales: de las partículas latinas ex-pro-privus, expropiar significa sacar de lo privado, poner-en-común. Expropiar un texto significa reconocer que el acto de escritura y lectura son siempre comunes y por lo tanto inapropiables; que toda generación de conocimiento se hace invariablemente con otrxs, que no existe otra manera de pensar si no es a partir de lo que otrxs pensaron.
Bajo la lógica del semiocapitalismo financiero el objeto-libro-mercancía se revela como un elemento más dentro del mundo mercantil, como un objeto ajeno a lo sensible, comercializable como cualquier otro. Nuestro acto de expropiación no es otra cosa que un llamado a regresar los textos a nuestros cuerpos y afectos, a posibilitarles el camino al acontecimiento sensible que abren, a sacar las letras de la materialidad del objeto-libro-mercancía para que vuelvan a vivir en nosotrxs. Para que volvamos a leer y escribir juntxs. La expropiación es nuestro medio de rebelión para combatir el más inicuo de todos los robos: la propiedad privada.
Sigamos con la idea de conocimiento libre.
Nosotrxs creemos que el concepto “cultura libre” es una redundancia y el de “cultura privada” un oxímoron. Para crearse, toda cultura necesita un mínimo grado de libertad, así como nunca puede ser realmente privada, ya que toda cultura se construyen desde de lo pensado y materializado por otrxs, jamás es un acto individual. El conocimiento de un individuo es siempre la acumulación de saberes de muchos otros individuos. No existe otra forma de adquirir conocimiento si no es desde el contacto y el intercambio con otro ser (humano o no-humano): el conocimiento siempre es una experiencia común, tanto como el mundo entero y el lenguaje lo son. Bien decía Bifo [Franco Berardi]: el mundo sólo se vuelve parte de nuestra experiencia cuando nuestra piel entra en contacto con el cuerpo de otrx y el calor puede fluir. Siempre hemos leído y escrito juntxs. El conocimiento siempre se ha gestado en conjunto, no existe otra forma de “conocer”.
Cualquier dispositivo que pretenda negar esta realidad ética para formular una retórica basada en el mito del autor único, individual y excluyente, no hace otra cosa que robar y privatizar una actividad invariablemente común. El sistema de copyright y derechos de autor no hace otra cosa que condicionar el acceso a la cultura al capital económico del lector y así, reforzar el clasismo inherente a nuestro sistema capitalista.
Me gustaría pasar al tema de la circulación que afecta los derechos de los escritores vivos, pasó en Argentina con una página similar pero en Facebook, que hacía circular versiones electrónicas de libros de reciente publicación. Pasó hace poco cuando Fernanda Melchor se manifestó en redes con un tuit respecto a aquellos que regalaban los pdfs de sus libros. Me gustaría conocer que piensan respecto a los derechos de autor.
El sistema de copyright y los derechos de autor son aparatos que descorporizan la cultura y el conocimiento, que buscan arrancarlos del lugar donde siempre han habitado: nuestros cuerpos y nuestros afectos; para convertirlos en objetos de consumo, en mercancías y posesiones. Es ese el gran horror de estos dispositivos discursivos: por medio de falacias pretenden establecer una conexión intrínseca entre el aparato legal de los derechos de autor y el dinero total que mueve la industria editorial, con el bienestar de las personas involucradas en la producción de un libro e incluso con la producción literaria en general. Nada de esto es cierto. Los derechos de autor no protegen a nadie más que a los intereses económicos de los dueños de los grandes capitales, o sea, a quienes menos participan en la elaboración de las potencias afectivas de un texto.
Sobre las afectaciones a lxs autorxs como efecto de la libre distribución de sus libros es importante señalar un punto: siempre son las propias editoriales —y casi siempre las más grandes, las empresas multimillonarias—, las que de inmediato buscan tundir cualquier esfuerzo de distribución libre.
Aquí justo me gustaría retomar dos cosas que escriben más arriba: objeto-libro-mercancía y propiedad privada. Nacimos en un sistema que se estructura en la idea de: produces, alguien compra ese producto y vives con la venta del mismo; el producto bien podemos ser nosotros mismos o una creación. Y, en este sentido, se habla del “daño” que al compartir gratuitamente un libro se le hace al autor. ¿Qué opinión tienen al respecto?
Son las grandes editoriales quienes achacan a la distribución libre del conocimiento la precarización económica de lxs autorxs y de lxs involucradxs en la creación de un libro. Es Penguin Random House, CEDRO, CeMPro e instituciones similares quienes repiten sistemáticamente este discurso y también son ellos quienes deberían probarlo y sustentarlo, en primera, haciendo pública la información de cómo reparten las ganancias que genera toda la industria editorial, para revelar entonces las supuesta afectaciones a lxs autorxs. Ocultar esta información les permite vociferar una falacia cobarde: que las fluctuaciones en el dinero que mueve la multimillonaria industria editorial son directamente proporcionales a las fluctuaciones en el bienestar de lxs autorxs y las personas involucradas en la producción de un libro. A nosotrxs nos parece evidente lo opuesto: el dinero total que se mueve en la industria editorial se distribuye de manera desigual favoreciendo a los dueños de los grandes capitales y marginando a quienes más involucradxs están en la creación: autorxs, editorxs, correctorxs, diseñadorxs, traductorxs, impresorxs, entre otrxs. Son las grandes empresas editoriales y todo el dispositivo legal del copyright que siempre les acompaña, los responsables de la precarización de sus trabajadores.
