Un proyecto inspirado en una costumbre de Inglaterra, los cafés científicos, pero llevado a un bar o a una cantina, el escenario perfecto para participar, por una noche, en la cocina de la ciencia
Ciudad de México (N22/Ana León).- «La ciencia que no es comunicada, es ciencia que no ha sido hecha», cita Andrés Cota Hiriart a la comunicóloga Elisa Marshall. Y es que si esa ciencia no llega al grueso de la población de manera digerible, ¿cómo entender que cambios tan drásticos en nuestro planeta como sequías prolongadas, el derretimientos de los polos, los incendios que devoran hectáreas y hectáreas de bosques y producen amaneceres distópicos color naranja, están directamente ligados con nosotros, con nuestras acciones? Si no logramos entender la raíz de estos problemas, ¿cómo podemos accionarnos para cambiarlos? Abonar a la comunicación de la ciencia lejos de lo críptico de los informes académicos, de los artículos en revistas especializadas, es una de los muchos intereses de la Sociedad de Científicos Anónimos, fundada en 2016 por Natalia Jardón, consultora en innovación y comunicación, y Andrés Cota Hiriart, zoólogo y escritor.
Charlamos con ellos justo para conocer la relevancia de la divulgación de la ciencia en el grueso de la población y lo necesario que es abonar a la formación de una cultura científica.
El inicio, ¿cómo fue?
Natalia: La Sociedad de Científicos Anónimos fue inspirada en una actividad que hacen en Inglaterra. Andrés y yo hicimos la maestría de Comunicación de la Ciencia juntos en Londres, ahí nos conocimos. Y ahí tienen una actividad que se llama Café Scientifique, entonces se reúnen en cafés para hablar de la ciencia y nosotros siempre teníamos esta idea como de tropicalizarlo…
Andrés: Digamos que podemos decir eso: la idea primigenia fue de Natalia y yo, de hecho tuve mis dudas en un principio, decía, bueno, “vamos a organizar este café de ciencia en bares de ahí la tropicalización, no un espacio cultural habitual, sino en una cantina en un bar, más afín a lo que es la Ciudad de México”, y pensaba, “pero van a venir nuestro diez quince amigos que les interesa”, y digo, eso está padre también, pero pronto perdería fuerza. Y fue todo lo contrario.
Natalia: Creció de ser eventos en cantinas, sacando la ciencia del laboratorio a un espacio donde todo el mundo se reúne, a libros, a colaboraciones con el MUCA que hicimos este año en plena pandemia con artistas, la radio… La labor es sacarlo y llevarlo a espacios donde todos se sienten cómodos y mostrarles que la ciencia no es más diferente que el arte, donde tú puedes ir a espacios e interactuar con él.
Iniciando en 2016, sus reuniones que han llegado a convocar hasta 200 personas en tiempos precovid, son ya un evento científico conocido de una noche en la que cualquiera puede jugar a participar «en el guiso de la ciencia», como lo describe Andrés. Un diálogo bidireccional entre expertos y la sociedad en general.
Andrés: Y que en ese diálogo bidireccional, digamos, al tú por tú, se elimine pedestales, filtros y, entonces, de alguna manera, los científicos adquieren anonimato para el resto de la sociedad pues sus credenciales no tienen la misma validez que en los ámbitos académicos. Y, por el otro lado, el público se vuelve científico por una noche.
Y es que la ciencia hoy en día tiende a ser muy meritocrática, ¿no? Escuchas a ciertas voces porque es tal o cual científico o científica, que es líder en no sé qué. Pero sus aportes, el conocimiento, debería ser anónimo en el sentido de “no importa quién lo dijo”, si esas teorías prevalecen, lo que importa es su teoría, lo que importa es su aporte y cómo nos ayuda a predecir un poco mejor nuestro entorno, que es a lo que ayuda la ciencia.
La importancia de proyectos de divulgación como éste es que ayudan a que lo que investiga la ciencia llegue al gran público, que se genere una cultura científica, pero ¿qué es una cultura científica y cómo ésta puede ayudarnos a detener el daño que causamos a nuestro entorno?
