Cómo la microbiota intestinal controla el cerebro

Una conversación con la neurocientífica Sonia Villapol, investigadora principal en el Texas Medical Center, en Houston, quien nos habla de este tema poco estudiado y de la investigación que realiza en torno al SARS-CoV-2

Karen Rivera / Ciudad de México

¿Cómo la microbiota intestinal está relacionada con el daño cerebral? Les sorprenderá saber que las bacterias que habitan nuestro sistema digestivo interactúan con el sistema nervioso y pueden afectar nuestro estado mental. Aquí una entrevista con la neurocientífica Sonia Villapol, investigadora principal en el Texas Medical Center, en Houston, quien nos habla de este tema poco estudiado y de la investigación que realiza en torno al SARS-CoV-2.

El estómago es considerado nuestro “segundo cerebro”, esto se debe a que dispone de una red neural que habita entre sus capas y controla el movimiento de los intestinos. La microbiota que lo forma permite triturar los alimentos y alcanzar la nutrición. Una de las vías de comunicación que tienen nuestras bacterias del tracto digestivo con el cerebro es a través de los metabolitos, neurotransmisores que son liberados al sistema circulatorio y viajan a través de la sangre hasta llegar al sistema nervioso, donde interactúan con receptores neuronales y establecen comunicación.

«Hay una relación muy importante con la ansiedad o la depresión y dependiendo de estas señales que envían las bacterias al sistema nervioso, a través del nervio vago, de la sangre, pues actuamos de una manera u otra curiosamente y hay unas bacterias que son más beneficiosas en esta comunicación y otras que son más tóxicas.

»Por ejemplo, hay bacterias que secretan unas sustancias, unos metabolitos que pueden activar los niveles de serotonina y como bien saben, la serotonina es una hormona, que es considerada la horma de la felicidad, y tenemos muchos receptores para esa hormona precisamente en los intestinos, y en otras partes, entonces dependiendo de esta liberación, de estas señales que envían unas bacterias especificas pues liberamos más o menos serotonina, se piensa que incluso el 80% de la serotonina proviene de nuestros intestinos.»

La microbiota intestinal se ve influenciada por la dieta, el entorno o el uso de medicamentos como antibióticos. La doctora Sonia Villapol también estudia cómo ésta afecta al sistema inmune y puede ayudar a reducir la inflación cerebral causada por padecimientos como el Parkinson o Alzheimer. Además, forma parte del equipo de investigación internacional de COVID-19, que analiza los efectos del coronavirus en el cerebro y sistema nervioso y asegura que dependiendo del tipo de bacterias de cada paciente se puede tener un indicador de si esta enfermedad será grave o moderada.

«Se ha visto que los enfermos de la COVID hospitalizados, el 80% de ellos tenían déficit de Vitamina D, y este es un componente muy importante modulado por las bacterias, también el OMEGA 3 es otro componente que producen las bacterias, y se vio que los enfermos que se recuperaban antes eran después de un tratamiento con Omega 3, y estos componentes que tienen una relación directa con la bacterias son tratamientos o probióticos que  se pueden administrar que beneficiarían el estado inmune y el refuerzo del sistema inmune.

»Y esto es muy interesante porque digamos si podemos, de algún modo, modular estas bacterias, remplazarlas, que son más tóxicas y dañinas y remplazarlas por bacterias beneficiosas que nos ayuden reducir la inflamación. Aquí es un punto de vista en información sistémica y entonces lo que tenemos que procurar es que la inflamación baje a los niveles adecuados y luego intentar que exista una recuperación más rápida o más efectiva.»

La doctora Villapol trabaja en un tratamiento de apoyo, a partir de probióticos, componentes alimentarios que favorecen la multiplicación de bacterias beneficiosas en el sistema digestivo, que busca reducir la inflamación causada por la COVID-19, pero es importante aclarar que éste no sustituye la potencia de un fármaco. No es arriesgado decir que la medicina del futuro se base en estos mecanismos para controlar, por ejemplo, los estados de ánimo de las personas, a través de la regulación de sus bacterias beneficiosas.