Desde hace tres semanas, el artista Carlos Amorales junto a la diseñadora Janet Martínez, un equipo de costureras, la galería kurimanzutto y WIEGO, reparten 3 mil 5oo cubrebocas de forma gratuita a una parte del sector de la población que no puede parar ni quedarse en casa
Ciudad de México (N22/Ana León).- Muy al inicio de esta pandemia y cuando la recomendación de quedarse en casa dejó de serlo y se volvió el único antídoto conocido y eficaz contra la dispersión de contagio por COVID-19, fue evidente, si bien ya lo era, que gran parte de la población vive al día, en una precariedad laboral que ya en sí es una de las “pandemias” que padecemos en este país –otra es la violencia en general y la violencia de género, otra más la corrupción–; hay 30 millones de personas que laboran en el comercio informal. Frente a este panorama es que surge la propuesta de Amorales y Martínez.
Charlamos con el artista respecto a este proyecto y sobre el papel del arte en medio de una pandemia
–Ocurrió muy al principio de la cuarentena, tuvimos una junta y decidimos que desde el día siguiente se paraba el trabajo, la producción y cada quien se fue a su casa. Los primeros días su fue así como de entender, aclimatarse, eso que no sabes ni cómo reaccionar. Pero poco a poco pensé, bueno, por ejemplo Janet [Martínez, diseñadora con la que desarrolló el proyecto en conjunto] que trabaja conmigo desde hace cinco años y su hermano trabajó ocho años conmigo, tenemos una relación de, ¡uf!, quince años, viene de una familia de costureras y toda su familia son costureras, y platicando salió esta idea de hacer los tapabocas.
Sobre todo al principio no era muy claro, porque decían que no servían o que sí servían, finalmente, hubo un momento en que Gatell dijo que no había que acaparar los de uso médico, los que usan los doctores, los N95, pero que si la gente quería usarlos, era posible. Eso un poco nos dio como el, ¡órale! como el comienzo.
También lo que se nos hizo muy importante es, bueno, los vas a producir, pero ¿a quién se los vas a dar?, ¿a todo mundo?, ¿al que pase?, ¿vas a ir casa por casa?, ¿a tus cuates? Y ahí fue como surgió la otra discusión que también ha sido muy importante en el contexto de México y es que el 50% de la gente trabaja al día, en la calle e informalmente. Y entonces, pensamos, bueno, ¿cómo dárselo a esas personas? Y ahí fue bueno, a través de una ONG.
La ONG a la que se refiere Carlos, es WIEGO (Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando, por sus siglas en inglés), que mantiene un vínculo con personas de gremios como aseadores de calzado, vendedores de revistas, músicos, organilleros, vendedores de artesanías, comerciantes en el espacio público, voluntarios del servicio público de limpieza de la ciudad y trabajadoras del hogar, entre otros, a quienes se les entregarán los cubrebocas de manera gratuita.
Van a distribuir 3 mil 500 cubrebocas por semana –están en la tercera semana de entrega– y los reparten a través de la ONG. ¿Cómo se sustenta económicamente este proyecto y cuánto tiempo de duración le piensan dar?
Ésa es la otra idea.La otra cosa que pensé, es bueno, por qué no pedir apoyo por ejemplo de coleccionistas y de gente que normalmente apoya el mundo del arte y se involucra en el mundo del arte comprando, a través de la galería, por qué no encontrar un sistema donde pedir que nos apoyen para producir lo que en vez de ser un obra de arte se vuelve un objeto utilitario para esta contingencia.
Y ahí fue donde discutí mucho con la galería [Kurimanzutto], cómo hacerlo, cómo lograrlo. Porque, digamos, lo que estructura el proyecto es toda una cadenita de gente, entre el coleccionista que apoya donando un poco de dinero a través de la galería, para que el artista organice en un taller de producción que se hagan con este dinero, digamos, los tapabocas y luego, a través de la ONG, se distribuya a las uniones donde tienen acceso a la gente que trabaja en la calle y ahí ya la gente, estos trabajadores, ya pasan por los cubrebocas.