A nosotrxs nos gustaría continuar el llamado que muchxs autorxs y editoriales llevan atendiendo desde hace años: al sistema político-económico-afectivo que únicamente puede imaginar el mundo en términos de valor de cambio hay que oponernos mediante la okupación del mundo de manera des-organizada, molecular. Hagamos existir otras realidades donde escribamos, leamos y produzcamos libros motivadxs por los afectos, por los gestos, por el amor; materialicemos nuevas formas de cuidarnos entre nosotrxs y de procurar nuestro bienestar mientras compartimos nuestros saberes y conocimientos. Creemos que hay formas de vivir dignamente mientras creamos cultura y conocimiento entre todxs y para todxs. Muchxs autorxs, colectivos y editoriales son prueba de que estas ideas son posibles.
Vuelvo a preguntas más obvias y básicas que tal vez debí hacer al inicio y que tal vez un poco se contestaron al inicio, pero siento que aún falta hacerlas: ¿Por qué deciden iniciar un proyecto como éste? ¿Cómo se sostiene? ¿Qué temas están queriendo poner sobre la mesa con un acto político como éste?
Pirateca no es más que una extensión de algo que hemos hecho todas nuestras vidas: leer y escribir juntxs. Todas las experiencias transformadoras que hemos tenido con la literatura o con cualquier expresión cultural han ocurrido siempre en compañía de otrxs, en compañía de nuestrxs amigxs. Pirateca no es otra cosa que un intento por expandir nuestras experiencias corporales, de multiplicar las formas de leer un libro juntxs, de diversificar la creación de nuevos afectos, de propagar la experiencia de amar a través de la lectura de un poema.
Lo que sostiene este proyecto es el entramado múltiple de cuerpos, afectos y saberes que hemos gestado desde el amor y la amistad. A este proyecto lo sostienen nuestrxs amigxs: lxs que nos prestan sus libros, lxs que comparten sus conocimientos con nosotrxs, lxs que nos apoyan y nos aman cuando queremos tirar la toalla, lxs que nos mandan mensajes de aliento, lxs que nos regalan de su dinero para pagar los gastos del proyecto, lxs que nos cuidan cuando enfermamos, lxs que nos asesoran en la solución de conflictos, lxs que abren sus hogares y sus habitares a nuestros cuerpos, lxs que nos comparten sus amores y deseos, lxs que nos comparten sus llantos y risas. A este proyecto lo sostiene el micelio de cosmovisiones y formas-de-vida que nos unen.
Lo único que queremos poner en juego es nuestra apuesta política. Queremos intentar poner en práctica un mundo desde la multiplicidad, un mundo diferente, un mundo que no reduzca todo a valores de cambio. Queremos ejercer una cosmovisión que ponga atención a los gestos. Proponemos radicalizar las potencias subversivas que habitan en nosotrxs. Queremos intentar transformar en hogares, formas-de-vida y habitares todos los destellos revolucionarios que se asoman en nuestros cuerpos. Queremos invitar a la okupación del mundo de manera des-organizada, molecular, sin órganos, sin jerarquías ni programas. Deseamos movilizar todxs juntxs nuestras potencias singulares y afectos en entramados revolucionarios radicales. Buscamos aliadxs. Sabemos que nuestrxs aliadxs están ya aquí, que se nos han adelantado: es la atmósfera que se respira. Queremos respirar juntxs, nosotrxs, hoy. Queremos llamar a cuestionar nuestros afectos, nuestras corporalidades, nuestros saberes y deseos. A expropiar, a hacer-común todo lo que tenemos. Nuestro llamado es a nuestrxs amigxs: lxs existentes y lxs que vienen. Lxs amigxs a quienes nos une el rechazo a un estado de cosas, el deseo de imaginar un habitar distinto; incluso, esxs amigxs a quienes nos une la posibilidad de compartir por el puro placer de encontrarnos. Creemos que abrir fragmentos de tiempo y sensibilidad para hacer amigxs desde el deseo es una forma de gestar otros devenires.
¿Qué entienden ustedes por cultura? ¿Qué entienden por derecho a la cultura, acceso a la cultura?
La cultura es todo el entramado simbólico que el humano ha tejido desde su aparición en el planeta. Toda danza, toda música, todo verso, toda pintura que cualquier humano haya hecho forma parte de esa enorme conjunción hilada desde hace al menos 50 mil años. No existe ninguna expresión cultural creada desde la absoluta individualidad. Hasta los eremitas crean gracias a lo que leen —que es ya una forma de convivencia —, o gracias a la observación de su espacialidad y las especies que lo habitan. Siempre, absolutamente siempre, necesitamos de otrxs para crear.
Ciertos sistemas políticos, económicos y afectivos quieren negar esta realidad para introducir la falacia de que los objetos culturales son creaciones de sujetos únicos y excluyentes y, con eso, perpetuar la ficción en la que esos sistemas están fundamentados: la propiedad privada. Nosotrxs proponemos resistir a este sistema desde todos los frentes posibles. Proponemos imaginar y acuerpar otra forma de concebir y habitar el mundo. Proponemos deshacernos de todos los aparatos que sostienen estas ficciones. Proponemos abandonar todos los dispositivos verbales que rodean estos aparatos. Proponemos abandonar la dicotomía de cultura libre y privada, la idea de cultura nacional; proponemos abandonar cualquier rastro de derecho y legalidad en la producción de expresiones culturales para pasar a concebir todo texto, toda música, toda filosofía, toda danza como experiencias comunes, siempre corporales, siempre parte de una experiencia más grande: la experiencia de habitar juntxs este mundo.
¿Qué reflexión les detona cuando poner a circular pdfs se equipara o se pone en la misma canasta que las actividades del crimen organizado? También se habla de que quien está escaneando libros y liberándolos, está robando datos, hackeando información y lucrando con eso.
