Por segundo año consecutivo el reconocimiento se reparte. La razón: apoyar a los artistas en estos días aciagos por la pandemia
Ciudad de México (N22/ Redacción).- Desde su creación en 1984, el Premio Turner se ha convertido en todo un referente: en primer lugar para el panorama del arte británico, pero también para el resto del mundo. Su edición de 2019 fue, de hecho, un auténtico revulsivo. Frente a la rivalidad feroz que suele imperar en este tipo de certámenes, los cuatro finalistas de ese año –Tai Shani, Oscar Murillo, Helen Cammock y Lawrence Abu Hamdan– solicitaron por carta al jurado del galardón que repartiera el premio porque, según aseguraron, no se sentían cómodos con la idea de competir entre sí. Contra todo pronóstico, el jurado aceptó y los cuatro se proclamaron ganadores.
Dotado con 25 mil libras (unos 28 mil euros), que complementan el prestigio que supone recibir el mismo honor que artistas como Gilbert & George, Anish Kapoor, Damien Hirst, Steve McQueen y Helen Marten, entre otros muchos nombres, el Turner se convirtió así, por primera vez, en un premio a repartir. Este 2020, la hazaña se repetirá, aunque en este caso por la emergencia sanitaria del Covid-19. A través de un comunicado, sus responsables anunciaron que se suspende la edición de 2020, que será remplazada por la concesión de una decena de becas valoradas en 10 mil libras (aproximadamente 11 mil 200 euros) cada una.
La Tate Britain, que organiza el certamen, ha explicado, según recoge el diario The Guardian, que «dadas las actuales restricciones, el ajustado calendario para preparar la exposición anual hace que esta sea irrealizable». Normalmente, la lista de preseleccionados se anuncia en el mes de junio, la exposición con sus obras se inaugura en otoño y el ganador se proclama en diciembre. «Queremos apoyar a un número mayor de artistas en este periodo de profunda perturbación e incertidumbre», agregan desde la Tate.
Dedicado al pintor británico J. M.W. Turner (1775-1851), el galardón ha causado sensación en numerosas de sus ediciones, como la controversia que despertó en 1999 la instalación de una de las nominadas, Trecey Emin, que presentó con Mi cama una cama cubierta de condones, botellas y demás basuras; o el tiburón conservado en cloroformo del ganador de 1995, Damien Hirst, una pieza titulada La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo. Ahora, lo hace por otras razones. «Creo que J. M.W. Turner, que planeó dejar su fortuna para apoyar a artistas necesitados, habría aprobado nuestra decisión”, asegura Alex Farquharson, director de la Tate Britain.