Lo interesante aquí es que, claro, no podemos estar todos en contacto, cada quien tiene que hacerlo de alguna manera, entonces la comunicación es por whatsapp, por live, llamándonos. Las costureras no es cualquier taller de costureras en el sentido de que hay una relación familiar y son personas que tiene una relación cercana conmigo, y yo tengo una relación cercana con mi galería y ellos con los inversionistas, entonces, todo va generando una serie de complicidad donde sí es importante irse protegiendo, pero sí se puede crear una cadena de producción y de que lleguen las cosas de un lugar al otro.
También es interesante, porque claro, a estas costureras se les cayó el trabajo en este momento. Y si bien no sólo tiene un impacto en la gente a la que se le regalan los cubrebocas en la calle, sino digamos, la gente que también los está produciendo.
¿Cuántas semanas más va a durar este proyecto? Porque si bien el confinamiento termina el 31 de mayo y de ahí regresar paulatinamente, ¿hasta dónde tienen previsto mantenerlo?
Yo creo que el cubrebocas llegó para quedarse [ríe]; sin embargo, pues bueno, decidimos que durara seis semanas para dar un tiempo concreto y ver cómo funciona, qué ocurre, cuánta gente se involucra, cómo lo solucionamos financieramente, qué va implicando, hasta dónde es necesario, etcétera.
La idea es un poco como un piloto y si funciona muy bien, pues podemos ver la manera de extenderlo. Y si dura seis semanas, pues dura seis semanas, porque tampoco es que tenga que ser, cómo explicarlo, no se pretende dar cubrebocas a todo México, es muchísimo, pero, de alguna forma, es un esfuerzo que puede ayudar en concreto y a bastante gente, pero también lo que sería lindo es que inspire otro tipo de iniciativas que yo llamaría cadenas de producción solidarias donde lo que sabemos hacer, seas artistas o no, o seas deportista o no, pero cómo ver en tu entorno maneras de que podamos seguir articulando una economía, relaciones entre las distintas clases sociales en México, entre las distintas personas que somos. A pesar del aislamiento, pensar una manera de romperlo, no literalmente de salir a la plaza, pero sí de seguir en contacto pensando juntos.
Eres artista y hay una pregunta que ha estado rondando todos los medios y muchas reflexiones, que es la utilidad de las artes en estos tiempos de crisis sanitaria. Porque también hay una sobre oferta de actividades artísticas en línea: museos, libros, cine, reflexiones, a ti ¿qué utilidad te parece que tienen las artes en una crisis como ésta?, ¿sirven las artes como un antídoto para afrontar esta crisis?
Es complejo porque hay una especie como de “sobredemanda” de que te piden desde que muestres a tu mascota, lo que piensas o qué estás haciendo. Te piden obras que puedas poner on line. Está bien, pero por otro lado, también necesitamos como artistas vivir de nuestro trabajo.
Hasta cierto punto lo puedes regalar y puedes producir contenidos, pero también hay un momento en que de esos contenidos tiene que haber una transacción. Yo no le puedo pedir a las costureras que lo hagan gratuitamente porque necesitan pagar sus sueldos, es mano de obra. Lo mismo, de alguna forma, aquí. Por ejemplo, me han pedido algunas cosas donde, la verdad, son pagos simbólicos, pero esos pagos te permiten entender que todavía hay una estructura económica, que te den mil pesos por un cómic que te tomó cinco días; finalmente hay una estructura económica.
Siento que, de pronto, ha habido una especie de abuso ya de pedirle al artista estar llenando contenidos para otro tipo de fines; pueden ser buenos o malos, creo que eso es otro punto.
A mí, la verdad, en lo particular, me gusta ver el arte en vivo, ver el objeto, hasta por atrás, cuando voy a un museo o en la calle, me gusta mucho eso. Pero llega un punto en que sí he sentido una cierta saturación de ver más y más en línea. Ojalá podamos volver a esa parte, a como era, en ese sentido. O llevar incluso la experiencia más adelante o hacerla, incluso, más interesante.
También, sí tengo que reconocer que más allá de las artes visuales, leer, ver buenas películas –bueno, buenas en el sentido de que a mí me gusten [ríe]–, oír música, digamos, en un sentido amplio de las artes, pues sí es súper importante y habrá quien también disfrute ver pinturas en línea o imágenes o arte conceptual el línea.