El pasado 19 de febrero en la FIL de Minería hubo una mesa sobre “piratería editorial” organizada en conjunto con la empresa transnacional Penguin Random House, donde los ponentes, con una retórica plagada de falacias y mentiras descaradas, acusaron a cualquier forma de piratería (macro y micro) y señalaron de manera particular a Pirateca, de formar parte del crimen organizado, tráfico de datos personales y trata de blancas; incluso llamaron “criminal” a cualquier compra de libros en el comercio “informal” y también a cualquier lectura en formato pdf. Al respecto queremos decir que Pirateca junto con epublibre, Libgen, Sci-Hub, Memory of the World y otros proyectos similares, por convicción política escaneamos y ponemos en circulación libros, sin esperar ninguna compensación monetaria. Nada, absolutamente nada tenemos que ver con el “crimen organizado”, la trata de blancas o el tráfico de datos personales. Las actividades que hacemos podrán ser ilegales según las legislaciones de algunos países, pero creemos que las actividades verdaderamente criminales están del lado de nuestros denunciantes.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Bertelsmann, el conglomerado transnacional a quien hoy pertenece casi la totalidad de Penguin Random House, utilizó la maquinaria nazi para crecer su empresa, publicando y distribuyendo propaganda antisemita para los soldados nazis, e incluso llegando a emplear mano de obra de esclavos judíos para sus publicaciones. Esas ganancias contribuyeron a que la pequeña casa editora que era en 1935, se transformara en el enorme conglomerado con valor de 27 billones de euros que es hoy en día.[1].
Pero en México también hay un capítulo de esta historia. A finales del siglo XIX e inicios del XX, Weetman Dickinson Pearson, dueño de la empresa británica S. Pearson & Son (luego Pearson PLC, y a la cual pertenece Penguin Books —misma que en 2013 se aliaría con Random House para convertirse en Penguin Random House—), pactaría jugosas concesiones con Porfirio Díaz, entre ellas, la edificación del Gran Canal del Desagüe del Valle de México [queremos agradecer a Diego, nuestro amigo e investigador del desagüe de confianza, por llevarnos a este dato]. Asimismo Pearson obtuvo contratos para extraer recursos naturales como el petróleo: para el año de 1920 la empresa controlaba ya la mitad de todo el oro negro mexicano. Como siempre, todos estos contratos fueron sumamente favorables para la empresa inglesa e infinitamente devastadores para los recursos naturales y la población mexicana[2].
Entonces podemos afirmar: tal vez lo que hacemos nosotrxs sea ilegal según las legislaciones de ciertos países, pero lo verdaderamente criminal, la verdadera trata de personas y los verdaderos comportamientos de “crimen organizado” están en la historia de esos otros que nos critican. De cualquier manera habría que reconsiderar el concepto de “legalidad”, pues ha sido uno que sistemáticamente se ha utilizado para amparar abusos. La legalidad no siempre ha estado del lado de la legitimidad, ni tampoco de la justicia.
No queremos moralizar a nadie. Más bien nos parece necesario apuntar que no son nuevas este tipo de acusaciones a proyectos como Pirateca, proyectos que pretenden imaginar y poner en práctica mundos fuera de la lógica del capital. Siempre ha sido de ese modo: los poderes privatizadores harían lo que fuera con tal de defender sus intereses empresariales; entonces criminalizan cualquier práctica y forma-de-vida que se resista a concebir el mundo lejos de la propiedad privada. Su mundo, regido de manera universal por intereses calculadores e intercambios monetarios, concibe cualquier línea de fuga que escape a esa lógica como “criminal”, e impone esa categoría tan mal vista socialmente a cualquier persona que moviliza su tiempo, sus saberes y habilidades sin esperar dinero a cambio. Porque para ellos no es posible una comunidad de la amistad, no para aquellos que ni siquiera son capaces de imaginar —no ya de crear, simplemente de imaginar— un mundo que no esté regido por los intercambios capitalistas. Pero sí las hay: hay comunidades provisorias de amigxs, como dice Bifo, unidxs por el amor a las mismas situaciones, dispuestxs a realizar juntxs el mismo recorrido, o fracasar juntxs y caer.
¿Cómo explicar al grueso de la población, al ciudadano de a pie, lo que significa un proyecto como Pirateca y el poner a circular libros libremente?
Pirateca es un proyecto donde escaneamos libros aprisionados por el copyright y los derechos de autor para ponerlos en libre circulación en internet. Desobedecemos y nos oponemos de forma expresa a los aparatos legales del copyright y los derechos de autor porque son aparatos clasistas, que pretenden otorgar acceso a la cultura únicamente a las personas con mayor capital económico, marginando o nulificando el acceso a quienes no lo tienen. En Pirateca, junto con muchos otros proyectos y colectivos, partimos de la idea de que el conocimiento siempre se construye en comunidad y, por lo tanto, debería ser accesible a todas las personas sin importar su clase socioeconómica: queremos construir plataformas que acerquen la cultura y el conocimiento a quien sea que lo desee. Y sí, también nos gustaría poner en práctica nuestro propio deseo: la certeza de que las comunidades de la amistad son posibles.
- https://www.nytimes.com/2002/10/08/world/bertelsmann-offers-regret-for-its-nazi-era-conduct.html ↩︎
- http://sociologicamexico.azc.uam.mx/index.php/Sociologica/article/view/702/675 ↩︎
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FRENTE A LA LLAMADA PIRATERÍA EDITORIAL
Entrevista con Quetzalli de la Concha, abogada, especialista en derechos de autor y está al frente del área legal y de derechos de autor del grupo Penguin Random House
¿De qué se habla cuando se habla de piratería en el mundo editorial y cuando se habla de delincuencia organizada asociada a la piratería en el mundo editorial? Que son ideas que tenemos muy relacionadas con muchas cosas en este país pero no respecto al mundo editorial.
