Santiago y Sebastián Hernández, y el gallego Xoán Domínguez, integran este trío que escapa a ser definido, pero que apela a ser compartido y a generar un diálogo con aquellos que quieran recorrer la geografía y el sabor de su música
Ciudad de México (N22/Ana León).- Los Café Tacuba y su “Ojalá que llueva café”; la música de Julieta Venegas y la de Led Zeppelin, trazan apenas unas pinceladas del gran mapa musical que empieza a construir -oficialmente- el trío Zuaraz: Santiago Hernández (jarana y voz), Sebastián Hernández (guitarra y voz) y Xoán Domínguez (percusiones y coros). Pero la ruta nos lleva a viajar al pasado, a la infancia, a las tertulias organizadas por su padre Jorge F. Hernández y al Veracruz de su madre, Aura Zarauz, el Minatitlán de juegos y sabores. Escenarios de sobremesa y charlas que se prolongaban hacia el infinito en la memoria. Junto a esto, los libros y el futbol como compañeros inseparables de los hermanos Hernández.
A este paisaje se sumó, años después, el gallego Xoán Domínguez y, entonces, se añadió un nuevo capítulo a esta historia de amistad, de hermandad, de complicidad. Basta ver la forma en la que se comunican los tres, miradas, sonrisas y la música para, como dice Sebastián, «ver el resultado de nuestras conversaciones incluso sin tener que abrir la boca.»
Aquí una pequeña charla con ellos.
¿Qué es Zuaraz?
Sebastián Hernández: Zuaraz es una mezcla de varios géneros en la cual la mayoría de esos géneros los hemos escuchado desde muy chicos. Lleva prácticamente un año y empezó como un rollo muy íntimo, de sobremesa, después de comer tocábamos y rememorábamos las canciones que escuchábamos de niños gracias a nuestros padres.
Cuéntenme un poco de la historia familiar que hay detrás de este proyecto.
Santiago Hernández: Yo diría que hay dos momentos. Uno tiene que ver con la infancia, tiene que ver con los padres; y el otro, tiene que ver con la familia del presente, es decir Xoán.
Mucha de la música que hemos escuchado se ha resignificado. Música que nos regaló mi madre que es, entre otras cosas, el son jarocho de Minatitlán, Veracruz, muchísima música de la India, siempre los Beatles. Y la otra, es una tertulia musical que organizaba nuestro padre en casa. A este encuentro iban muchísimas mentes a las que queremos y a las que admiramos como David Haro, como Francisco Hernández, Hernán Bravo Varela. Se reunían para comer, para celebrar y para contar qué es lo que estaban haciendo, a través de la música mayoritariamente.
Muchas de esas canciones que escuchamos en la tertulia y que escuchamos en los viajes de Minatitlán, las fuimos digiriendo conforme pasaron los años y luego nos fuimos a vivir a España y encontramos dos cuerpos astrales maravillosos que son Xoán Domínguez y Manu Blanco. Entonces, esa sobremesa que sucedía en la casa de Minerva, nosotros la empezamos a hacer en nuestra casa en Madrid, con Xoán y con Manu. Sonaban justo los boleros, sonaba la trova cubana, la trova yucateca y nos llevamos también lo que escuchábamos en «Mina» y entró el ritmo de Xoán. Y ahí cambió todo.
Hay una intención y una constante búsqueda de aprender nuevas forma de narrar, de contar cosas diferentes a través de los libros [Santiago es uno de los fundador de la editorial Minerva], pero también a través de la música.
Santiago: Sí, hay una intención narrativa, pero también nos hemos dado cuenta de que la clave de esas epifanías o de esos recuerdos que se te presentan, que tienen una condición narrativa evanescente, como gaseosa, para que se aterricen y sea mucho más fácil transmitir esa idea, la clave está en el trabajo, en ensayar, en platicarla entre los tres. Hay veces en las que uno llega con una idea y la suena con los demás y, en ese momento, ya se empieza a tejer un hilo conductor que, hasta cierto punto, podría entenderse que el punto final es la grabación y a partir de eso ya no depende de nosotros lo que suceda, sino de los lectores o los escuchas, pero creo que siempre buscamos también entender el proceso como una parte importantísima. La sobremesa nos ayudó a entender la parte lúdica de todo esto.
A mí me gusta mucho la metáfora de la escultura: hay barro, hay agua y hay una tornamesa que está girando constantemente. Hay que darle forma, trabajarlo. Y con los libros y con la música nos gusta pensar que pasa algo muy similar. Pero la maravilla de este proyecto es que navegamos juntos los tres.
Sebastián: Justo también tiene que ver con la relación que tenemos ahorita Sebastián, Xoán, Manu y yo, que es de hermandad, de familia. Justo con todo esto que describe Santi del trabajo, de ensayar, también ya está generando en nosotros una manera de entendernos tocando lúdicamente y para expresarnos. Podemos platicar mucho, podemos leer, podemos jugar futbol y dentro de ese lenguaje ya está la música. Es muy bonito poder ver el resultado de nuestras conversaciones incluso sin tener que abrir la boca.
Xoán Domínguez: Me parece algo mágico que nunca suenan igual los temas. Cada vez que tocamos un tema suena distinto y gracias a eso nos entendemos, tanto fuera como dentro de la música. Cada versión es especial, es como una jam dentro de esa estructura.
¿Y qué quieren contar con Zuaraz?
Santiago: Primero es contarnos a nosotros. Entender dónde estamos. Entender qué es lo que nos pide el cuerpo y qué es lo que nos piden las ideas para hacer lo que estamos haciendo. Y la otra es, también, con lo que sucede alrededor nuestro, con el contexto, traducir un recuerdo, traducir una idea a través de la música. Lo que más nos llama la atención de todo esto es conversar con las personas que quieran conversar, que sea un motivo de diálogo, que sea un puente, no un muro; que se pueda establecer un vínculo con alguien más.
Lo lindo de tocar una lluvia de son jarocho, son cubano y trova yucateca es que es súper intergeneracional. Nos estamos acercando a cosas que están pasando en México con proyectos increíbles como lo que hace Silvana Estrada, Daniel me estás matando, pero también estamos cantando música que le encanta a nuestra abuela y eso es maravilloso para los tres, tener un tema de conversación o una sobremesa que va mucho más allá de nosotros mismos.
Xoán: Está su abuela «mexa», mi abuelo gallego de la aldea en la costa gallega. Es increíble cómo puede viajar por todo el mundo lo que estamos haciendo y por todas las generaciones.
¿Aquí la geografía qué tanto pesa?, porque está la Ciudad de México, está Veracruz y está Madrid.
Sebastián: Lo que estamos haciendo ahorita es que le estamos cantando prácticamente a México, a nuestra matria, pero es verdad que vivimos en otra realidad. Sí, tiene mucho peso. De hecho el único sencillo que tenemos en Spotify habla de nuestra infancia, es una canción que compuso Santi que habla del pueblo de mis abuelos, la ciudad de mis abuelos, que ahora es ciudad, y en el que vivieron mi madre y sus hermanos.
Santiago: Más allá de un peso, yo creo que es una bendición, una fortuna total donde creo que colaboró mucho el azar para que se conocieran Xoán y Bastián en un espacio totalmente espiritual. Me gusta un poco ver lo que le pasó a Agustín Lara que le compuso un himno a la ciudad de Madrid sin conocerla. Nosotros queremos conocer mucho la ciudad en la cual estamos caminando, pero no dejar de reconocer las ciudades a las que amamos que están acá. Es como si fueran piezas que se unen en un rompecabezas colorido que nosotros traducimos de manera musical.
Y en todo esto ¿qué peso tiene el fútbol?
Santiago [entre risas y con el puño arriba] Uuuuyyy… ¡Siempre! ¡Siempre!
Sebastián: De hecho ensayamos hoy toda la mañana y después vamos a CU a ver el Pumas-América [ríe]. Creo que van a la par, desde pequeños, la música y el fútbol. Es una afición, una pasión.
Santiago: … y los libros, también.
Sebastián: Bueno, y los libros también, pero hablando ahorita del futbol y la música [risas].
Santiago: Nos gusta pensar que hay muchas cosas, llevando al futbol en un plano total y enteramente romántico, no en lo que está convertido hoy en día. Nos parece que hay muchas cosas de la filosofía deportiva que ayudan a traducir un proyecto artístico: cuerpo y mente, entre otras cosas. Buscar jugar en equipo siempre. Uno puede ser muy bueno, pero se necesitan de otros diez para ganar o por lo menos para jugar bien.
Sebastián [al mismo tiempo que Santiago y viéndose a los ojos]: …para jugar bien.
Santiago: Y bueno, el futbol es un deporte de equipo totalmente y nosotros no seríamos quienes somos sin los equipos que tenemos alrededor nuestro que, tenemos la fortuna, la mayoría son personas a las que amamos.
En su columna, su padre los describe como «la metáfora más novedosa del son jarocho», ¿cómo les viene este término?
Santiago: Yo creo que en la pregunta se deja claro todo, que es la palabra “papá”. Es un hombre tan generoso, Jorge [F. Hernández] como Aura [Zarauz], que se embriagan de la manera más hermosa, en una sobriedad constante de cariño. Nosotros, justo, lo que entendemos que hacemos no le encontramos ninguna etiqueta, pero hay muchas resonancias de muchas cosas a las que nos acercamos para abrazarlas, entre ellas el son, entre ellas el bolero, el funk, la trova yucateca, el pop, mucho de pop. Es muy lindo que él diga eso porque representa para nosotros entender bien qué es lo que estamos haciendo. A lo mejor y sí, o a lo mejor y no, pero creo que no lo sabemos.
¿Hacia dónde camina Zuaraz?
Sebastián: Hacia el cambio constante.
Zuaraz se presenta mañana en a las 20 horas en Bajo Circuito y el 14 de marzo estarán en Monterrey.
Imagen: Valeria Villalobos