Hay una necesidad, porque si no estaríamos todo el tiempo nada más leyendo noticias horribles que pueden ser reales o falsas. Hay una parte del arte que es necesaria y que también quisiera que se reconozca que muchos artistas han contribuido ahorita de alguna forma, mostrando su obra, ya sea generar un sentido del humor o un sentido de solidaridad o un sentido de drama, si quieres, que ha ayudado a canalizar mucho las emociones.
Como creador, por ejemplo, también está esta otra parte de este tiempo como un tiempo para crear una obra, en este sentido, ¿este tiempo para ti qué ha significado?
Claro, lo primero que pensé fue, “ahorita tengo la chance de ponerme a dibujar y el detalle, con tiempo”. Lo hice la primera semana, la semana siguiente no pude porque estuve viendo noticias, la tercera semana medio lo logré, pero a la vez que lo hacía me quedaba pensando, ¿es realmente lo que necesito hacer ahorita?
La verdad es que es la primera vez que me empiezo también a preguntar ¿qué sentido tiene hacer arte ahorita?, ¿vale la pena? Porque, por ejemplo, el proyecto de los tapabocas, más allá de que obviamente tiene una implicación social, pues estoy muy contento por lo que implica para los demás, pues a mí también me está satisfaciendo mucho. Me siento en contacto con la sociedad, me siento haciendo algo, colaborando, siendo solidario. Aunque esté aislado, me mantengo con el espíritu muy arriba porque siento que estoy contribuyendo en algo, aunque sea una cositita.
Siento que es necesario que poco a poco, como artistas, nos vayamos implicando más en ese lado que es ser personas, que es tu relación con los vecinos, los pequeños gestos, los gestos más reales que no sean necesariamente esos gestos que sólo se entienden en el mundo del arte, que son importantes en el mundo del arte, pero pues ya regresará y tal vez volvamos a lo mismo de siempre. O tal vez volvamos y ya hay otra ética y ya hay otra forma de pensar, otras formas de relacionarnos.
No es que dejemos en el fondo de hacer arte, pero sí podemos empezar a pensar otras maneras de relacionarnos con el arte.
Me parece muy importante esto que dices, de “ser personas”, enfocarse en ser personas y no tanto como la idea de “ser artistas” ahora mismo. Tú optas por lo práctico, lo útil, que fue hacer este proyecto de los cubrebocas, que encerrarte a hacer la obra con la que pudiste haber “aprovechado el tiempo”, ¿justo fue por esto de vincularte con el otro?, un poco lo que mencionas hace un rato.
Una necesidad como de seguir viviendo en la realidad y no sólo quedarme, digamos, confinado en mi casa y en el espacio virtual. Como saber que puedes seguir articulando, porque es una realidad que hay en México. Obviamente que lo ideal es que todos nos quedemos confinados en nuestra casa, todos tengamos dinero ahorrado en el banco, todos tengamos una alacena increíble; aguantamos uno, dos, tres meses sin ningún problema. La realidad es que muy poca gente puede hacer eso, la mayoría vive al día, tiene que buscárselas. Y, además, hay gente que hace cosas esenciales, por ejemplo, la gente que limpia la basura y ni lo notamos, pero si no estuvieran ellos estaríamos inundados de porquería, de nuestra basura. Todas estas personas siguen trabajando, entonces, ¿cómo puedes, de alguna forma, seguirte relacionando con ellos? Es más, no sólo seguirte relacionando con ellos, más allá de sacar tu basura y tirarla afuera, ¿cómo puedes reconocer la importancia de estas personas y su existencia?
No quiero que tampoco esto se vuelva una cosa política, no es un gesto para decirle a los demás cómo hay que ser. Para mí me interesa y tiene que ver con cómo pienso mi obra, porque en el fondo uno también estructura las cosas de cierta forma. No quiero decir ¡ah, esto es arte!, porque sería banal, pero claro, siendo artista no puedo pensar de otra forma porque, finalmente, eso se va trasminando, va saliendo, vas viendo cosas simbólicos en esto.
Todas las imágenes son cortesía de la galería Kurimanzutto