Esa creo que es un pregunta clave para poder entender y dimensionar el tema. Lo primero es que cuando hablamos de piratería en el mundo editorial, hablamos de dos tipos de piratería: la primera es impresa, la que también denominamos industrializada, y la piratería digital. En el caso de la impresa es donde hay una relación directa con la delincuencia organizada. ¿Por qué? Porque estamos hablando de que son redes de delincuencia que lo que hacen es monitorear qué es lo que está haciendo la industria editorial mexicana, qué es lo que está trabajando, qué nuevos libros está publicando; tomar esos libros y llevarlos para hacer una reproducción ilegal pero, además, es una reproducción masiva.
Operativos que hemos realizado en años anteriores nos hemos encontrado con bodegas donde están almacenadas treinta toneladas de libros apócrifos; en algunas imprentas también. Tuvimos un caso en 2019 donde a escasa una semana de diferencia de que había salido el estreno de un libro sobre periodismo muy importante, encontramos una imprenta clandestina que tenía ahí almacenada una producción de veinte mil ejemplares. Estamos hablando de cantidades importantísimas, porque estamos hablando de que en la industria editorial nacional el tiraje promedio oscila entre mil y cinco mil ejemplares; eso es lo que una editorial puede solventar y lo que también puede colocar en las librerías.
Cuando vemos estas cantidades tan impresionantes como veinte mil o más ejemplares, esto nos habla de dos cosas: por una parte, que son grupos bastante grandes, que son grupos que además tienen una red de distribución importante porque colocar veinte mil ejemplares tampoco es algo sencillo y esto bueno, pues va tomando forma cuando observamos que además tiene una red de distribución no solo a nivel local, una imprenta clandestina en el Edo. de México, por ejemplo, en realidad va a destinar ejemplares para el Área Metropolitana, para todo lo que es comercio informal en el Área Metropolitana, pero también para el interior de la república. Hemos encontrado libros pirata hasta afuera de la Feria del Libro de Baja California. Es en todo el país.
A veces, de hecho, también nos encontramos con algunas denuncias que vienen desde Centroamérica, porque de pronto los autores dicen “pues yo no sabía que se estaba distribuyendo mi libro en Centroamérica” y resulta que no, que no es la editorial, sino son libros pirata que también están saliendo del país por la frontera sur. Sí es un movimiento bastante grande a nivel económico y a nivel de personas involucradas.
De hecho, también, y por eso vale mucho la pena considerar todos los cabos: hay una campaña que es súmamente interesante y preocupante que fue por parte de la Interpol entre el 2018 y el 2019, donde hace una advertencia para los pobladores y los ciudadanos —porque esto es a nivel internacional— donde dice: cada vez que tú compras piratería —del tipo que sea, ahí sí es parejo, pueden ser libros, puede ser música, pueden ser textiles o pueden elementos que representan un riesgo para la salud como medicamentos, alcohol y tabaco—, cada vez que se adquiere alguno de estos artículos pirata se está depositando también en redes de delincuencia que también se dedican a otros esquemas de negocio como es el secuestro, el tráfico de armas, el tráfico de personas, el tráfico de drogas.
¿Qué pasa con la venta de los productos pirata, de los libros pirata? Bueno, pues lo que está sucediendo es que, por ejemplo, en un año promedio la piratería de libros impresos pues llega a mover más de diez mil millones de peso y eso representa que se están también blanqueando esos millones de pesos. Entonces, sí es un nicho importante y preocupante relacionado con delincuencia organizada. Y ésta vinculación entre algo que aparentemente parece inocente o parece menor como es comprar un libro pirata, pero que en realidad está teniendo de trasfondo unas consecuencias brutales. Hay que considerar, la persona que los está vendiendo en la vía pública no es quien lo produce. Es el último eslabón de esa cadena.
Tenemos otro tipo de pirateria que es la digital, pero que también se relaciona con otro tipo de delincuencia organizada. En el caso de la piratería digital muchos de los sitios que nos ofrecen contenidos gratuitos aparentemente, en realidad de trasfondo lo que tienen es otro tipo de actividades que tienen que ver con ilícitos cibernéticos. ¿A qué me refiero? Nos llega el anuncio por redes sociales “da clic aquí si te gustan los libros de literatura latinoamericana”, “entra a nuestro sitio si quieres tener acceso a los mejores libros de desarrollo personal”. Y una vez que la persona accede al sitio, en primer lugar y digamos que es el nivel más simple de ilícito, pues lo que estamos haciendo es engrosar el número en el tránsito de usuarios de ese sitio, entonces quien administra esta página va a tener un beneficio que se refleja en poder vender en un mejor precio sus espacios publicitarios; en un siguiente nivel nos piden suscribirnos y ahí lo que nos están solicitando son datos personales, que como bien lo ha dicho la autoridad federal son datos de un valor importante y son delicados. ¿Esos datos personales a dónde van a parar? Regularmente a bases de datos que se venden de manera ilegal porque eso está prohibido por ley. Entonces ya estamos dentro de una base de datos que se va a traficar sin nuestra autorización y que no sabemos dónde va a terminar. Y ya en un tema más grave está el del hackeo de los equipos, es como abrirle la puerta de nuestro dispositivo al pirata digital.
Vale la pena acotarlo, la piratería está tipificada como un delito a nivel federal que se persigue de oficio.
