El cine documental frente a la devastación del medioambiente y el cambio climático

En ¿Qué les pasó a las abejas? (2019), Adriana Otero y Robin Canul ponen sobre la mesa la devastación de una especie, la lucha por la tierra, la supervivencia de una comunidad y la preservación de la selva maya

Ciudad de México (N22/Ana León).- Muchos insectos silvestres sirven como grandes polinizadores y han abonado a la investigación científica. Sin embargo, muchas poblaciones de estos se han visto diezmadas en los últimos años. ¿Nos encontramos frente un insecticidio? Una de estas especies amenazadas es las de las abejas. En 2012, murieron millones de abejas en Hopelchén, Campeche, a causa de los pesticidas y herbicidas empleados en la siembra de soya transgénica a manos de Monsanto. Es así como inicia el camino de la cinta ¿Qué le pasó a las abejas?, en la que la documentalista Adriana Otero y el fotógrafo y periodista Robin Canul, no sólo ponen sobre la mesa la devastación de una especie, sino también la lucha por la tierra, la supervivencia de una comunidad —encabezada por Gustavo Huchin y Leydi Pech— y la preservación de la selva maya. 

Aunque la película ha circulado por festivales desde 2019, aún no se ha estrenado en salas comerciales, fecha que tienen prevista para marzo del siguiente año; hace un par de meses atrás, en junio, formó parte de la programación de Cinema Planeta, formó también parte de Ambulante y ahora, su temática se inserta en el marco de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca en la mesa Ecologías documentales, que tendrá lugar vía Facebook Live a través de la cuenta de la FILO, a las 13 horas. 

Para abordar esta temática charlamos con ella sobre la importancia de que el cine documental aborde estos temas. 

¿En qué momento de esta lucha llegas a esta comunidad y cómo estableces lazos con ellos? ¿Cómo les planteas tu idea de hacer un documental?

Empieza todo este proceso de empatía, de conocerlos, de que ellos también se sintieran de alguna manera confiados conmigo. Para poder retratar de alguna manera estos momentos íntimos y toda la lucha que ellos tuvieron durante muchos años. 

Digamos que yo ya llego con una idea clara de que quiero hacer un documental cuando ellos están ya tratando de combatir el problema. O sea, ya habían ocurrido las muertes de las abejas. Ya había una deforestación masiva de la selva. Yo entro en un momento en el que ellos están haciendo casi un último esfuerzo para prohibir la soya transgénica. Porque ahora sabemos que muchas compañías transnacionales como es Monsanto, y ahora Bayer, son un monstruo contra el que hay que luchar.

Uno de los aportes del cine documental es la forma en la que visibiliza diferentes problemas sociales y luchas que de otra manera no serían conocidas. 

Creo que también aportamos a su lucha, porque ellos se sienten arropados por otras personas que están documentando este hecho, que para mí también era una cuestión histórica porque ellos ya habían logrado que se aprobara la sentencia de la suprema corte donde dicen, o dijeron, que se iba a prohibir la siembra de soya transgénica en lo que se hacía una consulta indígena. 

¿A qué barreras se enfrenta una comunidad que quiere luchar por la supervivencia de su territorio y, en consecuencia, la propia? 

Las comunidades mayas se están enfrentando a un concepto que se tiene sobre el desarrollo, sobre el progreso, que está visto desde el sector económico o que tiene que ver con todas las megaindustrias. Para ellos el desarrollo es, y de hecho se toca en la película, que uno pueda vivir bien, que puedas producir tus propios alimentos, que no estés expuesta o expuesto a algún tipo de agrotóxicos que te pueda afectar en la salud. Que el agua que estés tomando esté limpia. Y bueno, el desarrollo por parte de gobierno y de sectores, en este caso agroindustriales, lo único que importa es cuánto dinero van a hacer. 

A final de cuentas, estas repercusiones no son sólo para las comunidades mayas, también repercute en nosotros, aunque no estamos en esos sitios geográficos, estamos en ciudades, pero también estamos consumiendo productos con químicos, que no son saludables. Yo creo que esto es una lucha de todos. 

Planteas también una idea pertenencia de la tierra entre diferentes comunidades: la maya y la menonita. 

El territorio para la comunidades mayas es algo sagrado, es donde ellos pueden cultivar sus alimentos, es la madre naturaleza, es donde viven los animales, entre ellos el jaguar, que es un animal bastante importante en la comunidad y en la cultura. Y claro, cuando llega otra cultura como la menonita que tiene un pensamiento distinto a las formas de vida de las comunidades mayas, hay un choque cultural tremendo. 

Se puede hablar también de cómo los menonitas tienen este acceso tan fácil a tierras. Yo, por ejemplo, no me puedo explicar con qué facilidad los menonitas cada vez se apropian de más tierras y cada vez el territorio maya es menor; la selva maya está desapareciendo. ¿Qué se está poniendo en juego? 

¿Qué tanto le hace falta al cine documental mirar hacia proyectos como éste o como el Tren Maya y las afectaciones que generan respecto a la devastación de nuestros espacios naturales, al medioambiente y el cambio climático?

Nosotros como realizadores tenemos una responsabilidad muy grande de documentar este tipo de sucesos que están ocurriendo tanto en la parte de justicia climática como en la parte de justicia social que está pasando en las comunidades. Definitivamente este tipo de proyectos puede ayudar mucho a que la gente se entere de que a veces las cosas no son como nos las pintan. A veces uno piensa en un gran proyecto de un tren que suena genial y uno piensa, bueno, “ahora vamos a estar como los de primer mundo”, pero realmente a costa de qué, es lo que siempre hay que estarnos cuestionando. 

La relevancia de vincular el cine y la investigación científica.

Una de las cosas buenas que tuvo esta película, este proyecto, es que nosotros tuvimos asesoría en este aspecto, pues habían investigadoras que desde hace muchos años están tratando el tema y que nos ayudaron también en esta cuestión más compleja técnica, pero también nos ayudaron en cómo hacer que en una película, en un documental de una hora y unos minutos más, pudiéramos realmente transmitir esta complejidad. Creo que ese fue el principal reto: que cualquier persona que pudiera ver la película pudiera entender la magnitud de lo que está ocurriendo con la agroindustria, con las semillas transgénicas y con la devastación de la selva y del medioambiente.