Natalia: La cultura de la ciencia es algo, para mí, complejísimo. Porque no nada más es hablar de la ciencia como una oferta cultural de entretenimiento donde vas una noche y escuchas de ciencia en una cantina, o escuchas en la radio con música, va más allá de eso. Para mí la cultura de la ciencia es tener un conocimiento básico de cómo funciona la ciencia y eso se empieza en la educación. Entender que se retraen cosas, que es un proceso lento, no es una línea recta, si la gente entiende eso, ya tienes una cultura de la ciencia.
Andrés: También la cultura científica significa poder discernir entre la información que consumes: a qué hacerle caso y a qué no. No es que la ciencia sea cultura, o sea, es que es parte de esa cultura y en efecto, como dice Natalia, lo que sucede, lo que ha sucedido creo, es que por un lado tenemos un crecimiento desbordado de producción científica y de producción de conocimiento científico que cada vez es más así, trepidante, y por el otro, de alguna manera, cada vez hay menos elementos de comunicación con el resto de la sociedad.
Esto de que se disuelven los fideicomisos de los cuales una buena parte tienen que ver con quehaceres científicos, pues lo que sucede es que para el grueso de la sociedad, para el grueso de la población, para los políticos incluidos, no es claro por qué es grave que se corten tales fideicomisos, porque entre que están esos prejuicios o entre que no se entiende bien o no se alcanza a valorar, ¡hombre, lo fundamental que es tener producción científica en un país!, ahí es donde queda clarísimo que es de vital importancia producir conocimiento científico como comunicarlo.
Era muy distinto, digamos, en el tiempo de Darwin o de los naturalistas clásicos que ellos mismos tenían que escribir sus textos de divulgación. Estaban obligados a escribir su propio texto de comunicación o de divulgación porque si no, sus ideas no prosperaban. Hoy ha cambiado y, bueno, se abren estas posibilidades y estas necesidades de que no sólo los científicos lo hagan, aunque también deberían, sino que haya otros agentes. Porque si no, se ensancha esta brecha.
Natalia: Agregaría que también que la falta de acercamiento por parte de la ciencia a la comunidad es gran parte porque no hay incentivos para que lo hagan. Mucho de su trabajo, además de la investigación, es llenar formatos para que les permitan hacer su investigación, para que les permitan recibir financiamiento. Y eso, por ejemplo, no existe tanto para que la ciencia salga y comunique, como existe en otros países. Creo que debe haber más políticas públicas que permitan esta comunicación, que den incentivos. E inversamente no existe porque los científicos no van a platicar con los que hacen las leyes.
¿Qué tan relevante es que la ciencia se vincule con otras disciplinas no científicas?
Natalia: Yo te diría que no sólo es muy importante, es necesario. Y no es algo que no se haya hecho antes. De hecho la ciencia, la historia de la ciencia, se entremezcla con las artes, la alquimia, la filosofía; tenía una interacción muy regular con otras disciplinas. Y no es que sea la ciencia en específico, creo que es una característica de un mundo especializado en el que vivimos.
Que empiecen a hablar entre diferentes ciencias, eso es algo que tratamos de hacer muchos con nuestras pláticas. Si no podemos vincular a una humanidad con ciencia, porque tratamos de vincularlo mucho con humanidades, si no, con otro tipo de ciencia.
Creo que es esencial no solo para abrir el panorama, sino para crear nuevas ideas. Va un poco vinculado con el crowdsourcing, que se ha puesto en voga con el internet, y ver puntos donde pueden colaborar. Y eso a veces sucede en la Sociedad de Científicos Anónimos.
Andrés: Y también viene de que hoy en día la ciencia está un poco secuestrada por la academia, es como que sólo vale la pena hacerle caso a quienes están en el ámbito académico y eso está muy mal porque, como bien dice Natalia, tú ves el proceso histórico y siempre ha habido instancias de ciencia ciudadana vitales para que luego la ciencia más dura tenga esa nutrición. Ves la astronomía y la historia de la astronomía, es una historia de ciencia ciudadana.
