A través de una simulación y un modelo tridimensional de un salón de clases de una escuela pública de la ciudad de Nueva York se analizó la forma en que algo tan sencillo como es la ventilación puede reducir el riesgo
Redacción / Ciudad de México
Al menos en México, la Secretaría de Educación Pública (SEP), ha descartado el regreso a clases hasta que existan condiciones apropiadas para que los alumnos y profesores vuelvan a las aulas. Lo cierto es que la covid-19 seguirá presente en la sociedad, y se tendrá que aprender a vivir con ella en la nueva normalidad. Además de las medidas sanitarias y cuidados que los planteles deberán tener, para poder cumplir con los protocolos y evitar posibles contagios, existen otros factores que podrían ayudar a que el regreso sea eficiente.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, están instando a las comunidades a reabrir las escuelas lo antes posible. Sin embargo, los padres y los profesores han planteado dudas sobre la calidad de la ventilación en las aulas de las escuelas públicas para protegerse del coronavirus.
Por lo que desarrollaron una simulación, utilizando un modelo tridimensional de un salón de clases de una escuela pública de la ciudad de Nueva York, con datos específicos sobre el tamaño del salón y el número de ocupantes y su ubicación en el aula, entre otros factores.
Este proyecto se desarrolló con apoyo de una empresa de ingeniería y con expertos especializados en sistemas de edificios para comprender mejor las medidas sencillas que pueden adoptar las escuelas para reducir la exposición al virus en los salones de clases.
Se tomaron casi ochocientos mil puntos de datos de una simulación del flujo de aire en la sala. En cada punto se midieron dos valores, la concentración de contaminantes (en partes por millón) y la velocidad (en metros por segundo), cada pocos segundos durante quince minutos. La animación muestra un subconjunto de estos datos. Los datos se visualizaron tanto en forma de corrientes como de secciones transversales horizontales.
La ciudad de Nueva York puso en marcha protocolos estrictos para la reapertura de las escuelas. Los alumnos deben practicar el distanciamiento social y llevar cubrebocas, y las aulas deben tener ventanas que se abran.
En la Imagen N. 1, los estudiantes llevan cubrebocas, pero su aliento sigue circulando y mezclándose por el salón. Aproximadamente el tres por ciento del aire que respira cada persona en esta sala fue exhalado por otras personas. Incluso los estudiantes que parecen sanos pueden ser portadores asintomáticos con capacidad de transmitir el virus.
Ahora veamos qué ocurre cuando agregamos un estudiante contagiado a la ecuación.
Las líneas que se muestran en la Imagen N.2 semejan el aliento cálido del estudiante contagiado, a medida que se eleva y comienza a dispersar los aerosoles respiratorios contaminados por el aula. Los contaminantes están más concentrados donde las líneas son más oscuras.
Aunque todavía no sabemos exactamente qué nivel de contaminación presenta el mayor riesgo de infección, «la exposición está en función de la concentración y el tiempo», afirmó Joseph G. Allen, director del programa de Edificios Saludables de Harvard y experto en salud ambiental.
En poco tiempo, el salón se acerca a su nivel máximo de contaminación. Como entra poco aire fresco, los contaminantes siguen circulando por el aula.
Los expertos coinciden en que una buena ventilación es la forma más eficaz y práctica de eliminar los contaminantes de un espacio. El programa de Edificios Saludables recomienda entre cuatro y seis recambios de aire por hora en las aulas, mediante una combinación de ventilación y filtración.
La ciudad de Nueva York exige que todas las aulas tengan al menos una ventana en funcionamiento para ayudar a la ventilación, incluso en invierno.
En la Imagen N.3, el aire fresco reduce los contaminantes a medida que se desplazan por el salón. «Unas medidas sencillas y poco costosas pueden lograr que las escuelas sean mucho más seguras», afirmó Scott E. Frank, cuya empresa de ingeniería JB&B colaboró en estas simulaciones.
En la Imagen N.4 se añadió un purificador de aire con filtro HEPA (recogedor de partículas de alta eficiencia) y un ventilador de caja que sopla aire fresco en el salón, ambas opciones prácticas y de bajo costo.
El aumento del aire fresco que entra en la habitación y el que sale del filtro ayudan a diluir aún más los contaminantes a medida que se propagan por el espacio.
Estas simulaciones ofrecen ejemplos basados en datos concretos, pero muestran cómo la ventilación y la filtración pueden funcionar junto con otras precauciones como usar cubrebocas y el distanciamiento social.
«Mejorar la ventilación es solo una parte», mencionó Mark Thaler, experto en espacios escolares de la empresa de diseño Gensler. «Tiene que ir acompañada de todas las demás directrices de los CDC para que la reapertura sea realmente segura».
Sí deseas observar la simulación completa. Puedes entrar aquí.
Con información de The New York Times