¿Cómo puede ser lucrativa la piratería editorial cuando con la pandemia para la industria editorial en México se ha agudizado una crisis que ya venía de tiempo atrás. Si bien a conglomerados editoriales como lo es Random House no impacta tanto como a las editoriales independientes? Además de que se habla también del bajo índice de lectura en México.
Es engañoso, porque de pronto pensamos “híjole, tenemos un promedio muy bajo de lectores, son poco más de 2.2 millones censados. Sí, nos parece poquito porque tenemos una población de más de 120 millones en nuestro país, pero a nivel económico en realidad es un número importante. Por otra parte, hay que considerar algo, y por eso es tan lucrativo, en el caso de la cadena legal del libro y ahora con el confinamiento, ¿a qué se enfrentaron? A que las librerías no eran consideradas de actividad esencial. En semáforo naranja pudieron abrir con muchas restricciones. Y así fueron transitando en el ir y venir del semáforo y eso inhibió y recortó las ventas de los libros y eso fue un golpe enorme para todas las editoriales, las grandes, las chiquitas, las nacionales, las trasnacionales, las independientes, para todos. Pero mientras esto sucedía y mientras también nos quedamos sin las ferias del libro que es un mercado muy importante para la venta directa, mientras esto sucedía, el mercado informal siguió como ha sido siempre. Y, por otra parte, el pirata no tiene ciertas cargas como lo tiene la industria legal del libro: no le paga derechos al autor, no paga editores, correctores, diseñadores, formadores, traductores; el pirata no paga impuestos, no paga renta de un local. Se vuelve un negocio aún más rentable, de ahí que sea atractivo para ellos.
Frente a la polémica de los pdfs, está el caso del tuit de Fernanda Melchor y el caso de la Pirateca. Al mismo tiempo también sobrevuelan conceptos como copyleft y conocimiento libre, cultura libre que se mezclan cuando me planteas toda esta parte de crimen organizado cuando me hablas sobre piratería editorial.
Es una discusión prácticamente ética, acerca de la cultura es un derecho, el conocimiento es un derecho, la educación es un derecho, entonces, pues puedo o no me puedo dar luz verde para utilizar contenidos sin pagar por el trabajo de su autor. Y sí me gustaría comenzar por el caso de Fernanda, porque me pareció muy sensible que, al final, la autora fue abrumada por una cantidad de críticas. Yo me pregunto ¿con cuánto vive una persona promedio durante un año, por ejemplo? Porque le decían, “bueno, pues tú has ganado algún premio y tal”, pero trabaja todos los días para escribir, es una autora que se dedica profesionalmente a esto. Escribir no es algo que se hace en los tiempos libres, es lago que nos exije 24/7 y en muchas ocasiones no existen los fines de semana si quieres salir a tiempo; si quieres sacar un tema coyuntural. Creo que hay que tener muy claro que se trata de un trabajo, que es un trabajo del que además viven. No tienen otra forma de subsistir. Decidieron dedicarse a ser autores y creo que como sociedad deberíamos estar agradecidos porque al final son ellos el factor esencial para nutrir nuestra cultura.
Y también no dejarnos engañar porque hay muchas garantías que son derechos, que son derechos humanos y garantías constitucionales, pero ahí entra otro factor que es el Estado. El Estado debe de auxiliar para garantizar el acceso a estos derechos, entonces, yo no puedo llegar a una farmacia y robar los medicamentos porque tengo derecho a la salud. Pero sí puedo pedir que haya un sistema de salud que me ayude a solventar mis necesidades físicas. Pasa lo mismo con la cultura, el Estado tiene una obligación directa por artículo 4º constitucional de dar todos los elementos y herramientas necesarias para que haya una difusión de la cultura. Y hay muchos programas que cumplen con esta parte, por ejemplo el programa que se hizo por la Dirección General de Bibliotecas para hacer una gran biblioteca virtual. Todo el trabajo que hace la CONALITEG para poder nutrir las bibliotecas porque además no solamente es para texto académico, son bibliotecas de aula que tienen todo tipo de literatura para los niños y para los jóvenes. Hay muchos esfuerzos que se hacen para esta cuestión de la accesibilidad, pero es por la vía legal. Porque finalmente vivimos en una sociedad en donde el trabajo también vale y lo que le da dinámica es que paguemos por ese trabajo para que lo siga haciendo y nos paguen por el nuestro y así sea la dinámica económica de nuestro país.
Los editores tampoco son unos magnates que decidieron de manera alterna publicar libros. Son personas, que si uno analiza la historia de las editoriales en México, generalmente son familias que llevan tres o cuatro generaciones dedicándose a editar y a publicar libros y que viven, presupuestalmente, al día. Hay editoriales que tuvieron que recortar en un 80% su plan editorial [en el confinamiento] porque no daba la economía.
Hay que tener mucho cuidado con esta cuestión de las garantías y los derechos constitucionales porque sí, es un derecho, pero hay que acceder por las vías legales.
En algunas editoriales independientes he visto que los autores publican con ellos y, al mismo tiempo, su material es de libre descarga, en el caso de Random House, ¿ese tipo de decisiones se implementan? Que sí, el autor publica con la editorial, pero ¿conserva ese derecho de permitir la libre descarga de sus textos?
Sí, el copyleft o el creative commons que son las dos modalidades para este tipo de esquema. Ahí me gustaría precisar que tanto copyleft como creative commons y cualquier otro tipo de esquema de libre acceso, libre descarga o hasta libre intervención de las obras, lo que son es un ejercicio de derechos de autor. De hecho, van de la mano con los principios de derechos de autor, no están fuera de la norma, no es un tema que sea tangencial, es un ejercicio tal cual de los derechos de autor. Y ahí sí tengo que dar una precisión técnica que es: los derechos que cede un autor son independientes entre sí. Entonces, el autor puede ser que te diga, “mira Penguin, te voy a dar derechos para publicar sólo en formato de libro en impreso y en digital, pero yo me reservo el derecho a compartir mis contenidos por la forma que yo quiera. Pero ahí, el asunto clave es que quien decide es el autor. Esa es la parte fundamental: cuando el autor decide, cuando es voluntad del autor no hay nada que hacer porque el autor es el o la dueña de su obra.
El problema con la piratería, con los usos no autorizados, con todo este ir y venir de pdfs, es que nadie le está preguntando al autor. El tema con los pdfs, y ya me ha tocado verlo en distintos libros, es que el autor y el editor, económicamente, sienten que el libro fue un fracaso cuando en realidad el libro se está viralizando y está de pantalla en pantalla, de chat en chat y de red social en red social, porque en realidad el contenido es bueno, el problema es que como todo el mundo ya lo está abriendo así, sin ton ni son, pues ya nadie se siente obligado ni se le antoja ir a comprar el libro. Ese es el grave problema, que afecta la normal venta de los libros.
Mencionabas la responsabilidad del Estado. Al respecto, sobre la mesa también estuvo el caso de la antología de Abigael Bohórquez publicada por el Instituto Sonorense de Cultura que también se distribuyó libremente. Ahí hubo comentarios respecto a que es una obra hecha con dinero público.
El caso específico de Pirateca, es increíble el grado de cinismo en ser personas que abiertamente roban el trabajo y publican el trabajo, porque además Pirateca pide donativos, tienen una manera particular de operar. Y el problema es que es como si yo dijera quiero invitarlos a todos a comer, ya fui y me robé el refri de mis vecinos. Entonces hay que hacerlo con contenidos propios.
En el caso de lo que generan las instituciones públicas, hay que acceder a través de las instituciones públicas porque si no qué va a suceder, que no va a tener cómo justificar lo que invirtió porque nadie ingresó a su plataforma, nadie fue por los ejemplares que ellos mismos hicieron la publicación, nadie se acercó a la institución como tal para acercase al contenido. Entonces, el día de mañana no tienen cómo decir: esto sí tuvo una relevancia cultural, dame presupuesto para seguir produciendo este tipo de proyectos. Por eso creo que ahí también la clave es a través de dónde nos acercamos a los contenidos.
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LICENCIAS CREATIVE COMMONS, POSTURA COPYLEFT Y CONOCIMIENTO LIBRE
Entrevista con Irene Soria Guzmán, representante en México de Creative Commons y activista de la cultura libre
¿Cómo entender este pensamiento de obra única, de trabajo único por el que se paga que es parte de un sistema capitalista en el que hemos crecido y nos hemos educado frente a esta idea —que no es nueva— de conocimiento libre, a la idea de que la obra de arte y el objeto de cultura no es propiedad de una persona?
Esto que planteas es un tema que subyace a un sistema capitalista y que parece que nos hemos quedado ahí. También hay que ser realistas y saber que no nos podemos salir ahorita o mañana o no nos podemos ir a otro planeta en lo que construimos otro sistema que nos favorezca a la mayoría. Tenemos que ir caminando y reflexionar esto.
He reflexionado esto desde hace algunos años con otras colegas y con otras personas. ¿Desde dónde partimos, desde dónde agarramos la problemática, desde dónde la sacamos de raíz para saber cuál es el meollo del asunto? A mi me parece que uno de los tantos meollos a los que hemos llegado es el del concepto de autoría. Cuando hablamos del autor o la autora tenemos esta idea que se nos quedó ahí rezagada desde el siglo XIX, yo diría un poquito antes, XVIII, de este creador —que por cierto es varón—, este hombre que fue tocado por las diosas, alguien vino le dio el don y se quedó ahí desde el siglo XVIII. Esa idea que ahora digo es capitalista y patriarcal, y que nuevas reflexiones del siglo XX han señalado que no es así, porque el autor ni es único, ni crea en solitario y la creación y la creatividad no es algo que llegue de la nada. Es algo que se trabaja, que se estudia, sí, pero que también tiene que ver con la relación con otras personas.
Incluso antes de la llega de internet hay varios autores y autoras que reflexionan al respecto. ¿Por qué? Por que una obra, efectivamente, no existe sin autor, pero también el arte no es nada sin la sociedad: la obra de arte no es obra de arte si no la ve alguien más. Ahí es donde los sacamos de este binomio. Estamos tan arraigadas a esta idea, porque obviamente está arraigada a un sistema patriarcal y capitalista que no se nos ocurre otra posibilidad. Afortunadamente hay, incluso autoras mujeres que dicen: la obra no la hace una sola persona; incluso aunque yo ahora esté generando un libro, ese libro lo he hecho porque leí a un montón de autoras antes que me influyeron. De ahí la postura de que nada es original, todo es una construcción en conjunto. Si vamos ahí, ya podemos ir desgranando: hablar de propiedad intelectual sí, puedo entender que es mi chamba y que merezco una retribución tanto económica, como social, como cultural, ¡claro! Eso, los que somos defensores de la cultura libre ni siquiera lo negamos, al contrario. No estamos en contra de reconocer la autoría, estamos en contra de que esa autoría impida el acceso a que otras personas puedan leer y utilizar.
Es muy difícil pensar con esta estructura ya tan arraigada que hay otro modo de hacer. ¿De qué hablamos cuando hablamos de cultura libre?
El cultura libre es un concepto que acuña justamente un abogado estadounidense que se llama Lawrence Lessig. Es uno de los primeros abogados que empiezan a problematizar que, contradictoriamente, con más acceso aparente en internet, estemos teniendo menos posibilidad de acceder a los contenidos. ¿Por qué?, porque los grandes consorcios están cerrando las posibilidades de acceder. Ojo que no los autores siempre, por eso es que digo que hay que hacer esa división. Porque ponemos en la misma mesa a Disney, las grandes marcas como Nike, al propio Peguin Random House, que a lxs autorxs. No hacemos la división entre intermediarios y demás.
Ese concepto viene de uno de sus libros que se llama Free Culture o Cultura libre o cómo los grandes medios están bloqueando o cerrando el acceso a la cultura y a la creatividad. Y esa es una reflexión que tiene un nombre, cultura libre decimos ahora, pero es algo que viene pasando desde hace muchos siglos. ¿Qué es lo que pasó? Que con la llegada de internet y el cambio en la distribución y difusión de contenido, pues efectivamente sí hubo un desbalanceo en ciertas mediaciones y ciertos intermediarios, y los intermediarios que antes pasaban las rolas de cassette en cassette, por ejemplo, y luego ibas al “toquín”, pues ahora estaban viendo que se les estaba saliendo de las manos, que las cosas sucedían sin ellos de por medio. A partir de ese miedo generaron miedo como este tipo de ideas falaces de que si no pagamos el libro el autor muere de hambre. El problema es que si no lo vemos con estos lentes de la cultura libre no vemos que estas ideas vienen muy arraigadas de esto que ya decimos, pero que vienen subrayadas por estos consorcios y estas empresas. Entonces ¿qué pasa?, que la autoría de a pie queremos usar esa misma lógica cuando no funciona.
El término cultura libre es algo que a mí me gusta usar para referirme a esta posibilidad de poder acceder a ciertos contenidos sin que eso afecte tampoco al autor. Sí tiene que ver con dar crédito, reconocer el origen, reconocer la autoría, pero que eso no impida la creatividad y el libre acceso a la cultura.
¿Aquí entonces es donde entra la idea de copyleft que está mas asociada con el autor, el que decida compartir su obra?
Aquí podemos hilar. Ese término de cultura libre me gusta utilizarlo por lo que engloba y que curiosamente viene de un abogado, yo lo jalo hacia el término copyleft que acuñó un programador que se llama Richard Stallman para ponerle un nombre a lo que él dice “el hack a los derechos de autor” o el “hack a la propiedad intelectual” que quiere decir que el copyleft se refiere al derecho a la copia, “te dejo copiar”—es un juego de palabras en inglés—, pero también es un juego de palabras en lugar del copyright, “el ala derecha”, el copyleft, “el ala izquierda”. Son términos actuales que nos están permitiendo poner ciertas referencias, pero tanto el copyleft como la cultura libre es algo que ya venía pasando, incluso entre los autores hoy en día. El copyleft nos da otro instrumento que abre tantito la puerta, porque el el derecho de autor, esta idea cerrada, no nos está sirviendo y es momento ya de desmitificarla porque viene de una falacia. Y personas defensoras de este tipo de ideas no están viendo lo social.
Si ya dijimos que la cultura libre viene del concepto de copyleft que viene acuñado de esta esta posibilidad de usar dando el crédito, el derecho a la copia, digamos, y que puede ayudarnos a hacer algo de manera más colaborativa, de ahí surgen algunas otras posibilidades como lo que propone Lawrence Lessig que son las licencias Creative Commons. Esas son algunas propuestas que ponemos en la mesa para poder abrir un poco la reja. Mucha gente nos dice “es que eso no está en la ley mexicana”. Efectivamente, no dice “se puede usar Creative commons”, pero sí hay un espacio literal donde dice que cada quien tiene la obligación de hacer su propio contrato, cuando tú haces un contrato de derechos de autor tú pones tus cláusulas. En ese contrato yo pongo qué sí pueden hacer y qué no pueden hacer con mi obra. Se hace hoy en día. Si puedes hacer algo tan cerrado, también puedes empezar a hacer algo más abierto. Y no estamos diciendo que en automático sea todo. Vamos poco a poco: sí, puedes usar mi libro, pero dame el crédito; o por este lado no lo haces comercial; o compártelo igual. Y eso, parece que no, pero trae muchas ventajas sociales.
Aquí hay otra parte que me gustaría abordar cuando se habla de piratería editorial en los mismos parámetros de otro tipo de piratería en el país, que se pone en el mismo saco todo. Ustedes como asociación estudian el tema constantemente, ¿qué tan real es esto que se dice que es una industria de millones de pesos mexicanos y que reporta 43 mil millones de pesos en pérdidas al año?
Muchas veces estos estudios no es un estudio tal, ni es un estudio social, ni amplio, sino es literalmente el comparativo de lo que ganó esta gran empresa, este gran consorcio, un año respecto al otro. Existe el comercio informal y probablemente exista una red detrás, no lo estamos negando, pero lo que estamos diciendo es que no podemos partir de este dato que son números cuantitativos sin ver todo el análisis social que hay detrás. Porque si estamos viendo bajo esta idea de bien, mal; bueno, malo; no estamos viendo toda la problemática social, nadie se está preguntando ¿por qué?
El análisis del discurso también tiene que ver con quién lo dice, cómo lo dice y desde dónde lo dice. No es nada más poner las cifras. Incluso Penguin Random House puso en sus libros que queda prohibo el préstamo [público sin previa autorización]. Y justamente viene de un artículo que señala que estaban perdiendo mucho dinero porque se estaban prestando sus libros en las bibliotecas. [1 y 2] Que no estoy diciendo que sus cifras sean falsas, puede que sean reales, pero más allá de eso es que probablemente solo estamos afectando en las pérdidas económicas de un grupo favorecido durante muchos años. Y como toda empresa nadie quiere perder sus canonjías y nadie quiere perder sus privilegios, ¿y qué es lo más fácil?, ¿qué es lo menos crítico y qué es lo más falaz que podemos hacer?, culpar al señor que vende un libro, que duras penas puede sostener a sus familias y equipararlo con el secuestrador.
Si bien no estamos negando que existan redes detrás de estas copias no autorizadas, no podemos poner en el mismo saco a personas que comparten en grupos de estudio, gente que lo hace con planteamientos políticos y que hay personas que literalmente generan este tipo de contenidos como una forma de poner en la mesa esta problemática, que es lo que pasa con Pirateca. Y es grave porque estamos criminalizando a los usuarios.
Ahí me gustaría caer en ese caso. Desde la perspectiva de ustedes como organización, ¿cómo mirar el caso de Pirateca? Porque está el digitalizar el libro, subirlo y compartirlo y la pregunta “perspicaz” es: ¿y qué están ganando ellos con eso?
Está bien bonito eso que dices porque no se nos ocurren otros mundos fuera del capitalismo. Decía [Slavoj] Žižek: es más fácil imaginar el apocalipsis zombie que el fin del capitalismo. Y que tampoco yo estoy negando que existan este tipo de páginas, pero no la Pirateca. Ya les preguntarás tú cómo se financian, hasta donde yo tengo entendido es con donaciones, pero me parece que la gente no cree o no alcanza a ver que hoy, en el siglo XXI, tengamos convicciones políticas y tengamos convicciones de que queremos un mundo mejor. A nadie se le ocurre que podamos hacer cosas gratis. Y, ojo, cuando digo gratis me refiero a que no haya un intercambio económico, pero puede haber otro tipo de intercambio. Y eso, también habla de otros modelos de comercio y de distribución.
¿Qué puede estar ganado pirateca? De entrada yo creo que está ganando un capital simbólico, está moviendo algo que a todos nos estaba ardiendo, está teniendo mucha retroalimentación. Creo que la ganancia es una ganancia cultural, social, es una ganancia colectiva.
Dentro de este esquema copyleft y de cultura libre ¿cómo evalúan ustedes el papel del autor? Claro que habría que hacer la pregunta directo a un autor, que se hará en el futuro, pero en su papel de organización, ¿qué evaluación hacen?
Ahí nosotros lo hemos problematizado. Se ha puesto en el mismo saco la autoría y la producción. La lógica es ésa: yo produzco, hago la obra, la vendo y vivo de ella. Por desgracia en el arte no funciona tan fácilmente o no es tan así. Se creería que así sea, que yo como autor gane por cada obra que venda. La problemática es que con la posibilidad de la distribución y que cambió el paradigma con internet, que ya venía, pero que fue muy claro con internet, ya no vives de una obra o de la venta material de la obra. Sí hay una materialidad, pero ya no una como tengo una mesa y ahora vendo otra mesa. Sino ahora es, bueno, tengo la mesa, pero dentro de esta lógica capitalista es cobrarte por el permiso de usar la mesa. Ya hice la mesa, ya generé la producción de la mesa, pero como es barato producir esta mesa en internet, ¿cómo gano? Te vendo el permiso de uso.
¿Cómo problematizar esto? ¿Cómo hacerlo con el autor? Obviamente en situaciones del sur es todavía más complicado porque estamos en una situación de un país donde, además, poco se benefician los autores. Pero no podemos querer solucionar esa problemática con cobrar el uso de un pdf que ya hizo —que ya pagó el Estado, tal vez, si se hizo con una beca del Fonca— y luego querer cobrar cada vez que se descargue. Eso no es un modelo tan eficaz porque ya vimos que la gente no lo va descargar. Entonces, ¿qué podemos hacer? Problematicemos toda la estructura económica que hay detrás del autor y que esas personas autoras puedan vivir no solamente de su trabajo sino de lo que hacen.
La mayoría de los autores que nosotros conocemos o que liberan sus obras, afortunadamente, no se están muriendo de hambre, ni están muriendo pobres. Tenemos testimonios de artistas que están viviendo de su trabajo. Tienen chamba. Hasta ahora, pues. En este modelo capitalista tampoco es que una persona viva de esa obra, pero ese no es problema de la libre cultura, ¡es del capitalismo en sí! Problematicemos las condiciones laborales de este país. Que unos sí puedan crear en comodidad y otros no. Que unos sí puedan dedicarse al arte y otros no. Y eso no es problema de la cultura libre. No comparemos a un joven que baja una canción con un narcotraficante.
Creo que es algo que tenemos que discutir entre todas y todos, y que la prohibición y la cuestión punitiva no es la salida. Sin afán de romantizar, porque también sabemos todas las políticas que hay detrás y las cuestiones económicas, es que, por lo menos, escuchemos otras voces.
- Ampliando un poco el tema esta nota señala la caducidad de la compra de ebooks de dicha editorial y otras, reducida a dos años. https://goodereader.com/blog/digital-library-news/major-publishers-are-sabotaging-the-public-library?fbclid=IwAR3qHEFtRV9EHPAdumDi7Cna_FXyV_KfETJbLtdxGrfbXX9uT5EzcJZlff8
- https://slate.com/business/2019/09/e-book-library-publisher-buying-controversy-petition.html?fbclid=IwAR2cPEt8fNqDp5eIWhS9rKyW3w_u-Iy-ZvY6uv8lBosYZFjkHuxAtIYizTk
Imagen de portada: Fragmento de portada del libro Cultura libre, de Lawrence Lessig