La cosmogonía wixárika en la tradición musical y la electrónica

Zindu Aramara Cano genera paisajes sonoros sobre los cuales reinterpreta la tradición oral de la etnia del estado de Jalisco

Huemanzin Rodríguez / Ciudad de México

Compositora, cantante y egresada de la licenciatura de Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara, Zindu Aramara Cano, ha colaborado como intérprete, compositora o productora en más de quince discos, entre los más destacados están Salvavidas de hielo de Jorge Drexler; Barcelona de León Chávez Teixeiro; Notas de voz: Canciones que nos enviamos en nuestro grupo de wasap del colectivo Núcleo Distante; Autorreverse de Ampersan; y Quizá en Agosto de Ricardo Yáñez. Parte de su música ha formado parte en diversos proyectos audiovisuales como series, animaciones, documentales y películas. Como actriz debutó en la película Tesoros (2017), de María Novaro. Recibió el apoyo del programa para Jóvenes Creadores 2019-2020, con un proyecto en el que vincula elementos musicales de la comunidad wixárika. Desde Guadalajara, Jalisco, Zindu Cano comparte detalles de este proyecto.

«Para mí ha sido muy orgánico el acercamiento a las artes y la música, porque me tocó crecer en un hogar de artistas. Mi mamá es bailarina y coreógrafa de danza contemporánea. Y mi papá es músico, compositor y etnomusicólogo; investiga la música de las etnias, en particular en el estado de Jalisco, que es de donde soy. Desde niña tuve cerca demasiados estímulos, estuve en talleres de títeres, de teatro, estudié piano desde los seis años. Estoy muy familiarizada con los procesos creativos. Ahora en Ampersan estamos creando música a partir del presente, que nos recuerda lo frágiles que somos la humanidad y siempre he tratado, que mi música tenga un significado, que no sólo sea entretenimiento. Eso es lo que nos separa del mainstream donde todo está muy bien producido, muy bien articulado, todos son grandes músicos, los sonidos son apantallantes y a veces, avasallantes; shows con producciones escénicas también avasallantes con las luces y los visuales. Pero en este caso, buscamos un sentido y un significado hacia nuestro presente como integrantes de la sociedad mexicana también como latinos, porque nos importa todo lo que pasa en el continente, que nos afecta directamente.

»Me gusta agregar sonidos ancestrales y usar instrumentos de diferentes tradiciones, creo que vine directamente de mi papá, él tiene un proyecto de música con instrumentos prehispánicos, por eso estoy familiarizada con el teponaxtli, el tambor tarahumara, el huéhuetl, las ocarinas y las flautas de barro. Por eso es muy natural para mí adaptarlas a la música nueva junto con medios electrónicos, que están muy cercanos a nosotros.»

La propuesta de Cano fusiona sonidos de instrumentos tradicionales con las sonoridades de la actualidad. Con Ampersan ha dado conciertos en foros como Poesía en Voz Alta que organiza la UNAM, así como en diversos escenarios de países en América y Europa; participar en Balcony TV Ciudad de México, filial de la plataforma mundial musical nacida en San Petersburgo.

Uno de sus temas más recientes es «Mujer espíritu», estrenado en septiembre pasado, es una referencia clara al registro sonoro del mantra de María Sabina (1894-1985), hecho a mediados del siglo pasado por el periodista y empresario estadounidense Robert Gordon Wasson (1898-1986), que influyera en el joven Bob Dylan durante sus primeras conferencias de prensa en los años sesenta.

Ahora, Zindu Cano genera atmósferas con capas musicales producto de la influencia musical wixárrika, uno de los grupos étnicos que habita la región que ocupa primordialmente zonas de los estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas y Durango.

«Me atrajo esta cultura porque en el estado de Jalisco son muy cercanos. Puedes verlos con regularidad en Guadalajara, vienen a vender sus productos y también a dar conciertos. Los wixárika son ahora más abiertos a mostrar su cultura, desde las acciones para la defensa de Wirikuta. Con la beca del Sistema de Jóvenes Creadores, decidí investigar sobre su música, que no es algo nuevo para mí, en otras grabaciones de Ampersan retomábamos melodías con ellos, pero para este proyecto nuevo sí ha sido meterme lo más profundo posible, para mí hoy hay tanto en sus sonidos como en su cosmogonía. Los temas tratan de las deidades wixárikas, que son fuerzas primigenias como la lluvia, la tormenta, el viento, el fuego, el maíz, la tierra, el Sol. Todas estas entidades de la naturaleza base a su cultura. Inspirada en esas leyendas es como hice mis composiciones. Pero requirió un trabajo de investigación de esas leyendas, los ritos y sus participantes. Así escribí mi guión.  

»En términos sonoros, lo principal en las composiciones es la voz, con la que busco recrear esos paisajes de la lluvia, el viento, el fuego, el desierto, la sierra, el río. Me acompañé también de la flauta tlapitzalli, la flauta de carrizo muy conocida y utilizada en toda Mesoamérica, casi siempre se acompaña de un tambor. Utilicé otros tambores, medios electrónicos como Kauspac 3 de Korg, el sampler SP de Roland. Y con eso le fui dando forma a las composiciones.»

Zindu, tú has estudiado música, sin embargo, en las escuelas enseñan la idea europea de la música y las otras músicas, quedan relegadas a otros contextos de investigación. La cercanía con tu padre te ha permitido acceder a otros universos sonoros, pero pese a ser un país muy rico en sus músicas, son desconocidas para la mayoría de los mexicanos.

Es cierto, en la escuela nos enseñan a Bach, Mozart, Beethoven. En Ampersan hemos tenido que ir a comunidades y a fandangos para aprender de viejos soneros, a vivir el acto. Porque, como dices, la música no se trata solo de técnica y teoría, se trata de vivirla. Yo estoy ávida de conocer más de las raíces mexicanas, de los ritmos latinos. Es muy rico, pero nos hace falta acercarnos a esas músicas porque son complejas. Para un oído “educado” occidentalmente, las músicas tradicionales podrían parecer repetitivas, pero una vez que profundizas en ellas, encuentras muchas cosas tan complejas como la poética de las letras de las canciones en la tradición oral, o esos sonidos que podrían parecer “desafinados” para la educación europea, en donde encuentras variedad y riqueza. Es como la música en la India, que es microtonal. Yo me acerco a la cultura wixárika con mucho respeto y cariño, y espero pronto poder mostrarles mi trabajo allá en la sierra de Jalisco.

Estas músicas además tienen, otro tipo de importancia dentro de las comunidades, mientras que para nosotros en el mainstream pareciera que debemos de estar en el éxtasis constante, en esas otras músicas hay diversión, hay broma, hay tristeza, hay justicia como también una espiritualidad profunda.

Así es, es algo que va más allá de la forma, en el fondo está el reflejo de su cosmovisión. De cómo ellos se explican la vida a partir de su entorno natural que está conectado con todo. Su música podría parecer sencilla, sin embargo, nos falta saber más sobre los significados. Como parte de mi preparación para este proyecto leí mucha poesía wixárika, con frases y figuras muy sencillas, porque no están buscando ser artistas, buscan ser parte de su entorno. Es difícil explicar la sencillez con que describen las cosas y al mismo tiempo, las comparten con el resto del mundo. Es muy bonito. Tienen unas leyendas muy hermosas que espero, a través de este trabajo, pueda reflejar algo.

¿Cómo es tu vínculo con la poesía? Has hecho un proyecto con el poeta Ricardo Yáñez.

Ricardo Yáñez es un maestro muy querido con el que hemos trabajado varios años, yo lo conocí de niña porque él trabajó con mi madre en proyectos de arte, donde fusionaron poesía con danza. Es un amigo de la familia. Desde pequeña me gustaba leer y escribir, por eso estudié Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara, al mismo tiempo que estudié música. Desde sus orígenes me parece que la música y la poesía son artes hermanas, son complementarias. Por eso me interesa trabajarlas juntas. Ahora, por la pandemia, no hemos podido coincidir con Ricardo Yáñez. Es un maestro que siempre nos apoya.

Entre tus referentes no puedo evitar pensar en Jorge Reyes (1952-2009), quien a finales de los años ochenta presentó un disco titulado Nierika (1989), en la búsqueda de estos procesos a los que te refieres. Y a propósito de la fusión de la poesía y la espiritualidad de la tradición, desde otra parte del mundo, llega a mi mente la cantante iraní Sussan Deyhim, cuyos temas sufís fueron revisitados por Bill Laswell en el álbum Shy Angels (2002).

De lo que nombras, escuché mucho a Jorge Reyes por su paisaje sonoro que recrea a la sierra de Jalisco. Lo escuché mucho y para este proyecto en específico, es un referente muy importante. También escuché a Philip Glass, porque tiene un disco con músicos wixárikas. Glass tiene otro disco con piano y el violín pequeño que usan los wixárikas. Esa fusión me pareció muy interesante. Pero siempre estoy escuchando cantos tradicionales del mundo, me importa acercarme lo más que pueda a la raíz. No identifico a la cantante que mencionas, pero la buscaré. Por otra parte, me gustaría poder profundizar en ritmos latinoamericanos como el huayno, el candombe, la chacarera. Explorar eso, así como otros ritmos de México como las chilenas, la música calentana. Por ahí es donde me gustaría avanzar en mi crecimiento popular.

Zindu Cano ha participado como cantante e interpretando diversos instrumentos con Natalia Lafourcade, Meme del Real, Tribu, Radaid, Huehuecuicatl, Zaikocirco, Roberto González, León Chávez Teixeiro y Eliseo Santillán, entre otros. La música de Zindu Cano con el dueto Ampersan, está disponible en plataformas digitales y ahora ella ya ha comenzado a diseñar un proyecto nuevo en donde fusionará instrumentos y sonoridades de las músicas tradicionales de América Latina.

Imágenes: cortesía de Zindu Cano