Las investigaciones que a veces se hacen desde el ámbito artístico, por motivos artísticos, te impresionan los archivos que general muchos artistas. Se vuelven expertos, hasta cierto grado, de lo que están investigando. Por eso es que ese diálogo es benéfico para ambas esferas. Y directamente para el lado de la sociedad es benéfico a veces ponerse a pensar en las súper bacterias y qué cosas podríamos demandar a nuestras políticas públicas y a nuestros políticos que no se hagan para no acabar en un mundo distópico plagado de súper baterias como al cual vamos.
La relevancia del diseño y la ilustración en su trabajo
Natalia: El diseño es sumamente importante para nosotros. Justo porque creo que visualmente puede significar que no es comunicación de la ciencia como la conoces y eso es lo que nosotros hemos tratado de hacer. Tenemos a un equipo que se llama Estudio SUB que nos apoya pro bono, son increíbles, hacen los videos animados que estan de la SCA.
Andrés: La ilustración creo que siempre ha sido un medio muy afín a la ciencia. Volviendo a los naturalistas, abre cualquier libro de naturalismo clásico, abre cualquier cosa del espacio… y son propuestas pictóricas para representar el mundo. En ese sentido, preferimos la ilustración que la fotografía y darle una identidad. Algo que ha ayudado mucho a que la sociedad vaya saliendo adelante y que siga creciendo, es esa identidad gráfica que tiene. Eso es muy claro. Y además eso te habla de que se está prestando atención a un campo emotivo y perceptivo.
La pandemia nos paró un poco un plan que tenemos que es empezar a abrir capítulos o verticales de la sociedad en varias ciudades nacionales. Para que igual empiece a tener mayor incidencia porque, lejos de ser recelosos con el formato que hemos encontrado, nos encantaría que se hiciera en todos lados. Nos encantaría que se replicara y que fuera parte de esa oferta habitual y cultural o de entretenimiento casual nocturno en vez de ir al cine, te metes a un bar a charlar de súper cuerdas.
Y ahora que se están abriendo los capítulos fue bueno, ya que hay una colección démosle un animal a cada estado y ahí vamos, Querétaro, Guanajuato y en cuanto el virus, este que está de moda nos permita, pues seguir abriendo capítulos a lo largo ancho de la república y ser una República de Científicos Anónimos.
¿Por qué debemos confiar en la ciencia y en los científicos, sobre todo en un contexto como el contexto actual?
Andrés: No es que haya que confiar per se en la ciencia y en los científicos, sino que es un aparato que constantemente ha ido demostrando ser confiable. Se gana esa confianza. Pero, por otro lado, tampoco es necesariamente decir que hay que confiar a ciegas, porque hay que cuestionarlo. Creo que faltan estos canales de comunicación en donde uno pueda cuestionar y pedir esta rendición de cuentas y que me convenzas en vez de que yo te haga confiar ciegamente.
La mayoría de personas confían en la ciencia en sus actos cotidianos todo el tiempo, usan su microondas, si les duele la cabeza se toman una aspirina. Está inmersa en nuestra vida cotidiana, en todo. Pero en un sentido, digamos, más abstracto o más conceptual, creo yo que no hay que perder nunca esa posibilidad de escepticismo, y entonces, pues cuestionarla. Y si al cuestionarla te convence, pues entonces creer en ella.
Natalia: Yo no creo que la gente debe de creer en la ciencia, debe de entender cómo funciona para poder evaluar si piensan que lo que se está proponiendo es correcto o no. Eso sería el mundo ideal, realmente, pero creo que antes de eso, se tiene que formalizar más el periodismo de la ciencia en México para explicar mejor los procesos.
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La deuda del periodismo en México con la ciencia, un buen periodismo científico que logre comunicar, no sólo repetir lo que se ha investigado, es un tema que tanto las periodistas Leila Guerriero (Argentina) como Alma Guillermoprieto (México), han puesto de manifiesto en días pasados en el marco de su participación en la FILO y en el contexto de pandemia actual. Andrés Cota Hiriart participá tambien en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca en la mesa Escribir tiene su ciencia. Aquí puedes ver la charla completa: