Salón Acme llega a su edición ocho con una propuesta más consolidada en el espacio que desde 2015 habita, la casona porfiriana en General Prim 30-32. ¿Qué hay detrás del montaje de un espacio de exhibición y venta de arte como éste?
Ciudad de México (N22/Ana León).- Salón Acme está integrado por cuatro secciones: Convocatoria Abierta, Estado invitado, Bodega Acme y Proyectos invitados. Para conocer qué implica un montaje como éste, charlamos con Zazil Barba, una de sus fundadoras, quien nos dio algunos detalles.
¿Qué implica el montaje en términos de espacio y de logística?
Implica mucho trabajo. También conforme pasan los años creo que vamos entendiendo mejor el espacio y hemos aprendido a adaptarnos. Pues como verás, esta casa pone situaciones del espacio muy particulares: los muros no son blancos, los techos son altísimos. Las secciones han tenido que irse repartiendo también a lo largo de las dos casas intentando que haya algún tipo de narrativa. Justo que no te termines perdiendo entre los distintos discursos de las secciones.
¿Cómo definen qué espacio se dedicará a cada sección?
Cada año cambia porque esta es una casa que está en constante cambio. Nosotros la ocupamos en febrero, pero durante todo el año es una casa que se está restaurando, de repente aparecen techos donde no había techos y eso es justo lo interesante porque si todos los años nos tocara montarlo igual, sería un poco repetitivo. Es la sorpresa de haber en qué condiciones está ahora la casa y aprovecharlas.
¿Cómo se transforma este espacio?, ¿ustedes modifican algo de la casa?
Intentamos modificar lo menos posible porque, como verás, parte de la manera en la que está restaurada la casa es respetando los colores originales, las partes en donde está restaurado el muro así permanecen y más bien, te digo, la tomamos. Le sacamos provecho a las características.
¿Cuál ha sido el cambio más drástico que ustedes han hecho en cuanto a la disposición del espacio durante las ediciones que se han hecho en esta casa?
Este año es cuando hemos decidido hacer más cambios. Sobre todo con la manera de separar la parte de exposición o de arte y la parte social. Por su puesto que toda la casa todo el tiempo tiene un flujo de gente, pero este año nos interesó que en este patio [el patio central], que normalmente era el área de mesas y la parte social, decidimos ver qué pasaba si proponíamos invitar a un artista que hiciera una pieza específica para el espacio.
También estamos estrenando en la azotea de la segunda casa, toda una explanada, bien bonita, que está destinada para proyectos para exterior de instalación. Cada año es un diálogo entre los cambios de la casa y la manera en la que nosotros podemos adaptarnos a esos cambios.
¿Cuánto tiempo lleva todo el montaje?
Más o menos toma como cuatro días, pero es que tenemos un equipo de montaje y de producción muy grande que se va ocupando de las diferentes partes. Como cuatro días, pero de trabajo de todo el día.
¿Alrededor de cuántas obras de montan?
Más o menos, yo creo que entre todas las secciones se han de montar como unas trescientas obras.
¿Y cuántos días previos al montaje empiezan a llegar las obras?
Por cuestiones de logística, y porque no podemos estar ocupando aquí el espacio todo el tiempo, se reciben como dos días antes del montaje, pero ya es todo súper organizado en un horario, se separa cada obra que se recibe, a qué sección pertenece. Cada año mejoramos en esa organización. Ya lo tenemos más controlado.
¿Cómo es el traslado de esas obras?
Cada artista se encarga de traer su obra perfectamente embalada con su certificado; por ejemplo, los proyectos invitados que sí son galerías, también ellos se encargan de traer su obra. De la única que nos responsabilizamos nosotros para que llegue y regrese, en caso de que no se venda, es de la obra que viene del estado invitado.
¿Y cómo funciona la organización en lo que es Bodega Acme?
En Bodega Acme lo que intentamos es trabajar con artistas que ya participaron en el salón en otras ediciones. Y más bien es ver, un poco, en qué están trabajando actualmente.
Antes en la Bodega, invitábamos a nuestros artistas como “traigan lo que estén haciendo”. Había como una mezcla de disciplinas y temáticas. Este año quisimos hacer el experimento de, más que invitarlos a traer lo que fuera, sí poner lineamientos curatoriales. Invitar a menos artistas para que haya menos obra y no se sature de información la gente al llegar. Entonces, ahora estamos presentando una exposición con artistas de otras ediciones.
¿Y cuáles son los lineamientos?
Lo único que les pusimos como punto de partida fue un panfleto que nos encontramos de los años setenta que se repartía en en Nueva York, era una guía turística pero que invitaba al turista a retirarse lo antes posible. Era como muy irónico porque es una guía turística, pero es como “váyanse, huyan, esta ciudad es tremenda”. Entonces lo que hicimos fue adaptarla a la actualidad a la Ciudad de México y se lo dimos a los artistas y a partir de ahí, propusieron una obra.
¿Por qué Salón Acme de alguna manera evoca el espíritu de los salones de arte del siglo XIX, por qué esa idea?
Ya ha crecido mucho el proyecto. Ya no nada más estamos como evocando esos salones. Pero cuando empezamos, sentíamos que evocaba el espíritu de los salones porque los salones estos que ocurrían en 1800 digamos, ocurrían de manera alternativa a las grandes academias de arte. Era donde se podían reunir los artistas más jóvenes que tenían, de repente, propuestas menos dentro de las reglas de la academia y empezaron a surgir como alternativas.
Un poco por eso siempre hemos dicho que ese es el espíritu, porque desde que salió el proyecto intentamos que fuera una plataforma que cubriera espacios que nosotros veíamos, como artistas, que estaban faltando, de artistas que no necesariamente tienen una galería que los represente. Por eso decimos que es el espíritu del Salón.
Imágenes: Ana León